Post by realeagle on Mar 7, 2008 19:48:04 GMT -5
“Si todos hicieran lo que les corresponde, el fútbol saldría adelante”
Raúl García, conocido como “el Superman”, fue disciplinado. En el boom de su carrera deportiva ahorró dinero para invertirlo y evitó las juergas y los lujos que el limitado mundo futbolístico salvadoreño permite. Ahora tiene una barbería y entrena a los niños en el programa de FESA.
En está plática, el ex arquero de la selección cuenta algunas de sus experiencias con el fútbol, los goles que le metió el Mágico y la nostalgia de haber portado los colores nacionales en estadios llenos. Cuando la selección jugaba con estadios llenos.
Por Daniel Valencia, Sergio Arauz Fotos: Mauro Arias.
¿Recordás tu último partido oficial? Fue la final del apertura 99/2000, Águila-Limeño. Ganamos 1-0, quedamos campeones y después tomé la decisión de retirarme.
Hace casi ocho años. Yo todavía siento que fue hace poco. El tiempo pasa rápido. Pero me siento bien, tranquilo. Di mi mayor y mejor esfuerzo. No me ha quedado ese sentimiento de que no hice lo posible. No me ha quedado ese vacío que otros compañeros me han dicho que sienten.
¿No te hace falta ser “el portero”? No me hace falta el protagonismo. Siempre traté de ser efectivo con el menor protagonismo posible. Adentro de la cancha y afuera. Lo que me hace falta es la sensación de estar allá adentro. Recuerdo momentos de cuando entraba a un terreno de juego y todavía se me eriza la piel. Imagino que estoy en medio de un estadio lleno, como se llenaba antes en eliminatorias y juegos importantes, y son sensaciones que a uno como deportista lo alimentan. Eso sí me hace falta. Incluso cuando platico con amigos, jóvenes, les hago ver esa sensación que uno tiene.
¿Qué se siente? Una sensación interna que si la canalizás negativamente los nervios te traicionan y es mejor no jugar. En cambio, te da motivación para jugar mejor.
Empezaste tu carrera en el 81. En la reserva de la Universidad Nacional. Casi el mismo año pasé a la mayor sin tener mucha actividad. Ya en el 82 estuve peleando por posiciones de titularidad; y de ahí, desde el 87 que llegué a Águila hasta el 99-2000 que me retiré.
¿Cómo llegaste a la Universidad Nacional? En ese entonces vivíamos en San Salvador. Mis padres se vinieron a la capital por trabajo. La U era un equipo de tradición en la capital. Aquí estaba Marte y Alianza, pero la UN era muy querido, con una gran tradición. La falta de apoyo de la dirigencia, sin embargo, complicó la existencia del equipo.
(El mesero ya se ha retirado con la orden. Raúl sólo pidió un café porque dice que de la dieta deportiva le quedó, de norma, sólo comer una tostada con miel y un café o jugo en las mañanas. “No era glotón como otros, jajaja. Y ya comí. Gracias”).
¿De dónde te salió lo de portero? Cuando joven iba a jugar al oratorio del Colegio Ricaldone en la Colonia Libertad. Y siempre, de lo que me acuerdo, fui portero. Y siempre quería jugar otra posición pero mis compañeros y entrenadores no me dejaban. Me decían que sin mí en el arco el equipo no era el mismo. Eso me fue entrando de tal manera que de repente disfrutaba la posición y sentía algo así como la responsabilidad.
Mira, es que te pregunto porque alguna vez en mi vida fui portero, y todavía no entiendo por qué. Yo siento que la publicidad… los más protagonistas en un juego son los delanteros, los que meten los goles y el portero. Los que meten los goles y los que quitan los goles. El niño se fija y siempre quiere ser protagonista. Y elige la portería o ser delantero, aunque en ese tiempo quizá no tenga bien definida la posición en que jugará después. Pero uno siempre quiere ser protagonista.
Ah bueno, yo pensé que era portero por maleta… Jajaja. Anda a preguntarle a un niño si le gustaría ser como Iker Casillas…
¿Cuántos años tenías cuando empezaste a jugar en la Universidad? Tenía 19 años cuando comencé en la reserva. Un año después ya estaba de titular en la mayor.
