Post by realeagle on Jul 24, 2007 18:14:12 GMT -5
“La camisola de Águila pesa”
David Antonio Pinho es un brasileño que militó durante 15 años en Águila. Se fue en 1983 hacia Estados Unidos, desde donde recordó para LA PRENSA GRÁFICA sus vivencias, sus compañeros y su amor por los colores negro y naranja.
Christian Peñate/ LPG 23/07/2007
David Antonio Pinho, otrora volante brasileño de Águila, habló en exclusiva con LA PRENSA GRÁFICA. Comentó cómo fue su amistad con Luis Baltazar “el Pelé” Zapata, Ismael “el Cisco” Díaz, Félix Pineda y otras figuras que tuvo el equipo emplumado en los setenta y ochenta.
A pesar de que ha pasado mucho tiempo desde que se fue del balompié salvadoreño, tiene recuerdos intactos. No pudo dejar de hablar del tiempo del conflicto armado en El Salvador (1980-1992) y de la forma en la que lo marcó el asesinato de su compañero de equipo Ismael “el Cisco” Díaz. Aseguró que después de la muerte de su compañero, las cosas ya no fueron iguales para él. Dijo que su familia fue muy unida con la de Díaz, quien fuera asesinado a finales de los setenta.
Pinho ahora vive en Estados Unidos y pudo ser localizado gracias al apoyo de Nelson Trejo.
¿Qué recuerda de aquel Águila histórico a la par de Ismael “el Cisco” Díaz, Luis Baltazar Zapata, Moisés González y otros jugadores más?
Yo llegué a Águila en 1968. En ese entonces, en Águila estaban jugadores que se iban a retirar del fútbol como Juan Francisco “Cariota” Barraza. Águila tenía 10 jugadores en la selección nacional. Ya en 1972, Barraza se incorporó al equipo como técnico. En ese año fuimos campeones. Allí estaban Zapata, Félix Pineda. Moisés González, Luis Abraham Coreas, “el Cisco” Díaz, y otros más. Ese fue mi primer torneo que gané con Águila. También fui campeón de un torneo de Confraternidad con Platense. El técnico era Juan Quartarone. Le mando saludos a él. En Platense me acuerdo de Jorge “el Gancho” Búcaro, “Lotario” Guerrero, el defensor Zafannella y otros jugadores.
Por lo que nos ha contado, Ismael “el Cisco” Díaz y Luis Baltazar Zapata fueron sus mejores compañeros en Águila.
Sí, pero también era amigo de todo el grupo. Con Félix Pineda tuve una buena amistad. Soy padrino de un hijo de él. Creo que esa unión entre todos los compañeros fue clave para que el equipo lograra grandes cosas. La amistad entre nosotros era grande.
¿Por qué dejo el fútbol salvadoreño en 1983?
La verdad ya tenía 35 años. También había otros motivos extrafutbolísticos que yo ya venía estudiando. Me costó tomar esa decisión, pero a la larga fue lo mejor que pude hacer. Me fui a pesar de que Águila quería renovarme el contrato.
¿Ha seguido de cerca el balompié salvadoreño en los últimos años?
Para ser sincero, no he estado muy pendiente del fútbol salvadoreño. Yo estuve en El Salvador hace cinco años (2002). Además en Estados Unidos pasan los mejores partidos del fútbol salvadoreño. He visto algunos y también vi a la selección en la última Copa de Oro. Me reuní con varios jugadores del Águila de mi época para comentar acerca del fútbol salvadoreño de la actualidad. A mi modo de ver las cosas ya no salen figuras como pasaba anteriormente. No es porque no haya, más bien, creo que lo que afectó fue la transición de la etapa de la guerra. Creo que el balompié salvadoreño ha bajado bastante de categoría en relación a lo que veía en la época en que jugaba. Ahora puedo ver cómo se ha superado Panamá. Antes era un equipo que todos lo goleaban. Incluso, me doy cuenta de que a Nicaragua ya no lo golean como antes. Y a El Salvador lo veo estancado. Algo pasa, pero no sé qué es.
¿Se puede decir que el balompié nacional ha retrocedido en los últimos años?
