Post by realeagle on Dec 19, 2005 9:59:11 GMT -5
En 6 meses gano tres titulos, en cuatro dias campeon del campeonato argentino y bicampeon de la Sudamericana.
Ya se acerca navidad, ya se acerca noche buena, ya se acerca el campeonato el regalo de papá!!!
Y ya lo y ya lo ve, es para River que lo mira por TV. Y ya lo y ya lo ve, es para River que lo mira por TV.
Aguante Boca!!!!!!!!
Saludos
realeagle
REY DE COPAS: BOCA 1 (4) - PUMAS 1 (3)
La fiesta de 15
Después del sufrimiento por los penales, llegó la locura. Los jugadores festejaron por el nuevo reinado y se lo dedicaron a Diego y... sí, a River.
Vicente Muglia vmuglia@ole.com.ar
El cielo explota. Parece de día. El humo nubla la vista y engaña el olfato. La boca se seca y el gusto no es el mismo. Hace falta pellizcarse para testear el tacto y creer que es cierto. Todo parece fallar. Pero no es así: Boca tiene los cinco sentidos preparados para festejar, para delirar. Para aplaudir y emocionarse con el Pato, el enorme Pato Abbondanzieri que atajó dos penales (y van) y frena al Negro Ibarra porque el último lo quiere él. Y le mete el alma a ese fierrazo que le da a Boca la Sudamericana, la Copa que faltaba para redondear un semestre bárbaro, para ser Rey de Copas...
Por eso la Bombonera se mueve para allá, se mueve para acá. Y late y se estremece cuando el arquero se arrima a la tribuna para estar un poco más cerca de la gente. ¿Un poco más cerca? ¿Es posible? Mmm. Pero igual lo intenta. "Por suerte se me dio una vez más", dice. "Es para mi viejo", dedica, con lágrimas, el más ganador (junto con Guillermo) de la historia de Boca con 13 títulos. Un dato para guardarlo en el corazón. Como a todo este grupo, que está en la historia del club, en la memoria de cada fanático. Porque si algo logró Basile es armar un equipo que se recita de memoria. Y por ahí anda el Coco, sonriendo, con su voz llena de arrugas, leyendo las banderas que en lugar de hostigarlo ahora le piden perdón, prendiéndose en cuanto abrazo se le propone, sorprendiéndose ante las felicitaciones de ¡Juanes!, que no tiene la camisa negra, pero sí una sonrisa enorme. "Vamos para allá", ordena el DT. Y allá es con sus hombres, los que hace apenas cuatro días atrás le habían dado su primer título local, los que hoy lo hacen bailar y le suplican que ensaye el avioncito made in Bianchi. Pero no hay caso. Ojo, la fiesta sigue igual, única, irrepetible. No hay manera de imitarla. Ya desde antes de que el equipo saliera a la cancha, La Boca está de joda.
Algunos piden huevos, otros aplauden fútbol, todos transpiran pasión, locura, mística. Esa mística copera que Boca supo construir. Principalmente con el laboratorio del Toto, el celular del Virrey y la sabiduría de Basile. La que lo dejó en el lugar que tanto quería, que tanto deseaba. La que lo lleva a poder gritar con argumentos "Rey de Copas la puta que lo parió". Sin importar qué haga el resto. Independiente(mente) de si viene el Transvaal, si aparece otra potencia de Surinam o si se arma un soltero contra casados. Boca alcanzó a la niña bonita, los 15 campeonatos internacionales. Para codearse con los de Avellaneda, con el Real Madrid y el Milan. Y andá a llorar a la iglesia. Y andá a cantarle a Gardel. O al Gardel del fútbol, el Maradona del tango. Diego, lógico. Que vive con medio cuerpo afuera de su palco, que junta las manos, le pide a Dios otra noche de 10 y se golpea el pecho cuando los jugadores le dedican el título.