Y te ha tratado bien el fútbol?A mí sí. Incluso, yo le digo a mi hijo mayor, que tiene 20 años; a mi esposa y mis amigos, que si volviera a nacer volvería a ser futbolista. No sólo por lo económico, eso puede estar bien o mal; pero la sensación que uno siente adentro de la cancha, cuando a uno le gusta el fútbol, y estás disputando un partido oficial es indescriptible. Lo que uno vive en el fútbol es indescriptible. Te permite conocer a mucha gente; que la gente te conozca; contactar con la gente indirectamente. Mucha gente te saluda y uno no los conoce, porque eran aficionados, los de las gradas con los que no tenías contacto directo. Pero ellos me saludaban y mi forma de retribuirles esa confianza era tratando de jugar bien. De ahí, nunca me preocupé en ser héroe sino que en tratar de ser lo más profesional posible para tratar de hacer bien las cosas.
¿El fútbol te dejó estabilidad al final de tu carrera? Hasta el momento considero que sí. Cometí errores, que platico con compañeros jóvenes…
… Es que los futbolistas en El Salvador tienen una fama de ganar bastante dinero cuando juegan pero como tienen una vida desordenada después se quedan sin nada. Eso me lo prohibí cuando pasé al Águila. Entonces, me dije, llegó el momento de responsabilizarme más. Y tomé la decisión de que iba a ser lo más profesional posible, de preguntarme si quería triunfar o fracasar.
O sea que los primeros siete años fueron de parranda. No, no fueron de parranda. O sea, me refiero a que en ese momento decidí que esa sería mi profesión. Pasaba a Águila, que para mí es el mejor equipo del país, y tenía que hacerlo de la mejor forma.
¿Y el Alianza? Ja, ja, ja.Ja, ja, ja… Ese momento me llevó a tomar la reflexión. “¿Quiero triunfar o quiero fracasar?”, me pregunté. Y triunfar significaba un sacrificio de la constancia, de la responsabilidad y del profesionalismo. Si quería fracasar, ahí estaba el otro camino. Y me decidí por triunfar en el aspecto deportivo. Eso me llevó a… Yo siempre vi primero lo deportivo y que lo económico iba a ser una consecuencia de eso. No vi primero lo económico nunca. No sé si eso es malo o bueno, pero a mí me resultó. Es que yo soy de los que considera que para pedir primero hay que dar. Tenía que dar mi aporte como jugador profesional y lo demás iba a venir como consecuencia.
¿Cuál es el partido que más recordás? Partidos fueron muchos. Así como recuerdo los primeros dos partidos que hice a nivel profesional, que fueron con la Universidad Nacional; así recuerdo partidos de campeonato con el Águila y de eliminatoria con la selección nacional. Son muchos, no hay un partido en especial que pueda decir que fue “el partido de mi vida”. Trataba que cada partido fuera el mejor; que si cometía un error en un juego, en el próximo esto cambiara. ¿Cómo decirlo? Tratar de ser el responsable principal de un buen resultado. ¿Por qué?, porque no me podía dar el lujo de cometer un error en un partido y el siguiente cometer otro. Me preparaba para lo bueno y para lo malo de los juegos. Si en un partido cometía un error, después me tenía que convertir en el mejor jugador.
¿Te llegaron a golear? Sí.
¿Cuántos? Seis goles de ADET. Un partido en San Miguel.
¿Esa fue la mayor goleada que te metieron? Sí.
¡Ya ves que el Águila no es el mejor equipo! Sigue siendo el mejor. Antes éramos “más mejor”, todavía. Ja, ja, ja.
Ja, ja, ja. ¿Y lesiones? Me fracturé la nariz y un dedo dos veces, pero fueron lesiones leves. Y el año de mi retiro tuve una distensión de ligamentos de la rodilla derecha. Pero en ese aspecto tuve suerte. Aunque realmente considero que tomaba muchos riesgos porque uno de mis fuertes era el uno contra uno, salir a los achiques, donde tuve la suerte de salir sin lesiones. No sé si fue suerte o parte de la técnica pero no tuve lesiones graves.