Definitivamente que sí. No quiero herir sentimientos. Antes había grandes figuras en el fútbol nacional. Cuando yo llegué a El Salvador conocí a “Mon” Martínez, Baltazar Zapata, Félix Pineda, Jorge “Mágico” González, Norberto “el Pajarito” Huezo, Jaime “la Chelona” Rodríguez y otros más. Los equipos eran más competitivos. Antes era tan difícil el equipo que iba en último lugar como el que tenía el liderato. Creo que en El Salvador no hay manera de renovar los procesos. Recuerdo que cuando jugaba allá había un equipo de reservas, ahora ya no veo nada de eso. No hay categorías infantiles y juveniles.
¿Recuerda los clásicos nacionales frente a FAS?
Claro. De FAS me acuerdo de David Cabrera, Manolo Álvarez, uno de los mejores volantes. También recuerdo a Alcides Piccioni, Carlos Recinos y otros más. Nosotros también teníamos buenos jugadores. También me acuerdo de los clásicos contra Alianza y Marte, que no tenía mucha afición, pero el estadio se llenaba. Era un juego de mucha expectativa.
¿Cree que antes pesaba más la camisola de Águila?
Creo que esa camisola siempre ha pesado. Lo pude ver desde que llegué al país con 20 años. Cuando llegué a Águila, había 10 jugadores en la selección nacional. Era duro para ser titular, había que sudar la camisola de un equipo para estar en el once titular. Gracias a Dios, en Águila siempre tuve a mi lado a jugadores de gran calidad.
¿Ha vuelto al estadio Juan Francisco Barraza de San Miguel para ver al Águila?
Sí. Volví al estadio de San Miguel y me impresionó mucho. Me senté en tribuna y mucha gente joven que jamás me vio jugar me aplaudió. Me hicieron dar una vuelta en el estadio para que me conociera la gente que no me vio jugar. Luego me fui a un programa televisivo en San Miguel y la gente no paraba de llamar. Eso me hace sentir satisfecho de haber jugado en un equipo tan grande como Águila.
¿No ha pensado venir al país como entrenador de Águila?
A cualquier jugador que haya militado en Águila le gustaría ser entrenador de ese equipo. Pero por ahora yo tengo otros planes. Actualmente vivo en Estados Unidos. Aquí realicé un curso de entrenador, pero no me dedico a eso. Por ahora mis planes no están enfocados a ser técnico. Si me dieran la oportunidad de dirigir en El Salvador, me dolería negarme.
En la ultima ocasión que vino al país se reencontró con su paisano Heraldo Correira, que ahora es auxiliar técnico del Águila.
Sí, me reuní con Heraldo, Paco Jovel, Baltazar Zapata, Moisés González y “Catuta” López, con el que no tuve oportunidad de jugar. Heraldo está contento de estar con el equipo. Le pido a la afición de Águila que le dé todo el apoyo a Zapata y a Heraldo ahora que son técnicos del equipo. Zapata merece dirigir al Águila porque le dio muchos triunfos.
¿Conserva recuerdos de Águila?
Sí. Lo único que me quedó fue la camisola que usé en Águila en 1982. Un sobrino de mi esposa tiene un álbum con fotos. Un periodista me perdió unas fotos en Estados Unidos. También tengo algunas placas de reconocimiento.
¿Qué significó para usted ser compañero de Juan Francisco Barraza?
Preliminarmente me habían hablado de él, pero yo no lo conocía. Lo vi en un partido donde ingresó en el segundo tiempo y quedé impresionado. La gente lo quería mucho. Creo que fue un excelente jugador. Fue un buen amigo para mí.
¿Cómo fue su amistad con “el Cisco” Díaz?
Siempre me unió a él una gran amistad. Mi familia se identificó mucho con la de él. Compartimos mucho tiempo juntos. Cuando nos concentraban nos quedábamos en el mismo cuarto. Me conmovió mucho cuando supe que lo habían asesinado. Por eso me fui para Honduras. Cuando “el Cisco” murió ya no era lo mismo para mí. “El Cisco” fue de los mejores centrodelanteros que ha habido en el fútbol salvadoreño.
