Post by realeagle on Apr 4, 2006 17:59:51 GMT -5
BRILLANTE. Juan Román Riquelme, alma y figura del Villarreal, dirigió con acierto y descaro al equipo amarillo en su noche más grande.
ARRUABARRENA OBRÓ EL MILAGRO EN LA NOCHE QUE RIQUELME SE HIZO GRANDE
Arruabarrena anotó el gol de la clasificación con un cabezazo oportuno en el área pequeña a pase de Riquelme
El Villarreal, a la espera de lo que haga el Barcelona ante el Benfica, es el primer equipo español en la penúltima ronda de la Liga de Campeones y espera ya a su rival, que saldrá de la eliminatoria entre Juventus y Arsenal. El matagigantes de la presente edición de la Champions, diseñado con precisión cirujana por Fernando Roig, vivió su noche más dulce.
En un encuentro épico, de los que quedarán grabados en la retina de los aficionados amarillos, el Villarreal, un equipo de una localidad de algo más de cuarenta mil habitantes, se comió al Inter de Milán y se clasificó para las semifinales de la Liga de Campeones en su primera participación en la máxima competición continental.
Un Villarreal a quien el griego Kyros Vassaras racaneó dos claros penaltis en el primer acto y que se encontró con la peor versión posible del más que duro Materazzi. Un gigante central, con más maneras de boxeador que de futbolista, que noqueó al hiperactivo Sorín de un codazo tan inexplicable como indignante. La nota épica de una noche histórica en El Madrigal.
Todas las miradas y las esperanzas de la hazaña apuntaban a Juan Román Riquelme, el genio de sangre fría que vivió incomprendido en Barcelona. Un jugador diferente, capaz de llevar el tempo de un partido por sí solo, de los que juegan y hacen jugar, un futbolista cargado de técnica, cabeza y criterio, que se apoderó del partido en los últimos compases de la primera mitad.
Hacía falta mantener la puerta a cero ante un conjunto cargado de dinamita –Recoba, Adriano, Martins, Figo, Verón…- y de experiencia. Y el objetivo marcado por Pellegrini se cumplió tras un disputado primer tiempo, con más intensidad que grandes ocasiones, en el que el equipo castellonense demostró su mayor talento con el esférico en los pies a pesar de no llevar el ritmo del encuentro.
Centro de todos los elogios
Hace algunos años, exactamente en julio de 2002, llegó a España con la valija cargada de sueños. Pergaminos no le faltaban, mucho menos talento. Juan Román Riquelme había dejado al Boca de sus amores para llevar sus pisadas y sus toques exquisitos al Viejo Continente. El comienzo no fue fácil, es más, hasta fue a los tropezones. Nunca pudo adaptarse al funcionamiento del Barsa y las críticas le llovieron por todos lados. Cabizbajo, se fue. Llegó a préstamo a un club con bastante menos prestigio y pocos años en Primera. Pero ahí se encontró con gente que lo hizo sentir bien, aceptó su fútbol, su ritmo, su paso tal como es. Y él no les falló. Hoy, a más de tres años de su llegada, redondeando una temporada brillante, Román metió al Submarino en las semifinales de la Liga de Campeones y es el centro de todos los elogios. No es para menos.
Tras el 1-0 que le dio la clasificación ante Inter, la prensa española señaló a Román con gran responsable de la histórica campaña del Submarino Amarillo. “Arruabarrena obró el milagro en la noche que Riquelme se hizo grande”, titula el diario As. Y dentro de la nota, le dedica un párrafo entero al astro, un párrafo que no tiene desperdicio.
“Todas las miradas y las esperanzas de la hazaña apuntaban a Juan Román Riquelme, el genio de sangre fría que vivió incomprendido en Barcelona. Un jugador diferente, capaz de llevar el tempo de un partido por sí solo, de los que juegan y hacen jugar, un futbolista cargado de técnica, cabeza y criterio, que se apoderó del partido en los últimos compases de la primera mitad”, explica As en su crónica.
El País, por su parte, tituló: “Un genial Riquelme hace historia en el Villarreal”. Además, al igual que los diarios más importantes de España aseguró que el ex volante de Boca fue el corazón del equipo. Aseguran que cuando estuvo contenido, el conjunto italiano no pasó sobresaltos, pero sufrió horrores cuando el astro apareció en su plenitud.
“Histórico Villarreal”, en rojo, grande, aparece en la portada de la edición on line de Marca. Dentro de la nota, resume en una línea lo que pasó en el primer tiempo: “ Rodeado Riquelme, el Inter no sufrió ningún rasguño”. Para el complemento, todo volvió a pasar otra vez por Román: “Riquelme se liberó de ataduras y encerró al Inter en su área”.