¿Qué le podrías reclamar al fútbol profesional? Lo mismo que la afición pide ahora es lo que pedía cuando yo comencé a jugar. El problema es que todos nos hemos vuelto nostálgicos y nadie toma acciones para que realmente el fútbol se desarrolle. Me acuerdo que cuando comenzaba a jugar, mi papá, que era un gran aficionado del Águila, me decía “es que el fútbol de antes estaba mejor”. Me mencionaba a todos los ex jugadores del Águila, a todos del Alianza y del Once Municipal… vivía de esa nostalgia. Pero los tiempos cambian. El fútbol de la época de mi papá era diferente al que jugué yo; y es diferente al actual. El fútbol ha evolucionado. Pero los tiempos cambian, el fútbol de esa época fue diferente al que yo jugué, y el fútbol que yo jugué es diferente al que se juega ahora. El fútbol ha evolucionado y los tiempos han cambiado…
¿Y vos cómo la ves, Superman ? ¿Se juega mejor ahora que en el 98? Es la última selección que yo considero ha habido…
Tal vez esa fue una selección de transición, porque antes, cuando yo comencé a principios de los 70 y 80, era un fútbol con menos dinámica, con más técnica, pero también con más rudeza, porque se permitía más. A mediados de los 90, al menos aquí en el país, en Europa fue mucho antes el desarrollo de la capacidad física del fútbol. Nosotros en el 98 lográbamos esa mezcla de capacidad física con técnica y carácter. A veces habíamos jugadores que no éramos una lumbrera, pero que teníamos carácter y el deseo de salir adelante, eso nos ayudaba mucho. Eso tal vez siento que es lo que hace falta ahora.
¿Cuál ha sido la selección que ha estado más cerca ...? Esa, la de eliminatoria del 98. Estuvimos a un partido de clasificar…Quedamos fuera por una serie, por la serie contra Jamaica. Nosotros nos hicimos fuertes por la serie contra Costa Rica. En el primer partido le ganamos dos a uno, y fue un gran juego. Era importante porque si perdíamos estábamos casi fuera de la eliminatoria, porque Costa Rica había jugado ya en varios partidos, y se nos habría hecho inalcanzable. Nosotros le ganamos la serie a Costa Rica. También le fuimos ganando puntos a Estados Unidos, pero finalmente perdimos la serie contra Jamaica. Si nosotros le hubiéramos ganado a ellos en El Salvador antes de jugar contra Costa Rica y Estados Unidos clasificamos al mundial.
Raúl García, conocido como “el Superman”, fue disciplinado. En el boom de su carrera deportiva ahorró dinero para invertirlo y evitó las juergas y los lujos que el limitado mundo futbolístico salvadoreño permite. Ahora tiene una barbería y entrena a los niños en el programa de FESA.
En está plática, el ex arquero de la selección cuenta algunas de sus experiencias con el fútbol, los goles que le metió el Mágico y la nostalgia de haber portado los colores nacionales en estadios llenos. Cuando la selección jugaba con estadios llenos.
Por Daniel Valencia, Sergio Arauz Fotos: Mauro Arias.
¿Recordás tu último partido oficial? Fue la final del apertura 99/2000, Águila-Limeño. Ganamos 1-0, quedamos campeones y después tomé la decisión de retirarme.
Hace casi ocho años. Yo todavía siento que fue hace poco. El tiempo pasa rápido. Pero me siento bien, tranquilo. Di mi mayor y mejor esfuerzo. No me ha quedado ese sentimiento de que no hice lo posible. No me ha quedado ese vacío que otros compañeros me han dicho que sienten.
¿No te hace falta ser “el portero”? No me hace falta el protagonismo. Siempre traté de ser efectivo con el menor protagonismo posible. Adentro de la cancha y afuera. Lo que me hace falta es la sensación de estar allá adentro. Recuerdo momentos de cuando entraba a un terreno de juego y todavía se me eriza la piel. Imagino que estoy en medio de un estadio lleno, como se llenaba antes en eliminatorias y juegos importantes, y son sensaciones que a uno como deportista lo alimentan. Eso sí me hace falta. Incluso cuando platico con amigos, jóvenes, les hago ver esa sensación que uno tiene.
¿Qué se siente? Una sensación interna que si la canalizás negativamente los nervios te traicionan y es mejor no jugar. En cambio, te da motivación para jugar mejor.
Empezaste tu carrera en el 81. En la reserva de la Universidad Nacional. Casi el mismo año pasé a la mayor sin tener mucha actividad. Ya en el 82 estuve peleando por posiciones de titularidad; y de ahí, desde el 87 que llegué a Águila hasta el 99-2000 que me retiré.