David Antonio Pinho es un brasileño que militó durante 15 años en Águila. Se fue en 1983 hacia Estados Unidos, desde donde recordó para LA PRENSA GRÁFICA sus vivencias, sus compañeros y su amor por los colores negro y naranja.
Christian Peñate/ LPG 23/07/2007
David Antonio Pinho, otrora volante brasileño de Águila, habló en exclusiva con LA PRENSA GRÁFICA. Comentó cómo fue su amistad con Luis Baltazar “el Pelé” Zapata, Ismael “el Cisco” Díaz, Félix Pineda y otras figuras que tuvo el equipo emplumado en los setenta y ochenta.
A pesar de que ha pasado mucho tiempo desde que se fue del balompié salvadoreño, tiene recuerdos intactos. No pudo dejar de hablar del tiempo del conflicto armado en El Salvador (1980-1992) y de la forma en la que lo marcó el asesinato de su compañero de equipo Ismael “el Cisco” Díaz. Aseguró que después de la muerte de su compañero, las cosas ya no fueron iguales para él. Dijo que su familia fue muy unida con la de Díaz, quien fuera asesinado a finales de los setenta.
Pinho ahora vive en Estados Unidos y pudo ser localizado gracias al apoyo de Nelson Trejo.
¿Qué recuerda de aquel Águila histórico a la par de Ismael “el Cisco” Díaz, Luis Baltazar Zapata, Moisés González y otros jugadores más?
Yo llegué a Águila en 1968. En ese entonces, en Águila estaban jugadores que se iban a retirar del fútbol como Juan Francisco “Cariota” Barraza. Águila tenía 10 jugadores en la selección nacional. Ya en 1972, Barraza se incorporó al equipo como técnico. En ese año fuimos campeones. Allí estaban Zapata, Félix Pineda. Moisés González, Luis Abraham Coreas, “el Cisco” Díaz, y otros más. Ese fue mi primer torneo que gané con Águila. También fui campeón de un torneo de Confraternidad con Platense. El técnico era Juan Quartarone. Le mando saludos a él. En Platense me acuerdo de Jorge “el Gancho” Búcaro, “Lotario” Guerrero, el defensor Zafannella y otros jugadores.
Por lo que nos ha contado, Ismael “el Cisco” Díaz y Luis Baltazar Zapata fueron sus mejores compañeros en Águila.
Sí, pero también era amigo de todo el grupo. Con Félix Pineda tuve una buena amistad. Soy padrino de un hijo de él. Creo que esa unión entre todos los compañeros fue clave para que el equipo lograra grandes cosas. La amistad entre nosotros era grande.
¿Por qué dejo el fútbol salvadoreño en 1983?
La verdad ya tenía 35 años. También había otros motivos extrafutbolísticos que yo ya venía estudiando. Me costó tomar esa decisión, pero a la larga fue lo mejor que pude hacer. Me fui a pesar de que Águila quería renovarme el contrato.
¿Ha seguido de cerca el balompié salvadoreño en los últimos años?
Para ser sincero, no he estado muy pendiente del fútbol salvadoreño. Yo estuve en El Salvador hace cinco años (2002). Además en Estados Unidos pasan los mejores partidos del fútbol salvadoreño. He visto algunos y también vi a la selección en la última Copa de Oro. Me reuní con varios jugadores del Águila de mi época para comentar acerca del fútbol salvadoreño de la actualidad. A mi modo de ver las cosas ya no salen figuras como pasaba anteriormente. No es porque no haya, más bien, creo que lo que afectó fue la transición de la etapa de la guerra. Creo que el balompié salvadoreño ha bajado bastante de categoría en relación a lo que veía en la época en que jugaba. Ahora puedo ver cómo se ha superado Panamá. Antes era un equipo que todos lo goleaban. Incluso, me doy cuenta de que a Nicaragua ya no lo golean como antes. Y a El Salvador lo veo estancado. Algo pasa, pero no sé qué es.
¿Se puede decir que el balompié nacional ha retrocedido en los últimos años?
