Post by realeagle on May 5, 2008 13:58:29 GMT -5
El cuchillo en La Boca
Simeone vio a un equipo que tuvo fiereza en las pelotas divididas, más actitud y varios líderes. Sí, Boca, que en su cancha le bajó los humos a un River muy frágil.
Simeone se sintió despojado. Y con razón. Le robaron justo en su primer superclásico oficial. El cuchillo que él tenía entre los dientes fue el mismo que Boca usó para bajar a su River, un equipo frágil que casi se dejó morir. La diferencia estuvo en una pelota parada, pero fundamentalmente en lo que el genial Fontanarrosa definió como el brillo asesino en los ojos. La fiereza para disputar las pelotas divididas, las ganas de ganar. El cuchillo estuvo en La Boca.
Riquelme, aun en una tarde terrenal, abrazó a sus compañeros antes de jugar. Le habló a un pichón como Monzón. Le pidió a Jesús (Dátolo) que lo ayudara en una jugada de córner que él inventó ayer. Eso es un líder. Y Boca tuvo varios. Otro fue Battaglia, el crack de overol. Morel, el único aporte valioso de La Volpe. O Palermo, importante casi sin patear al arco. River, en cambio, no tuvo dueño. Pudo serlo Ortega, el que mejor entiende el juego pero sin combustible: en el freno quedaba más descolocado él que su marcador. El caudillo entonces es Simeone, pero él ya no juega, aunque su imagen al costado a veces resulte demasiado potente. Quizá lo hubiera solucionado un jugador de campo como JP Carrizo, el único que estuvo a la altura por sus atajadas y por su temple.
El partido fue malo. Boca no la rompió, aunque lo ganó sin discusión. Por sensación de equipo serio. Su error, potenciado en épocas de Copa, es que le dio una chance de resucitar a River (Abreu no es Palermo, se vio en la última jugada). Ischia dice que Palacio es el delantero que más jugadas de peligro genera en el mundo. Es difícil de medirlo, pero casi seguro es el que más falla.
El clásico no le sienta bien: tomó siempre decisiones equivocadas. Por momentos, a lo Alexis otro día, aportó más en recuperación que en ataque. River, de todos modos, colaboró. Como diría Pompilio, fue un equipo light. Simeone se enredó en su excesivo estudio científico del juego: como no estaba Abreu, puso a Gerlo como lateral para el juego aéreo defensivo (¿no puede cabecear Falcao?). Y así perdió a Ferrari, el mejor 4 que tiene, el que le tiró el centro de gol al colombiano contra San Lorenzo. Salvando las diferencias, cuando Ibarra estaba bien no quedaba afuera. El Cholo también sacó a Buonanotte cuando era el único rebelde, aun cuando a veces le robaran la pelota como un padre le saca un caramelo a su nene. Ponzio terminó de lateral derecho en un dibujo que no tenía volante central. Abelairas no lo es. Obvio: los jugadores también fracasaron. Uno fue Tuzzio. Otro, Alexis, quien pareció no entender el juego. Estar en la punta del torneo Clausura les da la revancha.
Pese a lo que indicaba cada rotación, Boca pareció más fresco. River fue un equipo pesado, con poca opción de pase. Encima, entre la pelota y el posible receptor siempre estaban Battaglia, Ledesma o Cáceres. Ellos le habían robado el cuchillo a Simeone.
Uno x uno
M. Caranta (5): ni una sola atajada. Sacó bien.
J. Maidana (6): muy prolijo en la marca, concentradísimo y ordenado. Controló a Buonanotte.
J. Cáceres (7): impasable contra su ex, de arriba y de abajo. No dudó.
C. Morel Rodríguez (7): era una vuelta ideal... hasta que se lesionó. Cerró muy bien sobre la izquierda y hasta salió gambeteando.
L. Monzón (6,5): con personalidad, marcó mucho y no arriesgó.
P. Ledesma (7): por momentos fue una especie de doble 5 con Battaglia, presionó y estuvo ordenado.
S. Battaglia (8,5): un gol, un león quitando. Y jugó mucho con una amarilla.
J. Dátolo (6): la pidió y por momentos complicó por su punta. Le faltó agresividad y pisar el área.
J. Riquelme (5): la pelota pasó mucho por sus pies, sí, pero no generó mucho peligro. Perdió bochas que terminaron en contras. Salió acalambrado.