¿Cómo llegaste a la Universidad Nacional? En ese entonces vivíamos en San Salvador. Mis padres se vinieron a la capital por trabajo. La U era un equipo de tradición en la capital. Aquí estaba Marte y Alianza, pero la UN era muy querido, con una gran tradición. La falta de apoyo de la dirigencia, sin embargo, complicó la existencia del equipo.
(El mesero ya se ha retirado con la orden. Raúl sólo pidió un café porque dice que de la dieta deportiva le quedó, de norma, sólo comer una tostada con miel y un café o jugo en las mañanas. “No era glotón como otros, jajaja. Y ya comí. Gracias”).
¿De dónde te salió lo de portero? Cuando joven iba a jugar al oratorio del Colegio Ricaldone en la Colonia Libertad. Y siempre, de lo que me acuerdo, fui portero. Y siempre quería jugar otra posición pero mis compañeros y entrenadores no me dejaban. Me decían que sin mí en el arco el equipo no era el mismo. Eso me fue entrando de tal manera que de repente disfrutaba la posición y sentía algo así como la responsabilidad.
Mira, es que te pregunto porque alguna vez en mi vida fui portero, y todavía no entiendo por qué. Yo siento que la publicidad… los más protagonistas en un juego son los delanteros, los que meten los goles y el portero. Los que meten los goles y los que quitan los goles. El niño se fija y siempre quiere ser protagonista. Y elige la portería o ser delantero, aunque en ese tiempo quizá no tenga bien definida la posición en que jugará después. Pero uno siempre quiere ser protagonista.
Ah bueno, yo pensé que era portero por maleta… Jajaja. Anda a preguntarle a un niño si le gustaría ser como Iker Casillas…
¿Cuántos años tenías cuando empezaste a jugar en la Universidad? Tenía 19 años cuando comencé en la reserva. Un año después ya estaba de titular en la mayor.
Y te ha tratado bien el fútbol?A mí sí. Incluso, yo le digo a mi hijo mayor, que tiene 20 años; a mi esposa y mis amigos, que si volviera a nacer volvería a ser futbolista. No sólo por lo económico, eso puede estar bien o mal; pero la sensación que uno siente adentro de la cancha, cuando a uno le gusta el fútbol, y estás disputando un partido oficial es indescriptible. Lo que uno vive en el fútbol es indescriptible. Te permite conocer a mucha gente; que la gente te conozca; contactar con la gente indirectamente. Mucha gente te saluda y uno no los conoce, porque eran aficionados, los de las gradas con los que no tenías contacto directo. Pero ellos me saludaban y mi forma de retribuirles esa confianza era tratando de jugar bien. De ahí, nunca me preocupé en ser héroe sino que en tratar de ser lo más profesional posible para tratar de hacer bien las cosas.
¿El fútbol te dejó estabilidad al final de tu carrera? Hasta el momento considero que sí. Cometí errores, que platico con compañeros jóvenes…
… Es que los futbolistas en El Salvador tienen una fama de ganar bastante dinero cuando juegan pero como tienen una vida desordenada después se quedan sin nada. Eso me lo prohibí cuando pasé al Águila. Entonces, me dije, llegó el momento de responsabilizarme más. Y tomé la decisión de que iba a ser lo más profesional posible, de preguntarme si quería triunfar o fracasar.
O sea que los primeros siete años fueron de parranda. No, no fueron de parranda. O sea, me refiero a que en ese momento decidí que esa sería mi profesión. Pasaba a Águila, que para mí es el mejor equipo del país, y tenía que hacerlo de la mejor forma.
¿Y el Alianza? Ja, ja, ja.Ja, ja, ja… Ese momento me llevó a tomar la reflexión. “¿Quiero triunfar o quiero fracasar?”, me pregunté. Y triunfar significaba un sacrificio de la constancia, de la responsabilidad y del profesionalismo. Si quería fracasar, ahí estaba el otro camino. Y me decidí por triunfar en el aspecto deportivo. Eso me llevó a… Yo siempre vi primero lo deportivo y que lo económico iba a ser una consecuencia de eso. No vi primero lo económico nunca. No sé si eso es malo o bueno, pero a mí me resultó. Es que yo soy de los que considera que para pedir primero hay que dar. Tenía que dar mi aporte como jugador profesional y lo demás iba a venir como consecuencia.