Definitivamente que sí. No quiero herir sentimientos. Antes había grandes figuras en el fútbol nacional. Cuando yo llegué a El Salvador conocí a “Mon” Martínez, Baltazar Zapata, Félix Pineda, Jorge “Mágico” González, Norberto “el Pajarito” Huezo, Jaime “la Chelona” Rodríguez y otros más. Los equipos eran más competitivos. Antes era tan difícil el equipo que iba en último lugar como el que tenía el liderato. Creo que en El Salvador no hay manera de renovar los procesos. Recuerdo que cuando jugaba allá había un equipo de reservas, ahora ya no veo nada de eso. No hay categorías infantiles y juveniles.
¿Recuerda los clásicos nacionales frente a FAS?
Claro. De FAS me acuerdo de David Cabrera, Manolo Álvarez, uno de los mejores volantes. También recuerdo a Alcides Piccioni, Carlos Recinos y otros más. Nosotros también teníamos buenos jugadores. También me acuerdo de los clásicos contra Alianza y Marte, que no tenía mucha afición, pero el estadio se llenaba. Era un juego de mucha expectativa.
¿Cree que antes pesaba más la camisola de Águila?
Creo que esa camisola siempre ha pesado. Lo pude ver desde que llegué al país con 20 años. Cuando llegué a Águila, había 10 jugadores en la selección nacional. Era duro para ser titular, había que sudar la camisola de un equipo para estar en el once titular. Gracias a Dios, en Águila siempre tuve a mi lado a jugadores de gran calidad.
¿Ha vuelto al estadio Juan Francisco Barraza de San Miguel para ver al Águila?
Sí. Volví al estadio de San Miguel y me impresionó mucho. Me senté en tribuna y mucha gente joven que jamás me vio jugar me aplaudió. Me hicieron dar una vuelta en el estadio para que me conociera la gente que no me vio jugar. Luego me fui a un programa televisivo en San Miguel y la gente no paraba de llamar. Eso me hace sentir satisfecho de haber jugado en un equipo tan grande como Águila.
¿No ha pensado venir al país como entrenador de Águila?
A cualquier jugador que haya militado en Águila le gustaría ser entrenador de ese equipo. Pero por ahora yo tengo otros planes. Actualmente vivo en Estados Unidos. Aquí realicé un curso de entrenador, pero no me dedico a eso. Por ahora mis planes no están enfocados a ser técnico. Si me dieran la oportunidad de dirigir en El Salvador, me dolería negarme.
En la ultima ocasión que vino al país se reencontró con su paisano Heraldo Correira, que ahora es auxiliar técnico del Águila.
Sí, me reuní con Heraldo, Paco Jovel, Baltazar Zapata, Moisés González y “Catuta” López, con el que no tuve oportunidad de jugar. Heraldo está contento de estar con el equipo. Le pido a la afición de Águila que le dé todo el apoyo a Zapata y a Heraldo ahora que son técnicos del equipo. Zapata merece dirigir al Águila porque le dio muchos triunfos.
¿Conserva recuerdos de Águila?
Sí. Lo único que me quedó fue la camisola que usé en Águila en 1982. Un sobrino de mi esposa tiene un álbum con fotos. Un periodista me perdió unas fotos en Estados Unidos. También tengo algunas placas de reconocimiento.
¿Qué significó para usted ser compañero de Juan Francisco Barraza?
Preliminarmente me habían hablado de él, pero yo no lo conocía. Lo vi en un partido donde ingresó en el segundo tiempo y quedé impresionado. La gente lo quería mucho. Creo que fue un excelente jugador. Fue un buen amigo para mí.
¿Cómo fue su amistad con “el Cisco” Díaz?
Siempre me unió a él una gran amistad. Mi familia se identificó mucho con la de él. Compartimos mucho tiempo juntos. Cuando nos concentraban nos quedábamos en el mismo cuarto. Me conmovió mucho cuando supe que lo habían asesinado. Por eso me fui para Honduras. Cuando “el Cisco” murió ya no era lo mismo para mí. “El Cisco” fue de los mejores centrodelanteros que ha habido en el fútbol salvadoreño.