Post by realeagle on Oct 17, 2005 13:26:36 GMT -5
RIVER 0 - BOCA 0 : EL EQUIPO QUE DIRIGE BASILE SIGUE SOLO ARRIBA, APENAS CON UN PUNTO DE VENTAJA SOBRE VELEZ
River y Boca quedaron mano a mano en la chapa y en deuda con el fútbol
El partido ofreció escasas emociones a lo largo de los noventa minutos. River quiso un poquito más, pero tropezó con sus limitaciones. Boca no tuvo presencia ofensiva.
Y sí, casi nada. Un Superclásico que tuvo el envoltorio emotivo y popular de siempre y un contenido futbolero que osciló entre mediocre y malo. Cosas de la época. No se levantaron bien los protagonistas, tal vez. Entregaron esfuerzos, dedicación, bastante concentración, una adecuada disciplina táctica y así consiguieron el resultado perfecto: 0 a 0. ¿Diferencias en la tabla? De eso nadie se dio cuenta.
Por ahí River propuso un poquito más. Las insólitas demoras de Abbondanzieri para entrar en juego cada vez que la pelota fue hacia su puerta, dieron la sensación que a Boca resguardar el punto le venía fenómeno. Pero, convengamos, River no fue un gran dominador. Ahí denuncia sus limitaciones. Intentó avanzar, atacar, pero solamente gestó tres situaciones netas y no las aprovechó: un frentazo libre de Radamel García en en el comienzo del partido. Otro cabezazo, esta vez de Montenegro que hizo chocar el balón contra el trave saño. Y un toque (pese a estar sujetado por Díaz), tras un tiro libre, del pibe que paralizó a Boca. El resto, amenazas y escaso ingenio para crear peligro en serio. Por eso, de habilidad y de talento para desequilibrar, ni hablar.
Boca fue pura tibieza. La mejor jugada organizada, pasándose la pelota de unos a otros (Battaglia, Palacio, Battaglia, Palermo, Palacio y que culminó Palermo con tiro débil) ocurrió a los 28 minutos del segundo tiempo. Sus otras incursiones ofensivas en serio se redujeron a un zurdazo de Insúa a metros de Lux, sin buena dirección. Un cabezazo desviado de Palacio y una corrida de Bilos a lo Bilos que concluyó con la redonda cruzando el área chica. ¿Qué más? Un par de centros. Ni un lanzamiento desde las esquinas fue aprovechado. Aisladas exigencias para Talamonti y Fernández. Dos o tres atajadas fáciles para Lux. Fue un Boca sin luces, sin potencia.
Hubo mucho combate en el medio, entre Santana, San Martín y Zapata contra Bilos, Gago y Battaglia. En la mediocridad sobresalieron un poquitito Gago y también San Martín; el pibe de Boca interceptó bien a Gallardo. Insúa, que trató de escaparse de cualquier marca cercana, nunca le encontró la medida a sus parti cipaciones. Quizás se lo vio más a Gallardo, cuando arrancó el choque. Pero este Gallardo discutidor, peleador (que debió ser expulsado), no rindió en su mejor nivel. Es curioso, Gallardo se destacó por su capacidad organizativa y ahora le dedica más tiempo a la lucha y a correr que a jugar.
Y también se notó el mínimo compromiso con el riesgo. Ni River ni Boca jugaron a defenderse, es verdad. Ni a utilizar como sistema el contraataque. Pero tampoco desplegaron una contundente presencia en campo contrario. Fueron, pero con precauciones. Se sabe, a esta altura del fútbol, que cada cual hace lo que más le conviene. A River no perder le sirve como una breve bocanada de oxigeno. El título le queda lejos y tal vez apueste a enderezarse lentamente. La derrota hubiese sido un mazazo para Mostaza y sus muchachos. A Boca sumar uno le asegura el liderazgo, anímicamente le es útil en función de mantener la rachita y sigue en pie para el tramo decisivo. Una caída es probable que le hiciera tambalear las convicciones y minar las seguridades. No es tan sencillo bancarse ser el candidato de los demás, mientras se construye la realidad propia.
La síntesis no deja matices agradables. Se debe ponderar la fidelidad de los que pagan entradas, porque con espectáculos así...Hasta Rafael Furchi se contagió de la seguidilla de errores. El debutante no sancionó una infracción penal a Montenegro (empujón de Díaz) y se dejó conversar demasiado. En los manotazos y empujones en las áreas, cumplió el libreto de no cobrar nada. Es lo más simple. Como la mayoría de los jugadores están en falta, en esas acciones, protestan apenitas. Y todo sigue rápido.