ARRUABARRENA OBRÓ EL MILAGRO EN LA NOCHE QUE RIQUELME SE HIZO GRANDE
Arruabarrena anotó el gol de la clasificación con un cabezazo oportuno en el área pequeña a pase de Riquelme
El Villarreal, a la espera de lo que haga el Barcelona ante el Benfica, es el primer equipo español en la penúltima ronda de la Liga de Campeones y espera ya a su rival, que saldrá de la eliminatoria entre Juventus y Arsenal. El matagigantes de la presente edición de la Champions, diseñado con precisión cirujana por Fernando Roig, vivió su noche más dulce.
En un encuentro épico, de los que quedarán grabados en la retina de los aficionados amarillos, el Villarreal, un equipo de una localidad de algo más de cuarenta mil habitantes, se comió al Inter de Milán y se clasificó para las semifinales de la Liga de Campeones en su primera participación en la máxima competición continental.
Un Villarreal a quien el griego Kyros Vassaras racaneó dos claros penaltis en el primer acto y que se encontró con la peor versión posible del más que duro Materazzi. Un gigante central, con más maneras de boxeador que de futbolista, que noqueó al hiperactivo Sorín de un codazo tan inexplicable como indignante. La nota épica de una noche histórica en El Madrigal.
Todas las miradas y las esperanzas de la hazaña apuntaban a Juan Román Riquelme, el genio de sangre fría que vivió incomprendido en Barcelona. Un jugador diferente, capaz de llevar el tempo de un partido por sí solo, de los que juegan y hacen jugar, un futbolista cargado de técnica, cabeza y criterio, que se apoderó del partido en los últimos compases de la primera mitad.
Hacía falta mantener la puerta a cero ante un conjunto cargado de dinamita –Recoba, Adriano, Martins, Figo, Verón…- y de experiencia. Y el objetivo marcado por Pellegrini se cumplió tras un disputado primer tiempo, con más intensidad que grandes ocasiones, en el que el equipo castellonense demostró su mayor talento con el esférico en los pies a pesar de no llevar el ritmo del encuentro.
Centro de todos los elogios
Hace algunos años, exactamente en julio de 2002, llegó a España con la valija cargada de sueños. Pergaminos no le faltaban, mucho menos talento. Juan Román Riquelme había dejado al Boca de sus amores para llevar sus pisadas y sus toques exquisitos al Viejo Continente. El comienzo no fue fácil, es más, hasta fue a los tropezones. Nunca pudo adaptarse al funcionamiento del Barsa y las críticas le llovieron por todos lados. Cabizbajo, se fue. Llegó a préstamo a un club con bastante menos prestigio y pocos años en Primera. Pero ahí se encontró con gente que lo hizo sentir bien, aceptó su fútbol, su ritmo, su paso tal como es. Y él no les falló. Hoy, a más de tres años de su llegada, redondeando una temporada brillante, Román metió al Submarino en las semifinales de la Liga de Campeones y es el centro de todos los elogios. No es para menos.
Tras el 1-0 que le dio la clasificación ante Inter, la prensa española señaló a Román con gran responsable de la histórica campaña del Submarino Amarillo. “Arruabarrena obró el milagro en la noche que Riquelme se hizo grande”, titula el diario As. Y dentro de la nota, le dedica un párrafo entero al astro, un párrafo que no tiene desperdicio.
“Todas las miradas y las esperanzas de la hazaña apuntaban a Juan Román Riquelme, el genio de sangre fría que vivió incomprendido en Barcelona. Un jugador diferente, capaz de llevar el tempo de un partido por sí solo, de los que juegan y hacen jugar, un futbolista cargado de técnica, cabeza y criterio, que se apoderó del partido en los últimos compases de la primera mitad”, explica As en su crónica.
El País, por su parte, tituló: “Un genial Riquelme hace historia en el Villarreal”. Además, al igual que los diarios más importantes de España aseguró que el ex volante de Boca fue el corazón del equipo. Aseguran que cuando estuvo contenido, el conjunto italiano no pasó sobresaltos, pero sufrió horrores cuando el astro apareció en su plenitud.
“Histórico Villarreal”, en rojo, grande, aparece en la portada de la edición on line de Marca. Dentro de la nota, resume en una línea lo que pasó en el primer tiempo: “ Rodeado Riquelme, el Inter no sufrió ningún rasguño”. Para el complemento, todo volvió a pasar otra vez por Román: “Riquelme se liberó de ataduras y encerró al Inter en su área”.