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Post by realeagle on May 9, 2008 14:29:30 GMT -5
El madrid fue un equipo regular en toda la campaña, no fue espectacular pero fue consistente y solo tuvo un mes en el que decayo considerablemente y en ese mes el Barca se le puso a dos puntos y quedo fuera de la champions. pero ahora tiene 17 puntos!!! mas que el equipo del pais que esta entre españa y francia jeje
Aca les dejo las opiniones de los diarios españoles de madrid y catalunya
No fue pasillo, fue paseo as.com
Exhibición del Madrid ante un Barcelona compungido. El Barça ya no será segundo y jugará la previa de la Champions. El madridismo es feliz. El Madrid es una gloria y el Barcelona es una pena. Se trata de dos evidencias clamorosas, crudas, gigantescas. Si estos equipos están condenados históricamente a caminar en sentido inverso, se puede afirmar que nunca han estado tan lejos. Y la distancia es hiriente incluso desde el punto de vista del madridismo, que ayer pidió cinco, pero sintió lástima. Y no es sólo el fútbol: es la felicidad, el ánimo, la alegría de ser rico. El Barcelona ya no podrá ser segundo y jugará la previa de la Champions, allá por agosto (12 y 23). El castigo es barato. El campeón, por su parte, cumplió con su obligación, que ese es el principal mérito de este equipo: la satisfacción por el deber cumplido. En buena medida, el inicio del partido estuvo marcado por el famoso pasillo. Durante bastantes minutos ambos equipos correspondieron a la cortesía del otro. El Madrid contestó educadamente al gesto protocolario del rival y el Barcelona agradeció la enorme elegancia de su adversario, que transformó el trance en una reunión amistosa, plagada de sonrisas y saludos. Así que durante once minutos no hubo faltas, sólo vals. El Madrid dispuso pese a todo de varias ocasiones, pero nunca con ánimo de ofender. Robben calentó los guantes de Valdés al minuto de partido y poco después fue el propio portero del Barcelona el que se complicó la vida: quiso burlar la presión de los delanteros con un regate pisado y estuvo a un suspiro de perder la pelota. La primera falta la cometió Gago, que cada día es más argentino para disfrute del Madrid y del madridismo. Aquello despertó el partido y los futbolistas reconocieron que los señores de plumas eran comanches. Al minuto, marcó Raúl, lógicamente. La jugada nació larga y la condujo Robben desde la derecha al centro. Luego tocaron Sneijder y Guti, hasta que la pelota quedó en tierra de nadie, es decir, en tierra de Raúl. El capitán rebañó el balón y lo colocó junto al palo, allí donde se hernian los porteros. El gol mató al Barça, aunque es posible que ya viniera muerto de casa. Lo intentó, pero con la inercia de los sonámbulos, quizá de los zombies. El esquema tampoco ayudaba. En el centro del campo sólo asomaban Xavi y Touré, que es un futbolista que juega deslomado. Por delante de ellos se acumulaban hasta cuatro atacantes, de Gudjohnsen a Bojan. Si pensamos que Messi no está en plena forma (física y mental) y que el gemelo de Henry dista mucho del original, se puede explicar fácilmente el naufragio. El segundo gol arrancó en una falta de Touré a Sergio Ramos que sólo vio el árbitro, pues fue el sevillano el que embistió la dolorida naturaleza de su contrincante. Guti sacó con dulzura y Robben cabeceó con la facilidad de los especialistas y marcó el segundo gol de su vida con el frontispicio. No es tan raro. Hay suertes en el fútbol (y en la vida) que sólo necesitan que se descubra el velo. Entonces, todo se comprende de pronto. Que le pregunten a Higuaín. A los 23 minutos, Rijkaard sustituyó a Gudjohnsen por Giovani, sin que sepamos la intención. Si pretendía reforzar el mediocampo incluyó al jugador menos apropiado. Sólo acertó si lo que quiere es acabar pronto, disparar las pistolas que le apuntan. En esa primera mitad, Henry dejó un par de detalles y Bojan puso tierna voluntad. Pero eso era terriblemente escaso ante la audacia del Madrid, que se animó y, al ritmo de los olés, exhibió las joyas de la corona, paredes y contraparedes, taconazos, aperturas, regates, alegría. En esas condiciones, el Madrid era el equipo aliado de Evasión o Victoria y el Bernabéu era París. Es evidente que el equipo entero se ha contagiado de felicidad y Diarra resulta una prueba asombrosa. El africano, del que renegamos por zote, se ha convertido en un jugador casi exquisito, fundamental, inteligente, divertido. Así que no le faltaba talento, sino confianza. Algo parecido a lo que ocurre con Gago, del que también dudamos, y que en los últimos partidos se ha multiplicado por mil o un millón. El Barça se fue al vestuario de luto y volvió de entierro. Guti pudo marcar el tercero, pero le perdió tanta generosidad, la que hubiera sido su decimosexta asistencia, si sumamos el pase que sirvió ayer para el gol de Robben. Marcelo, que era el destinatario del centro, fue arrollado por la defensa azulgrana y después se lió desde el suelo en disputas infantiles con Víctor Valdés. Cuando faltaba media hora, Schuster sustituyó a Robben y dio entrada a Higuaín, el héroe de Pamplona. El Bernabéu, entusiasta toda la noche, estalló de júbilo, tantas ganas tenía de aplaudir. Si el holandés quedó conmovido por