Post by realeagle on Feb 25, 2010 13:34:34 GMT -5
No coincido para nada con sus posiciones politicas, pero no pierde chance para dar siempre a conocer su aficion por el Águila
El mundo a través de un plasma Marvin Galeas*
Tengo presente el olor a grama, las voces de miles de personas, el ruido de los cohetes, los aplausos a los once jugadores de club deportivo Águila, manos en alto, camisas naranja con una franja negra en el pecho, pantaloncillos y medias negras, saludando a la afición. Era 1969 y la primera vez que iba a un estadio. Entonces el estadio de San Miguel no se llamaba Barraza, porque allí estaba Barraza jugando todavía. Era yo un niño flaco y orejón que se quedó, desde entonces, prendado para siempre del Águila, del fútbol y de los estadios. Después conocí el Flor Blanca y, siguiendo al Águila, casi todos los estadios (algunos en verdad no lo eran) del país. Fui a la inauguración del Cuscatlán en 1976. Era un partido entre la Selección y el campeón de Europa, el equipo alemán Borusia. El entrenador de la Selección era nada menos y nada más que Raúl "Araña" Magaña. Fue el primer entrenador salvadoreño que dirigía de saco y corbata, al estilo europeo. Años después nos hicimos amigos con el legendario "mejor portero de El Salvador", quien ahora descansa en paz. Cuando estuve en la guerra oía los partidos por radio. Entonces mi cuerpo estaba en el frente de batalla, pero mi mente, fantasiosa como siempre, estaba en el estadio. Hasta sentía el olor a carne asada, los insultos al árbitro y al flaco vendiendo cerveza helada. Cuando terminó la guerra, volví al estadio. Y al mismo tiempo comencé a ver, por primera vez, la liga española. A mediados de los noventa me robaron, en el estadio, el radio del carro. El robo combinado con la liga española fue matando mi pasión por los estadios salvadoreños. Ya casi no voy. Además mis hijas y mi esposa se hicieron aficionadas a muerte al Real Madrid. Primero fue por David Beckham, ahora por Cristiano Ronaldo, aunque a Jeannette le gusta más Iker Casillas, que todos los demás. Una vez que mi esposa se atrevió a decir que Pep Guardiola era un tipo elegante, casi la matan. Yo me sumé al linchamiento verbal por razones que van más allá de lo deportivo.
Una de las cosas que más disfruto en la vida es ver con mi familia los partidos del Real Madrid. Al Águila generalmente lo veo solo. A veces Marcelita y mi esposa por lástima me hacen compañía. En el fondo de mi corazón si Águila jugara contra el Real Madrid le fuera al Águila, independientemente del resultado. Poco a poco me gusta más, para ver partidos, la sala de mi casa que el estadio. El asiento es mullido. El baño es limpio. Puedo comer el bocadillo que quiera. Estoy en sombra y nadie, desde el palco, me va a tirar orines. Además en el plasma repiten las jugadas interesantes. Hablo de la liga local. Con la liga española es otra cosa. No pierdo las esperanzas de ir, con toda la tropa de mujeres que hay en mi casa, al Bernabeu a ver un clásico. Igual me ha pasado con el cine. Antes me encantaba ir al Viéytez, al Majestic, El Darío, el Izalco, incluso el Avenida. Me encantaba hacer la fila, comprar un hot dog y una gaseosa. El momento cumbre era cuando las luces se apagaban y aparecía en la gigantesca pantalla el mundo de la Universal, el león de la Metro, la estatua de la Columbia o el volcancito de la Paramount. Era todo un ritual. Pero desde que aparecieron los DVD, prefiero ver películas en mi casa. Puedo parar la película para ir al baño, que siempre está limpio. El asiento es más cómodo y la comida no es tan cara. Además cuando termina la película nos vamos directo a la cama. El plasma tiene una magnífica resolución. De manera que casi no voy al cine. El plasma ya no sólo es mi estadio y mi cine. Es también mi ventana al mundo, casi en tiempo real. CNN me cuenta lo que pasa de interesante en cualquier rincón del planeta. Puedo estar con "E" en la alfombra roja en la ceremonia de la entrega de los Oscar o los Grammy. Aprendo mucho de delfines, culebras y osos polares en Animal Planet; Discovery me enseña de otras culturas y civilizaciones. Todo el mundo cabe en el plasma. Si uno se descuida se vuelve vicio. Para contrarrestarlo afortunadamente allí están mis queridos libros. Puro papel. Lo demás es imaginación. Mejor que el plasma.
