Post by realeagle on Dec 5, 2006 8:24:37 GMT -5
“Ya se acerca Nochebuena, ya se acerca Navidad, no ganamos una mierda y nosotros estamo acá. Ya se acerca...".
www.ole.com.ar
Cantando por una pesadilla
Los hinchas no soportaron la derrota con toqueteo ante Chicago y lo hicieron saber con reclamos inquisidores, insultos y muchos silbidos camino al vestuario local.
“Ya se acerca Nochebuena, ya se acerca Navidad, no ganamos una mierda y nosotros estamo acá. Ya se acerca...".
Les bajaron el pulgar. Desde lo alto de la popular local, en pleno hábitat de Los Borrachos del Tablón, la sentencia salió disparada hacia las espaldas y los tímpanos de cada jugador de River y en pocos segundos se transmitió como onda expansiva por las butacas de las plateas. El reclamo fue de todos. Desde entonces, con el equipo de Passarella protagonista de otra derrota y Boca a pasos del Tri, el clima en Núñez fue cada vez más denso y rabioso. Hinchas, socios y barras no supieron ni quisieron digerir el tropiezo.
Los hinchas decodificaron el enojo de diferentes maneras. Primero, mediante canciones, con un mensaje que se tornó cada vez más inquisidor desde el minuto 30 del segundo tiempo: "A ver si nos entendemos, los jugadores y la popular (...), pongan más huevo, pongan más corazón, porque esto es River y hay que salir campeón", tronó con ruido y estrépito.
Dos minutos más tarde, tras ser testigos del "ooole" jubiloso de los hinchas de Chicago ante tanto toqueteo de pelota, se exacerbó el enojo, se acentuó el "no ganamos una mierda" y se le allanó el camino al insulto contundente del cierre: "Jugadores, la concha de su maaadre, a ver si ponen hueeevos, que no juegan con naaadie", se escuchó. A poco del final, la impaciencia y la decepción se instalaron con inmediatez en el ambiente.
Desanimados, derrotados y superados, los jugadores terminaron de rodillas ante el tribunal popular. "Mire, mire, qué locura, mire, mire qué emoción, sáquense la camiseta y dénsela a la hinchada que juega mejor", cerraron a coro antes de despedir al equipo con silbidos. La bronca no pasó inadvertida ante los futbolistas, quienes se retiraron con el andar acompasado hacia uno de los accesos al vestuario mientras sonaban gritos de todo tipo. Dirigentes con caras largas, curiosos en menor cantidad de lo habitual, y poquitos pedidos de autógrafos decoraron la escena minutos más tarde.
Con la noche casi instalada, unos pocos hinchas, todavía enojados, se quedaron hasta tarde para repetir los insultos (que sonaron con eco entre las tribunas vacías) contra los jugadores, mientras estos salían de uno en uno por la mitad de la cancha rumbo al estacionamiento interno. "Lo que pasó es una reacción lógica, el equipo no consiguió un título... Como se habrá visto, la reacción de la gente marca que los tiempos son cada vez más cortos. Igual, con 37 puntos, no puedo catalogar esta campaña como un fracaso. Queríamos cerrar de la mejor manera un año en el que aspirábamos a mucho más. Ojalá que podamos cambiar los silbidos por alegrías", se sinceró Federico Lussenhoff, el único jugador que dio la cara tras la caída. ¿Y el resto? Que no hablo, que estoy apurado, que se van por otra puerta, que ya no queda nadie en el vestuario...
El único testimonio que se escuchó en Núñez, y fuerte, fue el de los hinchas. Esta vez, tras un año en blanco, el equipo no fue absuelto de sus pecados.
Nos gritan goles y se quieren ir
LEO FARINELLA lfarinella@ole.com.ar
Habían dicho que la fiesta no se suspendía por lluvia, yo no vi llover pero parece que al buen tiempo mala cara y la postergaron una semanita. Allá ellos. Nosotros tenemos culpas propias por no estar peleando el campeonato. ¿Por qué todos los jugadores nuestros nos gritan los goles como si fuéramos sus enemigos? Hasta un emblema como Ortega lo hizo y ahora este grito desaforado de Federico Higuaín, venenoso, como si River lo hubiera maltratado. ¿Qué pasa que los jugadores de River se quieren ir casi antes de debutar y en otros lados se quedan hasta el día en que se jubilan?
Confieso que para escribir esta columna me tomé un tiempo de reflexión mayor al habitual. Cuando terminó el insólito 1-2 con Chicago tenía ganas de mandar todo al demonio. Después comprendí que simplemente éste es un grupo de jugadores que, salvo el clásico con Boca, no dio ninguna alegría valiosa. Que cuando tuvo que jugar para ser campeón, perdió sobre la hora puntos tontamente y contra Independiente no tuvo la ambición ni el ímpetu que la hora reclamaba. Ayer se jugaba por el honor; si eso es todo lo que tienen, no vamos a llegar muy lejos. Da la sensación de que cualquier excusa es buena para perder. Contra Estudiantes, porque ya jugábamos por el segundo puesto... y eso no es motivación. Digo yo, ¿no es motivación suficiente jugar en River? Para estos jugadores, pese a lo que dicen, parece que no.