Los 500 hinchas de Pumas que están en un rinconcito de la tercera bandeja se miran sin saber qué hacer: reír o llorar. Se quedaron sin nada, es cierto, pero se colaron en un festejo como pocos en el mundo. Bah, como ningún otro. En el que los papelitos, los globos azules y amarillos y las bombas de estruendo sirven de cotillón. Y los hinchas ponen la música. Los hits se repiten. No hay lentos. Todo es pe-pe-pe-pé. Sí hay clásicos. Sí hay ganas de cantarle a River, de gastarlo, de dedicarle otra alegría. Porque ya se acerca Nochebuena, porque ya se acerca Navidad... Y hay brazos levantados adentro y afuera del campo de juego. Y me río de Mostaza. Y me río de Gallardo. Y me río de Cardetti. Y hasta me río de la voltereta de Marioni, que intimidó un poquito. No mucho, pero al fin de cuentas sirvió para que el equipo reaccionara. ¿Con algo de Ortelli? Sí, de Guillermo, el automovilista, fana de Boca, que en pleno banco de suplentes se enloquece con Gabriel Palermo, el hermano del Loco... Y del Mellizo, y del Chelo Delgado, héroes ayer, héroes hoy. Y Boca que deja todo. Lo necesario para tener un final feliz. Porque a una final así no podía faltarle un sustito. La película debía tener un condimento especial. Si no era muy fácil. Tanto como reconocer que la Sudamericana está en buenas manos. En las manos que aplauden, revolean remeras y se mueven. Los penales ya fueron. Y Boca está de fiesta. La fiesta de 15.
El día del perdón
En el último partido del año, la gente aplaudió a Basile y hasta le pusieron una bandera. "Estoy contento porque ganamos todo", dijo el Coco en el festejo.
Vicente Muglia. vmuglia@ole.com.ar
"Cuando llegué a Boca dije que quería que me fuera como a Miguel Angel Russo en Véelz. Sería lindo que todos me quieran".
Alfio Basile sabe que las mieles del triunfo calman a las fieras. Que con tres títulos en el bolsillo, los hinchas de Boca ya no lo mirarán de reojo como si fuera un extraño. Que a partir de ahora tendrá el respaldo que le dan las vueltas olímpicas. Y empezó a sentirlo apenas pisó la cancha. No porque haya recibido una ovación ni nada parecido, sino porque esta vez cosechó aplausos de la platea preferencial, la misma desde donde le habían arrojado petacas de whisky en el partido frente a Vélez. Y cuando llegó al banco, vio en vivo y en directo una bandera que, curiosamente, tenía escrito una frase de Carlos Bianchi: "Sólo los imbéciles no cambian. Perdón, Coco. Walter del Vilas".
La relación entre la gente y el Coco de entrada fue fría. Cuando Boca todavía buscaba técnico, perdía en todas las encuestas con Julio Falcioni, el que había elegido Macri. Pero la opinión de Maradona pesó más y Basile asumió en el cargo. Pero, a pesar de que el equipo se había llevado la Recopa y estaba en los primeros lugares del Apertura, el feeling no aparecía. Por el contrario, después de perder 3-2 con San Lorenzo, apareció una bandera en su contra que motivó la reacción del propio Diego.
"No puedo cambiar a los hinchas: si no me quieren, qué querés que haga. No me puedo poner a rezar en el medio de la cancha para que lo hagan. Lo que no sé es si es la mayoría o una simple minoría. Y tampoco sé si la gente es injusta conmigo", dijo el DT después de ganarle a la Católica en Chile. La buena marcha del equipo hizo que, por lo menos, la gente dejara de cuestionarlo. El partido con Independiente marcó el click. Ese día, Boca recuperó la punta del torneo y los hinchas ya lo miraban con otros ojos. Y la vuelta en Bahía fue el principio de la redención. En Italia, los mismos hinchas que habían puesto un tapo pidiéndole la renuncia, pusieron otro con la leyenda: "Basile, perdón".