El mundo a través de un plasma Marvin Galeas*
Tengo presente el olor a grama, las voces de miles de personas, el ruido de los cohetes, los aplausos a los once jugadores de club deportivo Águila, manos en alto, camisas naranja con una franja negra en el pecho, pantaloncillos y medias negras, saludando a la afición. Era 1969 y la primera vez que iba a un estadio. Entonces el estadio de San Miguel no se llamaba Barraza, porque allí estaba Barraza jugando todavía. Era yo un niño flaco y orejón que se quedó, desde entonces, prendado para siempre del Águila, del fútbol y de los estadios. Después conocí el Flor Blanca y, siguiendo al Águila, casi todos los estadios (algunos en verdad no lo eran) del país. Fui a la inauguración del Cuscatlán en 1976. Era un partido entre la Selección y el campeón de Europa, el equipo alemán Borusia. El entrenador de la Selección era nada menos y nada más que Raúl "Araña" Magaña. Fue el primer entrenador salvadoreño que dirigía de saco y corbata, al estilo europeo. Años después nos hicimos amigos con el legendario "mejor portero de El Salvador", quien ahora descansa en paz. Cuando estuve en la guerra oía los partidos por radio. Entonces mi cuerpo estaba en el frente de batalla, pero mi mente, fantasiosa como siempre, estaba en el estadio. Hasta sentía el olor a carne asada, los insultos al árbitro y al flaco vendiendo cerveza helada. Cuando terminó la guerra, volví al estadio. Y al mismo tiempo comencé a ver, por primera vez, la liga española. A mediados de los noventa me robaron, en el estadio, el radio del carro. El robo combinado con la liga española fue matando mi pasión por los estadios salvadoreños. Ya casi no voy. Además mis hijas y mi esposa se hicieron aficionadas a muerte al Real Madrid. Primero fue por David Beckham, ahora por Cristiano Ronaldo, aunque a Jeannette le gusta más Iker Casillas, que todos los demás. Una vez que mi esposa se atrevió a decir que Pep Guardiola era un tipo elegante, casi la matan. Yo me sumé al linchamiento verbal por razones que van más allá de lo deportivo.
Una de las cosas que más disfruto en la vida es ver con mi familia los partidos del Real Madrid. Al Águila generalmente lo veo solo. A veces Marcelita y mi esposa por lástima me hacen compañía. En el fondo de mi corazón si Águila jugara contra el Real Madrid le fuera al Águila, independientemente del resultado. Poco a poco me gusta más, para ver partidos, la sala de mi casa que el estadio. El asiento es mullido. El baño es limpio. Puedo comer el bocadillo que quiera. Estoy en sombra y nadie, desde el palco, me va a tirar orines. Además en el plasma repiten las jugadas interesantes. Hablo de la liga local. Con la liga española es otra cosa. No pierdo las esperanzas de ir, con toda la tropa de mujeres que hay en mi casa, al Bernabeu a ver un clásico. Igual me ha pasado con el cine. Antes me encantaba ir al Viéytez, al Majestic, El Darío, el Izalco, incluso el Avenida. Me encantaba hacer la fila, comprar un hot dog y una gaseosa. El momento cumbre era cuando las luces se apagaban y aparecía en la gigantesca pantalla el mundo de la Universal, el león de la Metro, la estatua de la Columbia o el volcancito de la Paramount. Era todo un ritual. Pero desde que aparecieron los DVD, prefiero ver películas en mi casa. Puedo parar la película para ir al baño, que siempre está limpio. El asiento es más cómodo y la comida no es tan cara. Además cuando termina la película nos vamos directo a la cama. El plasma tiene una magnífica resolución. De manera que casi no voy al cine. El plasma ya no sólo es mi estadio y mi cine. Es también mi ventana al mundo, casi en tiempo real. CNN me cuenta lo que pasa de interesante en cualquier rincón del planeta. Puedo estar con "E" en la alfombra roja en la ceremonia de la entrega de los Oscar o los Grammy. Aprendo mucho de delfines, culebras y osos polares en Animal Planet; Discovery me enseña de otras culturas y civilizaciones. Todo el mundo cabe en el plasma. Si uno se descuida se vuelve vicio. Para contrarrestarlo afortunadamente allí están mis queridos libros. Puro papel. Lo demás es imaginación. Mejor que el plasma.