Post by aguiluchomayor on Apr 22, 2009 8:06:29 GMT -5
La casita, los relojitos y el carrito de Saca
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Carlos H. Bruch Cornejo
chbruch@gmail.com
Circula en Internet un correo electrónico con una foto de una mansión en una exclusiva zona de San Salvador.
La fotografía muestra una residencia con muchas habitaciones y un enorme patio, como la de un jeque árabe. De eso que se ve sólo en las revistas del jet set. Imponente.
Dice el correo que es la futura casa de nuestro próximo ex presidente Saca.
Hace un par de años una persona híper cercana al mandatario saliente, el que hizo perder a su partido por no cumplir con sus alagartadas promesas, me contó que éste tenía en su habitación una pecera grande. Adentro muchos pescaditos de colores, bonitos, exóticos. Pero lo más atractivo de ese acuario eran otros adornos: dieciocho (sí, 18!) relojes marca Rolex originales, decía mi fuente, que servían de esculturas para los pescaditos presidenciales. Era algo asi como un caprichito excéntrico –y vaya que caro- del locutor deportivo que pusieron a manejar por cinco años los intereses de su partido.
Cuando Saca estaba en plena campaña, esa de “soy gente del mero pueblo y vengo desde bien abajo” -cosa que para mi sorpresa y tristeza muchos salvadoreños se tragaron- lucía, irónico, ese concepto que pretendía transmitirse a toda costa. Aquello era un pantagruélico manjar propagandístico. Bochornosamente caro y que los ciudadanos terminamos pagando, por supuesto.
Al mismo tiempo que el presidente del grupo de radios encabezaba ese festín mediático (la prensa “amiga” y los publicistas compinches de su jefe de la corporación televisiva de dudoso proceder le acompañaron en todo, previendo así su millonaria inversión futura de cinco años) y navegaba con bandera de “soy un salvadoreño surgido desde el más bajo escalafón social” él vivía en otra mansioncita. Y no eran cuentos, la vi personalmente, queda allá en la colonia Escalón por el super Selectos, a un par de cuadras de la residencia presidencial. Portón grande anaranjado con azul marino. También de estilo algo arábico.
¿Acaso es lógico que un candidato a presidente al mismo tiempo que se autodenominaba humilde, trabajador honrado y gran luchador de vida se manejara un carro Jaguar último modelo? En una de esas naves andaba el sonriente Tony. Y hasta donde yo sé, esos carros que valen sobre los cien mil dólares no son precisamente el auto del pueblo y sencillito que se adquiere en cuotas.
No es que un presidente no tenga derecho a tener sus cositas, al contrario. Si trabaja por todos los ciudadanos en la conducción abnegada de un país pulverizado en la pobreza como el nuestro, pues que se le compense, pero comedidamente. El asunto es cuando no hace más que ser el hombre clave para solucionarle la vida a sus jefes del partido –y de la cadena de televisión y radios- y a algunos malos empresarios. Y se olvida del resto de salvadoreños.
Con el sueldo de $5,181.72 dólares (según univision.com) que tiene como primer mandatario, no dan los números para adquirir el palacete de la foto de Internet. Ni para la que también se comenta que se compró en California.
Eso suponiendo que cumple con la ley que le impide percibir más de ese salario mientras ejerce el cargo.
Ya sabemos que lo que corresponde también por ley es que se haga una revisión de sus bienes cuando deje de ser presidente. Cotejar lo que tenía antes de serlo y lo que tiene hoy. Y ver si no hay nada que arroje sospecha de haberse enriquecido de manera incorrecta.
Práctica que pareciera haber sido habitual entre funcionarios areneros durante los fatídicos veinte años de mal gobierno.
Cuando terminó el período de Paco Flores un funcionario de la Corte, haciendo lo que debía según sus obligaciones, inició el proceso de investigación de los bienes de todo el gabinete saliente. De inmediato fue destituido de su cargo y amenazado a callar.
¿Cuánto habrán pagado los seguidores del mayor escuadronero al jefe de ese funcionario –un descolorido presidente de la Corte Suprema- para enviar el caso a archivo o borrarlo? Lo cierto es que hasta ahí llegó el asunto.
El 15 de marzo pasado hubo un cambio que la mayoría de salvadoreños decidimos apoyar para que dejemos de ser gobernados por personas que faltan a la honradez.
Esperemos que prolifere la investigación de las casotas, los carrazos. Los terrenos y los negocios “maddoffianos” de los funcionarios areneros salientes.
Comenzando por varios ministros-buenos amigos del presi, como el del MOP. Y varios otros que también se fueron de manera intempestiva y sin rendir cuentas de raros faltantes.
No hay que ser demasiado observador para descubrir que han habido más negocios de esos turbios, oficialistas.
Y que si no se han conocido a cabalidad es porque el órgano judicial seguramente ha podido ser promotor y cómplice. Así como los medios se han hecho de la vista gorda, a conveniencia. Por lo ya dicho: velan por su pauta publicitaria y no por su prestigio y credibilidad periodísticos.
Negociados y corruptela de dimensiones tales que los minipalacios, los automóviles de lujo y las joyas podrían parecer pepescas al lado de los peces gordos como los del presidente ex pobre.