¿Cuál es el partido que más recordás? Partidos fueron muchos. Así como recuerdo los primeros dos partidos que hice a nivel profesional, que fueron con la Universidad Nacional; así recuerdo partidos de campeonato con el Águila y de eliminatoria con la selección nacional. Son muchos, no hay un partido en especial que pueda decir que fue “el partido de mi vida”. Trataba que cada partido fuera el mejor; que si cometía un error en un juego, en el próximo esto cambiara. ¿Cómo decirlo? Tratar de ser el responsable principal de un buen resultado. ¿Por qué?, porque no me podía dar el lujo de cometer un error en un partido y el siguiente cometer otro. Me preparaba para lo bueno y para lo malo de los juegos. Si en un partido cometía un error, después me tenía que convertir en el mejor jugador.
¿Te llegaron a golear? Sí.
¿Cuántos? Seis goles de ADET. Un partido en San Miguel.
¿Esa fue la mayor goleada que te metieron? Sí.
¡Ya ves que el Águila no es el mejor equipo! Sigue siendo el mejor. Antes éramos “más mejor”, todavía. Ja, ja, ja.
Ja, ja, ja. ¿Y lesiones? Me fracturé la nariz y un dedo dos veces, pero fueron lesiones leves. Y el año de mi retiro tuve una distensión de ligamentos de la rodilla derecha. Pero en ese aspecto tuve suerte. Aunque realmente considero que tomaba muchos riesgos porque uno de mis fuertes era el uno contra uno, salir a los achiques, donde tuve la suerte de salir sin lesiones. No sé si fue suerte o parte de la técnica pero no tuve lesiones graves.
¿Qué le podrías reclamar al fútbol profesional? Lo mismo que la afición pide ahora es lo que pedía cuando yo comencé a jugar. El problema es que todos nos hemos vuelto nostálgicos y nadie toma acciones para que realmente el fútbol se desarrolle. Me acuerdo que cuando comenzaba a jugar, mi papá, que era un gran aficionado del Águila, me decía “es que el fútbol de antes estaba mejor”. Me mencionaba a todos los ex jugadores del Águila, a todos del Alianza y del Once Municipal… vivía de esa nostalgia. Pero los tiempos cambian. El fútbol de la época de mi papá era diferente al que jugué yo; y es diferente al actual. El fútbol ha evolucionado. Pero los tiempos cambian, el fútbol de esa época fue diferente al que yo jugué, y el fútbol que yo jugué es diferente al que se juega ahora. El fútbol ha evolucionado y los tiempos han cambiado…
¿Y vos cómo la ves, Superman ? ¿Se juega mejor ahora que en el 98? Es la última selección que yo considero ha habido…
Tal vez esa fue una selección de transición, porque antes, cuando yo comencé a principios de los 70 y 80, era un fútbol con menos dinámica, con más técnica, pero también con más rudeza, porque se permitía más. A mediados de los 90, al menos aquí en el país, en Europa fue mucho antes el desarrollo de la capacidad física del fútbol. Nosotros en el 98 lográbamos esa mezcla de capacidad física con técnica y carácter. A veces habíamos jugadores que no éramos una lumbrera, pero que teníamos carácter y el deseo de salir adelante, eso nos ayudaba mucho. Eso tal vez siento que es lo que hace falta ahora.
¿Cuál ha sido la selección que ha estado más cerca ...? Esa, la de eliminatoria del 98. Estuvimos a un partido de clasificar…Quedamos fuera por una serie, por la serie contra Jamaica. Nosotros nos hicimos fuertes por la serie contra Costa Rica. En el primer partido le ganamos dos a uno, y fue un gran juego. Era importante porque si perdíamos estábamos casi fuera de la eliminatoria, porque Costa Rica había jugado ya en varios partidos, y se nos habría hecho inalcanzable. Nosotros le ganamos la serie a Costa Rica. También le fuimos ganando puntos a Estados Unidos, pero finalmente perdimos la serie contra Jamaica. Si nosotros le hubiéramos ganado a ellos en El Salvador antes de jugar contra Costa Rica y Estados Unidos clasificamos al mundial.