Pasó otro Súper con el ruido externo habitual: las palabras previas, los pronósticos y las ilusiones. Con la pelota de por medio, River y Boca armaron un partido olvidable, el de las emociones ausentes. Les faltó grandeza y eso lo dice todo. Suficiente para no quedar en la historia.
River y Boca quedaron mano a mano en la chapa y en deuda con el fútbol
El partido ofreció escasas emociones a lo largo de los noventa minutos. River quiso un poquito más, pero tropezó con sus limitaciones. Boca no tuvo presencia ofensiva.
Y sí, casi nada. Un Superclásico que tuvo el envoltorio emotivo y popular de siempre y un contenido futbolero que osciló entre mediocre y malo. Cosas de la época. No se levantaron bien los protagonistas, tal vez. Entregaron esfuerzos, dedicación, bastante concentración, una adecuada disciplina táctica y así consiguieron el resultado perfecto: 0 a 0. ¿Diferencias en la tabla? De eso nadie se dio cuenta.
Por ahí River propuso un poquito más. Las insólitas demoras de Abbondanzieri para entrar en juego cada vez que la pelota fue hacia su puerta, dieron la sensación que a Boca resguardar el punto le venía fenómeno. Pero, convengamos, River no fue un gran dominador. Ahí denuncia sus limitaciones. Intentó avanzar, atacar, pero solamente gestó tres situaciones netas y no las aprovechó: un frentazo libre de Radamel García en en el comienzo del partido. Otro cabezazo, esta vez de Montenegro que hizo chocar el balón contra el trave saño. Y un toque (pese a estar sujetado por Díaz), tras un tiro libre, del pibe que paralizó a Boca. El resto, amenazas y escaso ingenio para crear peligro en serio. Por eso, de habilidad y de talento para desequilibrar, ni hablar.
Boca fue pura tibieza. La mejor jugada organizada, pasándose la pelota de unos a otros (Battaglia, Palacio, Battaglia, Palermo, Palacio y que culminó Palermo con tiro débil) ocurrió a los 28 minutos del segundo tiempo. Sus otras incursiones ofensivas en serio se redujeron a un zurdazo de Insúa a metros de Lux, sin buena dirección. Un cabezazo desviado de Palacio y una corrida de Bilos a lo Bilos que concluyó con la redonda cruzando el área chica. ¿Qué más? Un par de centros. Ni un lanzamiento desde las esquinas fue aprovechado. Aisladas exigencias para Talamonti y Fernández. Dos o tres atajadas fáciles para Lux. Fue un Boca sin luces, sin potencia.
Hubo mucho combate en el medio, entre Santana, San Martín y Zapata contra Bilos, Gago y Battaglia. En la mediocridad sobresalieron un poquitito Gago y también San Martín; el pibe de Boca interceptó bien a Gallardo. Insúa, que trató de escaparse de cualquier marca cercana, nunca le encontró la medida a sus parti cipaciones. Quizás se lo vio más a Gallardo, cuando arrancó el choque. Pero este Gallardo discutidor, peleador (que debió ser expulsado), no rindió en su mejor nivel. Es curioso, Gallardo se destacó por su capacidad organizativa y ahora le dedica más tiempo a la lucha y a correr que a jugar.
Y también se notó el mínimo compromiso con el riesgo. Ni River ni Boca jugaron a defenderse, es verdad. Ni a utilizar como sistema el contraataque. Pero tampoco desplegaron una contundente presencia en campo contrario. Fueron, pero con precauciones. Se sabe, a esta altura del fútbol, que cada cual hace lo que más le conviene. A River no perder le sirve como una breve bocanada de oxigeno. El título le queda lejos y tal vez apueste a enderezarse lentamente. La derrota hubiese sido un mazazo para Mostaza y sus muchachos. A Boca sumar uno le asegura el liderazgo, anímicamente le es útil en función de mantener la rachita y sigue en pie para el tramo decisivo. Una caída es probable que le hiciera tambalear las convicciones y minar las seguridades. No es tan sencillo bancarse ser el candidato de los demás, mientras se construye la realidad propia.
La síntesis no deja matices agradables. Se debe ponderar la fidelidad de los que pagan entradas, porque con espectáculos así...Hasta Rafael Furchi se contagió de la seguidilla de errores. El debutante no sancionó una infracción penal a Montenegro (empujón de Díaz) y se dejó conversar demasiado. En los manotazos y empujones en las áreas, cumplió el libreto de no cobrar nada. Es lo más simple. Como la mayoría de los jugadores están en falta, en esas acciones, protestan apenitas. Y todo sigue rápido.
Pasó otro Súper con el ruido externo habitual: las palabras previas, los pronósticos y las ilusiones. Con la pelota de por medio, River y Boca armaron un partido olvidable, el de las emociones ausentes. Les faltó grandeza y eso lo dice todo. Suficiente para no quedar en la historia.