Y anoche, ya otra vez en la Bombonera, ya como campeón argentino por primera vez, el Coco Basile recibió aplausos. Además, una bandera le reconocía que los hinchas se habían equivocado con él. Y eso no lo cambió ni todo lo que tuvo que sufrir su equipo para quedarse con la Copa Sudamericana. Porque ayer fue el día del perdón.
Gusta más que el Boca de Bianchi
Muricy Ramalho. Técnico del Inter.
En la actualidad, Boca juega el mejor fútbol de Sudamericana y eso está claro: es un justo campeón. Siempre con fuerza, con fútbol, ha conformado un gran equipo y también hay que sumarle el aliento de la gente. Los jugadores han crecido: Boca es muy fuerte en lo individual. Antes tenía a Tevez y a algún otro. Hoy, a Bilos, Palacio e Insúa: son muchos distintos. Por eso dio la vuelta.
Nosotros perdimos un partido muy raro. Cuando empatamos y estábamos mejor, empezaron a llover los goles. Ellos hicieron pesar su experiencia en este tipo de competiciones. ¿Mi jugador preferido? El que más me gusta es el zurdo Insúa: es diferente.
La gente comenzó desconfiando de Basile porque el público venía muy acostumbrado a Bianchi, pero lo más importante es que en un momento malo, Maradona fue a la Bombonera y le dio todo el apoyo al entrenador. A partir de ahí, al técnico le salió el trabajo a la perfección.
Boca esta preparado para estos títulos. Agarró la plata de Tevez e invirtió en muy buenos jugadores. Es natural que gane lo que gane: hace muy bien las cosas. Y éste juega para adelante, es diferente al de Bianchi, con un esquema táctico muy cerrado, que apostaba al error del contrario. Este va para adelante siempre: para nosotros, que gustamos del buen fútbol, nos gusta más este Boca que el de Bianchi. Si tenés jugadores ofensivos, debes jugar de este modo. No tiene una gran defensa, pero del medio para adelante es fortísimo.
Ya se acerca navidad, ya se acerca noche buena, ya se acerca el campeonato el regalo de papá!!!
Y ya lo y ya lo ve, es para River que lo mira por TV. Y ya lo y ya lo ve, es para River que lo mira por TV.
Aguante Boca!!!!!!!!
Saludos
realeagle
REY DE COPAS: BOCA 1 (4) - PUMAS 1 (3)
La fiesta de 15
Después del sufrimiento por los penales, llegó la locura. Los jugadores festejaron por el nuevo reinado y se lo dedicaron a Diego y... sí, a River.
Vicente Muglia vmuglia@ole.com.ar
El cielo explota. Parece de día. El humo nubla la vista y engaña el olfato. La boca se seca y el gusto no es el mismo. Hace falta pellizcarse para testear el tacto y creer que es cierto. Todo parece fallar. Pero no es así: Boca tiene los cinco sentidos preparados para festejar, para delirar. Para aplaudir y emocionarse con el Pato, el enorme Pato Abbondanzieri que atajó dos penales (y van) y frena al Negro Ibarra porque el último lo quiere él. Y le mete el alma a ese fierrazo que le da a Boca la Sudamericana, la Copa que faltaba para redondear un semestre bárbaro, para ser Rey de Copas...