R. Palacio (4): mal en la definición, no participó tanto del juego.
M. Palermo (6): ni cerca estuvo del gol, pero metió dos pases de gol bárbaros. Clave de arriba.
C. Chávez (6): entró enchufado y, con decisión, se hizo eje.
F. Roncaglia (5): bien en un momento caliente.
A. González (4,5): perdió varias pelotas.
River
Juan Pablo Carrizo (7): El mejor de River, lejos. Enorme en un mano a mano ante Palacio. Nada que hacer en el gol.
Danilo Gerlo (4): Dos cabezazos tan tibios como desviados en ataque. Revoleó casi siempre.
Nicolás Sánchez (4): Escasa presencia en la marca individual. No llegó a algunos cruces.
Eduardo Tuzzio (3): Pagó ante Palermo toda la tarde. Por arriba, por abajo y de costado.
Cristian Villagra (5): Por movilidad y actitud, de lo mejorcito, hasta que se contagió del resto.
Leonardo Ponzio (4): Perdió con Battaglia en el gol y eso pareció condicionarlo. Le faltó precisión en los pases largos.
Matías Abelairas (4): Poca sintonía para los pases, más allá de algunas buenas cesiones. Le ganaron la espalda seguido.
Ariel Ortega (4): Al que más sabe jugar estos partidos, le da la cabeza. Pero el cuerpo...
Alexis Sánchez (3): Una máquina de chocar. Jamás entendió el partido.
Diego Buonanotte (5): Al menos, la pedía. Y cuando se había hecho cargo de la conducción, lo sacaron...
Radamel Falcao (4): Peleó todas, pero ganó poquitas. Raro: se apuró en un remate.
Augusto Fernández (4,5): Buscó asociarse. Perdió casi siempre.
Sebastián Abreu (4): Un cabezazo que pudo cambiar la historia.
Mauro Rosales (4): Un buen centro, dos malos.
DE FRENTE: BOCA Necesario, merecido y celebrado MARCELO GUERRERO | mguerrero@ole.com.ar
La fiesta es nacional, las tribunas aún están llenas, las banderas flamean en esquinas del barrio y plazas del Interior: la alegría es sólo bostera. Vencer a River da gusto, al margen de competiciones, desarrollos o azares. Y si el resultado es 1-0 la felicidad explota con nervios contenidos, emoción guardada. De local, desde el Apertura 92 --gol de Manteca y penal del Mono-- que no se festejaba un triunfo por la mínima en el súper (el de la Libertadores 04 fue en una serie y se tomó con mesura porque parecía escaso). La mejor noticia del partido fue la actuación defensiva y la peor, sin duda, la lesión de Morel. Se lo va a extrañar en Brasil. Punto abajo en el torneo y gol arriba en los octavos, la gente xeneize tiene derecho a imaginarse finales felices. No sobra y en ciertos casos falta, por ejemplo concreción, ¿pero quién es superior? El rival de ayer demostró que no. Diría Bianchi en estas situaciones: podés ganar todo, algo o nada (Man. Utd. y Chelsea andan en la misma...). Para empezar, Boca ganó en el clásico y lo disfruta.
DE FRENTE: RIVER River no te me borrés LEO FARINELLA | lfarinella@ole.com.ar
Excepto el cabezazo de Abreu, que era gol, no generamos una situación de riesgo. No es admisible como representación de River. Para jugar así, la próxima vez no vayan. ¿Para esto se guardaron jugadores contra San Lorenzo? ¡No jugamos a nada! ¡Ni juego ni huevos! ¡Jugaron a las escondidas! Cuidado, que entramos en terreno fangoso, se puede derrumbar todo lo construido. ¿Por qué este vacío? ¿Por qué esta ausencia? Hace una rueda, casi los mismos jugadores le dieron un paseo inolvidable a Boca, con una demostración de carácter que consumió al rival hasta convertirlo en un fantasma sin sábana. Passarella no perdió el clásico pero no ganó un campeonato... El contraste con el último 2-0 es tan grande que llama la atención: Boca no se floreó por su actualidad endeble. Es preocupante esta borratina, porque venimos de flaquear también con San Lorenzo, jugando a la retranca, como equipo chico. Ahora estamos en la cornisa de la Copa y con la imagen de que River arruga en los partidos importantes. Un clásico espantoso, que ninguno merecía ganar y River mereció perder... ¡Ay, River! Ya perdimos dos de los tres partidos más importantes del año, feo, sin atacar, nos queda una chance para cambiar esta triste imagen de espíritu y fútbol leves.
