Post by aguiluchomayor on Oct 20, 2010 19:12:24 GMT -5
¿Cuánto va a durar Alonso?
Esta es la pregunta que todo mundo se hace tomando en cuenta la manera con que se maneja el pope Will Salgado.
No es necesario ser sabio para concluir en que dirigir al Águila en estos precisos momentos es –como diría el singular y multifacético Wilfredo Salgado en su jerga chabacana– más o menos igual a meterse un cangrejo en donde usted sabe.
¿Por qué razón pienso así? Porque nadie sabe (y yo me incluyo como entre los más necesitados de vislumbrar algo) lo que ese “maishtro” quiere o espera del equipo migueleño.
Yo le doy vueltas al asunto y concluyo en que el simpático alcalde migueleño de ninguna manera es el tradicional dirigente resultadista que engalana nuestro fundido fútbol, porque si así fuera no hubiera echado a Eraldo Correia por ser un ingrato y desconsiderado ser humano que hizo subcampeón al Águila sin el permiso escrito y firmado por el pope negro naranja.
Si fuera resultadista no hubiera echado a Nelson Ancheta por mantener al equipo aguilucho en el segundo lugar, salvo que tal posición sea un atrevimiento desmedido para el que el técnico chalchuapaneco no estaba autorizado por la santa grey de los caprichosos.
Tampoco admito pensar que tanto Correia como Ancheta fueron despedidos porque al pope se le antojó pensar que “el Águila no juega bonito”, porque para llegar a esa conclusión tan rotunda es necesario ser algo más que alcalde de pueblo, o serlo pero con una alta dosis de conocimiento futbolístico.
Entonces me quedo sin conclusiones y pensando nada más que si nunca se define lo que el hombre quiere en relación al equipo aguilucho, el bueno de Rubén Alonso va a tener que adivinar en cada sonrisa del político o en cada amenaza edilicia. Naturalmente que el técnico uruguayo deberá sentirse “en jabón “ todo el tiempo.
Y yo estaré aquí contando los días que el uruguayo dura sosteniendo su paciencia; porque se viene el partido en Metapán, algo que bien puede determinar la primera amenaza.
Esta es la pregunta que todo mundo se hace tomando en cuenta la manera con que se maneja el pope Will Salgado.
No es necesario ser sabio para concluir en que dirigir al Águila en estos precisos momentos es –como diría el singular y multifacético Wilfredo Salgado en su jerga chabacana– más o menos igual a meterse un cangrejo en donde usted sabe.
¿Por qué razón pienso así? Porque nadie sabe (y yo me incluyo como entre los más necesitados de vislumbrar algo) lo que ese “maishtro” quiere o espera del equipo migueleño.
Yo le doy vueltas al asunto y concluyo en que el simpático alcalde migueleño de ninguna manera es el tradicional dirigente resultadista que engalana nuestro fundido fútbol, porque si así fuera no hubiera echado a Eraldo Correia por ser un ingrato y desconsiderado ser humano que hizo subcampeón al Águila sin el permiso escrito y firmado por el pope negro naranja.
Si fuera resultadista no hubiera echado a Nelson Ancheta por mantener al equipo aguilucho en el segundo lugar, salvo que tal posición sea un atrevimiento desmedido para el que el técnico chalchuapaneco no estaba autorizado por la santa grey de los caprichosos.
Tampoco admito pensar que tanto Correia como Ancheta fueron despedidos porque al pope se le antojó pensar que “el Águila no juega bonito”, porque para llegar a esa conclusión tan rotunda es necesario ser algo más que alcalde de pueblo, o serlo pero con una alta dosis de conocimiento futbolístico.
Entonces me quedo sin conclusiones y pensando nada más que si nunca se define lo que el hombre quiere en relación al equipo aguilucho, el bueno de Rubén Alonso va a tener que adivinar en cada sonrisa del político o en cada amenaza edilicia. Naturalmente que el técnico uruguayo deberá sentirse “en jabón “ todo el tiempo.
Y yo estaré aquí contando los días que el uruguayo dura sosteniendo su paciencia; porque se viene el partido en Metapán, algo que bien puede determinar la primera amenaza.