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Carlos H. Bruch Cornejo
chbruch@gmail.com
Circula en Internet un correo electrónico con una foto de una mansión en una exclusiva zona de San Salvador.
La fotografía muestra una residencia con muchas habitaciones y un enorme patio, como la de un jeque árabe. De eso que se ve sólo en las revistas del jet set. Imponente.
Dice el correo que es la futura casa de nuestro próximo ex presidente Saca.
Hace un par de años una persona híper cercana al mandatario saliente, el que hizo perder a su partido por no cumplir con sus alagartadas promesas, me contó que éste tenía en su habitación una pecera grande. Adentro muchos pescaditos de colores, bonitos, exóticos. Pero lo más atractivo de ese acuario eran otros adornos: dieciocho (sí, 18!) relojes marca Rolex originales, decía mi fuente, que servían de esculturas para los pescaditos presidenciales. Era algo asi como un caprichito excéntrico –y vaya que caro- del locutor deportivo que pusieron a manejar por cinco años los intereses de su partido.
Cuando Saca estaba en plena campaña, esa de “soy gente del mero pueblo y vengo desde bien abajo” -cosa que para mi sorpresa y tristeza muchos salvadoreños se tragaron- lucía, irónico, ese concepto que pretendía transmitirse a toda costa. Aquello era un pantagruélico manjar propagandístico. Bochornosamente caro y que los ciudadanos terminamos pagando, por supuesto.
Al mismo tiempo que el presidente del grupo de radios encabezaba ese festín mediático (la prensa “amiga” y los publicistas compinches de su jefe de la corporación televisiva de dudoso proceder le acompañaron en todo, previendo así su millonaria inversión futura de cinco años) y navegaba con bandera de “soy un salvadoreño surgido desde el más bajo escalafón social” él vivía en otra mansioncita. Y no eran cuentos, la vi personalmente, queda allá en la colonia Escalón por el super Selectos, a un par de cuadras de la residencia presidencial. Portón grande anaranjado con azul marino. También de estilo algo arábico.
¿Acaso es lógico que un candidato a presidente al mismo tiempo que se autodenominaba humilde, trabajador honrado y gran luchador de vida se manejara un carro Jaguar último modelo? En una de esas naves andaba el sonriente Tony. Y hasta donde yo sé, esos carros que valen sobre los cien mil dólares no son precisamente el auto del pueblo y sencillito que se adquiere en cuotas.
No es que un presidente no tenga derecho a tener sus cositas, al contrario. Si trabaja por todos los ciudadanos en la conducción abnegada de un país pulverizado en la pobreza como el nuestro, pues que se le compense, pero comedidamente. El asunto es cuando no hace más que ser el hombre clave para solucionarle la vida a sus jefes del partido –y de la cadena de televisión y radios- y a algunos malos empresarios. Y se olvida del resto de salvadoreños.
Con el sueldo de $5,181.72 dólares (según univision.com) que tiene como primer mandatario, no dan los números para adquirir el palacete de la foto de Internet. Ni para la que también se comenta que se compró en California.
Eso suponiendo que cumple con la ley que le impide percibir más de ese salario mientras ejerce el cargo.
Ya sabemos que lo que corresponde también por ley es que se haga una revisión de sus bienes cuando deje de ser presidente. Cotejar lo que tenía antes de serlo y lo que tiene hoy. Y ver si no hay nada que arroje sospecha de haberse enriquecido de manera incorrecta.
Práctica que pareciera haber sido habitual entre funcionarios areneros durante los fatídicos veinte años de mal gobierno.
Cuando terminó el período de Paco Flores un funcionario de la Corte, haciendo lo que debía según sus obligaciones, inició el proceso de investigación de los bienes de todo el gabinete saliente. De inmediato fue destituido de su cargo y amenazado a callar.
¿Cuánto habrán pagado los seguidores del mayor escuadronero al jefe de ese funcionario –un descolorido presidente de la Corte Suprema- para enviar el caso a archivo o borrarlo? Lo cierto es que hasta ahí llegó el asunto.
El 15 de marzo pasado hubo un cambio que la mayoría de salvadoreños decidimos apoyar para que dejemos de ser gobernados por personas que faltan a la honradez.
Esperemos que prolifere la investigación de las casotas, los carrazos. Los terrenos y los negocios “maddoffianos” de los funcionarios areneros salientes.
Comenzando por varios ministros-buenos amigos del presi, como el del MOP. Y varios otros que también se fueron de manera intempestiva y sin rendir cuentas de raros faltantes.
No hay que ser demasiado observador para descubrir que han habido más negocios de esos turbios, oficialistas.
Y que si no se han conocido a cabalidad es porque el órgano judicial seguramente ha podido ser promotor y cómplice. Así como los medios se han hecho de la vista gorda, a conveniencia. Por lo ya dicho: velan por su pauta publicitaria y no por su prestigio y credibilidad periodísticos.
Negociados y corruptela de dimensiones tales que los minipalacios, los automóviles de lujo y las joyas podrían parecer pepescas al lado de los peces gordos como los del presidente ex pobre.