Por eso la Bombonera se mueve para allá, se mueve para acá. Y late y se estremece cuando el arquero se arrima a la tribuna para estar un poco más cerca de la gente. ¿Un poco más cerca? ¿Es posible? Mmm. Pero igual lo intenta. "Por suerte se me dio una vez más", dice. "Es para mi viejo", dedica, con lágrimas, el más ganador (junto con Guillermo) de la historia de Boca con 13 títulos. Un dato para guardarlo en el corazón. Como a todo este grupo, que está en la historia del club, en la memoria de cada fanático. Porque si algo logró Basile es armar un equipo que se recita de memoria. Y por ahí anda el Coco, sonriendo, con su voz llena de arrugas, leyendo las banderas que en lugar de hostigarlo ahora le piden perdón, prendiéndose en cuanto abrazo se le propone, sorprendiéndose ante las felicitaciones de ¡Juanes!, que no tiene la camisa negra, pero sí una sonrisa enorme. "Vamos para allá", ordena el DT. Y allá es con sus hombres, los que hace apenas cuatro días atrás le habían dado su primer título local, los que hoy lo hacen bailar y le suplican que ensaye el avioncito made in Bianchi. Pero no hay caso. Ojo, la fiesta sigue igual, única, irrepetible. No hay manera de imitarla. Ya desde antes de que el equipo saliera a la cancha, La Boca está de joda.
Algunos piden huevos, otros aplauden fútbol, todos transpiran pasión, locura, mística. Esa mística copera que Boca supo construir. Principalmente con el laboratorio del Toto, el celular del Virrey y la sabiduría de Basile. La que lo dejó en el lugar que tanto quería, que tanto deseaba. La que lo lleva a poder gritar con argumentos "Rey de Copas la puta que lo parió". Sin importar qué haga el resto. Independiente(mente) de si viene el Transvaal, si aparece otra potencia de Surinam o si se arma un soltero contra casados. Boca alcanzó a la niña bonita, los 15 campeonatos internacionales. Para codearse con los de Avellaneda, con el Real Madrid y el Milan. Y andá a llorar a la iglesia. Y andá a cantarle a Gardel. O al Gardel del fútbol, el Maradona del tango. Diego, lógico. Que vive con medio cuerpo afuera de su palco, que junta las manos, le pide a Dios otra noche de 10 y se golpea el pecho cuando los jugadores le dedican el título.
Los 500 hinchas de Pumas que están en un rinconcito de la tercera bandeja se miran sin saber qué hacer: reír o llorar. Se quedaron sin nada, es cierto, pero se colaron en un festejo como pocos en el mundo. Bah, como ningún otro. En el que los papelitos, los globos azules y amarillos y las bombas de estruendo sirven de cotillón. Y los hinchas ponen la música. Los hits se repiten. No hay lentos. Todo es pe-pe-pe-pé. Sí hay clásicos. Sí hay ganas de cantarle a River, de gastarlo, de dedicarle otra alegría. Porque ya se acerca Nochebuena, porque ya se acerca Navidad... Y hay brazos levantados adentro y afuera del campo de juego. Y me río de Mostaza. Y me río de Gallardo. Y me río de Cardetti. Y hasta me río de la voltereta de Marioni, que intimidó un poquito. No mucho, pero al fin de cuentas sirvió para que el equipo reaccionara. ¿Con algo de Ortelli? Sí, de Guillermo, el automovilista, fana de Boca, que en pleno banco de suplentes se enloquece con Gabriel Palermo, el hermano del Loco... Y del Mellizo, y del Chelo Delgado, héroes ayer, héroes hoy. Y Boca que deja todo. Lo necesario para tener un final feliz. Porque a una final así no podía faltarle un sustito. La película debía tener un condimento especial. Si no era muy fácil. Tanto como reconocer que la Sudamericana está en buenas manos. En las manos que aplauden, revolean remeras y se mueven. Los penales ya fueron. Y Boca está de fiesta. La fiesta de 15.
El día del perdón
En el último partido del año, la gente aplaudió a Basile y hasta le pusieron una bandera. "Estoy contento porque ganamos todo", dijo el Coco en el festejo.
Vicente Muglia. vmuglia@ole.com.ar
"Cuando llegué a Boca dije que quería que me fuera como a Miguel Angel Russo en Véelz. Sería lindo que todos me quieran".