Simeone vio a un equipo que tuvo fiereza en las pelotas divididas, más actitud y varios líderes. Sí, Boca, que en su cancha le bajó los humos a un River muy frágil.
Simeone se sintió despojado. Y con razón. Le robaron justo en su primer superclásico oficial. El cuchillo que él tenía entre los dientes fue el mismo que Boca usó para bajar a su River, un equipo frágil que casi se dejó morir. La diferencia estuvo en una pelota parada, pero fundamentalmente en lo que el genial Fontanarrosa definió como el brillo asesino en los ojos. La fiereza para disputar las pelotas divididas, las ganas de ganar. El cuchillo estuvo en La Boca.
Riquelme, aun en una tarde terrenal, abrazó a sus compañeros antes de jugar. Le habló a un pichón como Monzón. Le pidió a Jesús (Dátolo) que lo ayudara en una jugada de córner que él inventó ayer. Eso es un líder. Y Boca tuvo varios. Otro fue Battaglia, el crack de overol. Morel, el único aporte valioso de La Volpe. O Palermo, importante casi sin patear al arco. River, en cambio, no tuvo dueño. Pudo serlo Ortega, el que mejor entiende el juego pero sin combustible: en el freno quedaba más descolocado él que su marcador. El caudillo entonces es Simeone, pero él ya no juega, aunque su imagen al costado a veces resulte demasiado potente. Quizá lo hubiera solucionado un jugador de campo como JP Carrizo, el único que estuvo a la altura por sus atajadas y por su temple.
El partido fue malo. Boca no la rompió, aunque lo ganó sin discusión. Por sensación de equipo serio. Su error, potenciado en épocas de Copa, es que le dio una chance de resucitar a River (Abreu no es Palermo, se vio en la última jugada). Ischia dice que Palacio es el delantero que más jugadas de peligro genera en el mundo. Es difícil de medirlo, pero casi seguro es el que más falla.
El clásico no le sienta bien: tomó siempre decisiones equivocadas. Por momentos, a lo Alexis otro día, aportó más en recuperación que en ataque. River, de todos modos, colaboró. Como diría Pompilio, fue un equipo light. Simeone se enredó en su excesivo estudio científico del juego: como no estaba Abreu, puso a Gerlo como lateral para el juego aéreo defensivo (¿no puede cabecear Falcao?). Y así perdió a Ferrari, el mejor 4 que tiene, el que le tiró el centro de gol al colombiano contra San Lorenzo. Salvando las diferencias, cuando Ibarra estaba bien no quedaba afuera. El Cholo también sacó a Buonanotte cuando era el único rebelde, aun cuando a veces le robaran la pelota como un padre le saca un caramelo a su nene. Ponzio terminó de lateral derecho en un dibujo que no tenía volante central. Abelairas no lo es. Obvio: los jugadores también fracasaron. Uno fue Tuzzio. Otro, Alexis, quien pareció no entender el juego. Estar en la punta del torneo Clausura les da la revancha.
Pese a lo que indicaba cada rotación, Boca pareció más fresco. River fue un equipo pesado, con poca opción de pase. Encima, entre la pelota y el posible receptor siempre estaban Battaglia, Ledesma o Cáceres. Ellos le habían robado el cuchillo a Simeone.
Uno x uno
M. Caranta (5): ni una sola atajada. Sacó bien.
J. Maidana (6): muy prolijo en la marca, concentradísimo y ordenado. Controló a Buonanotte.
J. Cáceres (7): impasable contra su ex, de arriba y de abajo. No dudó.
C. Morel Rodríguez (7): era una vuelta ideal... hasta que se lesionó. Cerró muy bien sobre la izquierda y hasta salió gambeteando.
L. Monzón (6,5): con personalidad, marcó mucho y no arriesgó.
P. Ledesma (7): por momentos fue una especie de doble 5 con Battaglia, presionó y estuvo ordenado.
S. Battaglia (8,5): un gol, un león quitando. Y jugó mucho con una amarilla.
J. Dátolo (6): la pidió y por momentos complicó por su punta. Le faltó agresividad y pisar el área.
J. Riquelme (5): la pelota pasó mucho por sus pies, sí, pero no generó mucho peligro. Perdió bochas que terminaron en contras. Salió acalambrado.