Sobran los jugadores que no entienden el juego. Sobran los que se quieren ir. Sobran los que no tienen compromiso. Sobran los que amagan y no hacen. Y faltan jugadores a la altura de River.
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Cantando por una pesadilla
Los hinchas no soportaron la derrota con toqueteo ante Chicago y lo hicieron saber con reclamos inquisidores, insultos y muchos silbidos camino al vestuario local.
“Ya se acerca Nochebuena, ya se acerca Navidad, no ganamos una mierda y nosotros estamo acá. Ya se acerca...".
Les bajaron el pulgar. Desde lo alto de la popular local, en pleno hábitat de Los Borrachos del Tablón, la sentencia salió disparada hacia las espaldas y los tímpanos de cada jugador de River y en pocos segundos se transmitió como onda expansiva por las butacas de las plateas. El reclamo fue de todos. Desde entonces, con el equipo de Passarella protagonista de otra derrota y Boca a pasos del Tri, el clima en Núñez fue cada vez más denso y rabioso. Hinchas, socios y barras no supieron ni quisieron digerir el tropiezo.
Los hinchas decodificaron el enojo de diferentes maneras. Primero, mediante canciones, con un mensaje que se tornó cada vez más inquisidor desde el minuto 30 del segundo tiempo: "A ver si nos entendemos, los jugadores y la popular (...), pongan más huevo, pongan más corazón, porque esto es River y hay que salir campeón", tronó con ruido y estrépito.
Dos minutos más tarde, tras ser testigos del "ooole" jubiloso de los hinchas de Chicago ante tanto toqueteo de pelota, se exacerbó el enojo, se acentuó el "no ganamos una mierda" y se le allanó el camino al insulto contundente del cierre: "Jugadores, la concha de su maaadre, a ver si ponen hueeevos, que no juegan con naaadie", se escuchó. A poco del final, la impaciencia y la decepción se instalaron con inmediatez en el ambiente.
Desanimados, derrotados y superados, los jugadores terminaron de rodillas ante el tribunal popular. "Mire, mire, qué locura, mire, mire qué emoción, sáquense la camiseta y dénsela a la hinchada que juega mejor", cerraron a coro antes de despedir al equipo con silbidos. La bronca no pasó inadvertida ante los futbolistas, quienes se retiraron con el andar acompasado hacia uno de los accesos al vestuario mientras sonaban gritos de todo tipo. Dirigentes con caras largas, curiosos en menor cantidad de lo habitual, y poquitos pedidos de autógrafos decoraron la escena minutos más tarde.
Con la noche casi instalada, unos pocos hinchas, todavía enojados, se quedaron hasta tarde para repetir los insultos (que sonaron con eco entre las tribunas vacías) contra los jugadores, mientras estos salían de uno en uno por la mitad de la cancha rumbo al estacionamiento interno. "Lo que pasó es una reacción lógica, el equipo no consiguió un título... Como se habrá visto, la reacción de la gente marca que los tiempos son cada vez más cortos. Igual, con 37 puntos, no puedo catalogar esta campaña como un fracaso. Queríamos cerrar de la mejor manera un año en el que aspirábamos a mucho más. Ojalá que podamos cambiar los silbidos por alegrías", se sinceró Federico Lussenhoff, el único jugador que dio la cara tras la caída. ¿Y el resto? Que no hablo, que estoy apurado, que se van por otra puerta, que ya no queda nadie en el vestuario...
El único testimonio que se escuchó en Núñez, y fuerte, fue el de los hinchas. Esta vez, tras un año en blanco, el equipo no fue absuelto de sus pecados.
Nos gritan goles y se quieren ir
LEO FARINELLA lfarinella@ole.com.ar
Habían dicho que la fiesta no se suspendía por lluvia, yo no vi llover pero parece que al buen tiempo mala cara y la postergaron una semanita. Allá ellos. Nosotros tenemos culpas propias por no estar peleando el campeonato. ¿Por qué todos los jugadores nuestros nos gritan los goles como si fuéramos sus enemigos? Hasta un emblema como Ortega lo hizo y ahora este grito desaforado de Federico Higuaín, venenoso, como si River lo hubiera maltratado. ¿Qué pasa que los jugadores de River se quieren ir casi antes de debutar y en otros lados se quedan hasta el día en que se jubilan?
Confieso que para escribir esta columna me tomé un tiempo de reflexión mayor al habitual. Cuando terminó el insólito 1-2 con Chicago tenía ganas de mandar todo al demonio. Después comprendí que simplemente éste es un grupo de jugadores que, salvo el clásico con Boca, no dio ninguna alegría valiosa. Que cuando tuvo que jugar para ser campeón, perdió sobre la hora puntos tontamente y contra Independiente no tuvo la ambición ni el ímpetu que la hora reclamaba. Ayer se jugaba por el honor; si eso es todo lo que tienen, no vamos a llegar muy lejos. Da la sensación de que cualquier excusa es buena para perder. Contra Estudiantes, porque ya jugábamos por el segundo puesto... y eso no es motivación. Digo yo, ¿no es motivación suficiente jugar en River? Para estos jugadores, pese a lo que dicen, parece que no.
Sobran los jugadores que no entienden el juego. Sobran los que se quieren ir. Sobran los que no tienen compromiso. Sobran los que amagan y no hacen. Y faltan jugadores a la altura de River.