Alfio Basile sabe que las mieles del triunfo calman a las fieras. Que con tres títulos en el bolsillo, los hinchas de Boca ya no lo mirarán de reojo como si fuera un extraño. Que a partir de ahora tendrá el respaldo que le dan las vueltas olímpicas. Y empezó a sentirlo apenas pisó la cancha. No porque haya recibido una ovación ni nada parecido, sino porque esta vez cosechó aplausos de la platea preferencial, la misma desde donde le habían arrojado petacas de whisky en el partido frente a Vélez. Y cuando llegó al banco, vio en vivo y en directo una bandera que, curiosamente, tenía escrito una frase de Carlos Bianchi: "Sólo los imbéciles no cambian. Perdón, Coco. Walter del Vilas".
La relación entre la gente y el Coco de entrada fue fría. Cuando Boca todavía buscaba técnico, perdía en todas las encuestas con Julio Falcioni, el que había elegido Macri. Pero la opinión de Maradona pesó más y Basile asumió en el cargo. Pero, a pesar de que el equipo se había llevado la Recopa y estaba en los primeros lugares del Apertura, el feeling no aparecía. Por el contrario, después de perder 3-2 con San Lorenzo, apareció una bandera en su contra que motivó la reacción del propio Diego.
"No puedo cambiar a los hinchas: si no me quieren, qué querés que haga. No me puedo poner a rezar en el medio de la cancha para que lo hagan. Lo que no sé es si es la mayoría o una simple minoría. Y tampoco sé si la gente es injusta conmigo", dijo el DT después de ganarle a la Católica en Chile. La buena marcha del equipo hizo que, por lo menos, la gente dejara de cuestionarlo. El partido con Independiente marcó el click. Ese día, Boca recuperó la punta del torneo y los hinchas ya lo miraban con otros ojos. Y la vuelta en Bahía fue el principio de la redención. En Italia, los mismos hinchas que habían puesto un tapo pidiéndole la renuncia, pusieron otro con la leyenda: "Basile, perdón".
Y anoche, ya otra vez en la Bombonera, ya como campeón argentino por primera vez, el Coco Basile recibió aplausos. Además, una bandera le reconocía que los hinchas se habían equivocado con él. Y eso no lo cambió ni todo lo que tuvo que sufrir su equipo para quedarse con la Copa Sudamericana. Porque ayer fue el día del perdón.
Gusta más que el Boca de Bianchi
Muricy Ramalho. Técnico del Inter.
En la actualidad, Boca juega el mejor fútbol de Sudamericana y eso está claro: es un justo campeón. Siempre con fuerza, con fútbol, ha conformado un gran equipo y también hay que sumarle el aliento de la gente. Los jugadores han crecido: Boca es muy fuerte en lo individual. Antes tenía a Tevez y a algún otro. Hoy, a Bilos, Palacio e Insúa: son muchos distintos. Por eso dio la vuelta.
Nosotros perdimos un partido muy raro. Cuando empatamos y estábamos mejor, empezaron a llover los goles. Ellos hicieron pesar su experiencia en este tipo de competiciones. ¿Mi jugador preferido? El que más me gusta es el zurdo Insúa: es diferente.
La gente comenzó desconfiando de Basile porque el público venía muy acostumbrado a Bianchi, pero lo más importante es que en un momento malo, Maradona fue a la Bombonera y le dio todo el apoyo al entrenador. A partir de ahí, al técnico le salió el trabajo a la perfección.
Boca esta preparado para estos títulos. Agarró la plata de Tevez e invirtió en muy buenos jugadores. Es natural que gane lo que gane: hace muy bien las cosas. Y éste juega para adelante, es diferente al de Bianchi, con un esquema táctico muy cerrado, que apostaba al error del contrario. Este va para adelante siempre: para nosotros, que gustamos del buen fútbol, nos gusta más este Boca que el de Bianchi. Si tenés jugadores ofensivos, debes jugar de este modo. No tiene una gran defensa, pero del medio para adelante es fortísimo.