R. Palacio (4): mal en la definición, no participó tanto del juego.
M. Palermo (6): ni cerca estuvo del gol, pero metió dos pases de gol bárbaros. Clave de arriba.
C. Chávez (6): entró enchufado y, con decisión, se hizo eje.
F. Roncaglia (5): bien en un momento caliente.
A. González (4,5): perdió varias pelotas.
River
Juan Pablo Carrizo (7): El mejor de River, lejos. Enorme en un mano a mano ante Palacio. Nada que hacer en el gol.
Danilo Gerlo (4): Dos cabezazos tan tibios como desviados en ataque. Revoleó casi siempre.
Nicolás Sánchez (4): Escasa presencia en la marca individual. No llegó a algunos cruces.
Eduardo Tuzzio (3): Pagó ante Palermo toda la tarde. Por arriba, por abajo y de costado.
Cristian Villagra (5): Por movilidad y actitud, de lo mejorcito, hasta que se contagió del resto.
Leonardo Ponzio (4): Perdió con Battaglia en el gol y eso pareció condicionarlo. Le faltó precisión en los pases largos.
Matías Abelairas (4): Poca sintonía para los pases, más allá de algunas buenas cesiones. Le ganaron la espalda seguido.
Ariel Ortega (4): Al que más sabe jugar estos partidos, le da la cabeza. Pero el cuerpo...
Alexis Sánchez (3): Una máquina de chocar. Jamás entendió el partido.
Diego Buonanotte (5): Al menos, la pedía. Y cuando se había hecho cargo de la conducción, lo sacaron...
Radamel Falcao (4): Peleó todas, pero ganó poquitas. Raro: se apuró en un remate.
Augusto Fernández (4,5): Buscó asociarse. Perdió casi siempre.
Sebastián Abreu (4): Un cabezazo que pudo cambiar la historia.
Mauro Rosales (4): Un buen centro, dos malos.
DE FRENTE: BOCA Necesario, merecido y celebrado MARCELO GUERRERO | mguerrero@ole.com.ar
La fiesta es nacional, las tribunas aún están llenas, las banderas flamean en esquinas del barrio y plazas del Interior: la alegría es sólo bostera. Vencer a River da gusto, al margen de competiciones, desarrollos o azares. Y si el resultado es 1-0 la felicidad explota con nervios contenidos, emoción guardada. De local, desde el Apertura 92 --gol de Manteca y penal del Mono-- que no se festejaba un triunfo por la mínima en el súper (el de la Libertadores 04 fue en una serie y se tomó con mesura porque parecía escaso). La mejor noticia del partido fue la actuación defensiva y la peor, sin duda, la lesión de Morel. Se lo va a extrañar en Brasil. Punto abajo en el torneo y gol arriba en los octavos, la gente xeneize tiene derecho a imaginarse finales felices. No sobra y en ciertos casos falta, por ejemplo concreción, ¿pero quién es superior? El rival de ayer demostró que no. Diría Bianchi en estas situaciones: podés ganar todo, algo o nada (Man. Utd. y Chelsea andan en la misma...). Para empezar, Boca ganó en el clásico y lo disfruta.
DE FRENTE: RIVER River no te me borrés LEO FARINELLA | lfarinella@ole.com.ar
Excepto el cabezazo de Abreu, que era gol, no generamos una situación de riesgo. No es admisible como representación de River. Para jugar así, la próxima vez no vayan. ¿Para esto se guardaron jugadores contra San Lorenzo? ¡No jugamos a nada! ¡Ni juego ni huevos! ¡Jugaron a las escondidas! Cuidado, que entramos en terreno fangoso, se puede derrumbar todo lo construido. ¿Por qué este vacío? ¿Por qué esta ausencia? Hace una rueda, casi los mismos jugadores le dieron un paseo inolvidable a Boca, con una demostración de carácter que consumió al rival hasta convertirlo en un fantasma sin sábana. Passarella no perdió el clásico pero no ganó un campeonato... El contraste con el último 2-0 es tan grande que llama la atención: Boca no se floreó por su actualidad endeble. Es preocupante esta borratina, porque venimos de flaquear también con San Lorenzo, jugando a la retranca, como equipo chico. Ahora estamos en la cornisa de la Copa y con la imagen de que River arruga en los partidos importantes. Un clásico espantoso, que ninguno merecía ganar y River mereció perder... ¡Ay, River! Ya perdimos dos de los tres partidos más importantes del año, feo, sin atacar, nos queda una chance para cambiar esta triste imagen de espíritu y fútbol leves.