la ovación, el argentino dio sobre el aire los primeros pasos. No se puede negar que el equipo ha conectado con la gente y que los jugadores son queridos. Y eso es algo que también estaba por recuperar. Apenas llevaba dos minutos en el césped cuando Higuaín marcó su gol. La jugada fue obra de la fe de Diarra, que robó a Zambrotta. Después su compañero recogió el envío y dio cuatro pasos que fueron de ballet: el control, el avance, la colocación y el remate. El Barça estaba al pairo, desarbolado. Marcelo recortó en el área y sólo impidió el gol su golpeo con la derecha, la menos diestra de su piernas. El público pedía cinco y enseñaba la palma abierta. El sueño del Bernabéu pareció tomar forma cuando Pérez Burrull pitó penalti por manos de Puyol. Van Nistelrooy disparó a portería y el defensa sacó los dos brazos para protegerse del balonazo. Recuerdo un tiempo en que los jugadores defendían estas acciones con los brazos en la espalda, precisamente para que no les pitaran este tipo de penaltis. Van Nistelrooy marcó el cuarto. En esa situación tan dramática surgió Messi. Quiso marcar, salvarse, evitar la vergüenza. Y se rescató. En cuatro minutos protagonizó dos jugadas espléndidas, con las virtudes que le conocemos, regate, velocidad, valentía. En ambas se estrelló contra el prodigioso Casillas. El portero sacó la primera con una estirada que le debió dejar un par de centímetros más alto. En la segunda, despejó un tiro a quemarropa que invitaba a esconderse tras el poste. No hay otro guardameta que merezca más el Zamora. Como Iker no estaba cerca, nadie pudo evitar el pase de Messi a Henry, que se plantó frente a Casillas y lo batió con esa delicadeza sobreactuada que le resulta tan propia. El francés huyó al trote con la cabeza gacha y los oídos tapados, tocándose. Ni siquiera el gol dejó al Barça con buen sabor de boca porque Xavi fue expulsado en el tiempo añadido, desquiciado en protestas a Pérez Burrull. Así está el equipo, abandonado. Y así está el Madrid: feliz.
Lo peor no fue el pasillo, lo peor vino después Josep Maria Casanovas (sport.es)
PENOSO, LAMENTABLE, TRISTE. Esto no podía acabar peor, la última puñalada en Madrid. El Barça no jugó, no existió, no dio la cara. Una vergüenza, otro ridículo, una humillación más. Esto es la debacle de un equipo roto. La confirmación de que muchos jugadores de esta plantilla no merecen lucir más la camiseta blaugrana. La despedida de un banquillo impotente desde hace meses por su tolerancia y pasotismo. Y la confirmación de que esta directiva es cómplice del fracaso por no haber sabido tomar medidas en los momentos necesarios. Este equipo, por haber traicionado las ilusiones de los aficionados, se ha hecho acreedor a una multa económica, a un castigo moral. Lo peor no fue el pasillo, lo peor fue lo que vino después. Desde el primer minuto se vio la pasividad, la falta de actitud positiva, daba la sensación de que jugaban por obligación. Penoso, lamentable, triste. AQUI SE NECESITA UNA REVOLUCION. Está claro que esta plantilla está haciendo méritos para que rueden cabezas y se coja la escoba sin contemplaciones en el vestuario. El Barça está a ¡17 puntos! del Madrid, a 7 del Villarreal, se ha despedido de la segunda plaza. Esto es como la caída del Imperio Romano, el hundimiento del Titanic, del primer proyecto de Laporta sólo queda en pie Messi y algunos canteranos. El 6-0 del Valencia fue un simple espejismo, cuando tienen delante un rival con coraje y fuerza, se desmoronan como un castillo de naipes. Han perdido la vergüenza y el orgullo, Rijkaard ha mimado en exceso a los jugadores y éstos le han pagado con moneda falsa. Aquí se impone una revolución, con una renovación no basta. El ridículo del Bernabéu es la gota que colma el vaso de la paciencia de la afición. MARIONETAS EN MANOS DEL MADRID. Les metieron cuatro pero pudieron ser seis. Hasta el minuto 81 el Barça no disparó a la portería de Casillas. A la media hora el Madrid tenía ganado el partido con el rival contra las cuerdas y los brazos caídos. Es como si después de haber tirado la Liga, acudieran al Bernabéu a suicidarse, a beberse el último vaso de cicuta. Más que jugadores, parecían marionetas en manos del Madrid. Henry era un fantasma, nadie entendía por qué jugaba Touré lesionado, la defensa era de mantequilla y Valdés estaba tan vendido que acabó cabreado. En resumen, un palo para Rijkaard en su despedida y una bofetada para Laporta que se quedó blanco en el palco. Esto huele a fracaso final.
Este equipo no es digno del Barça Joan Mª Batlle
Annus horribilis. Una humillación más –¿la última?– de una temporada horrorosa, nefasta, indigna de un equipo como el Barcelona. En el Bernabéu, ante un Madrid que ya había cantado el alirón y no le iba nada en el envite, el Barça volvió a jugar andando y, en consecuencia, volvió a hacer el ridículo. Ha sido la constante de todo el año. Este Barça no le ha ganado a nadie, a ningún rival con cara y ojos, me refiero. Ha perdido los dos partidos con el Madrid, los dos con el Villarreal, no ha ganado al Espanyol, ni al Valencia en la semifinal de Copa, y no le marcó ningún gol al Manchester. Este Barça sale del Bernabéu a diecisiete puntos del líder y con el segundo puesto perdido... ¡Y cuidado, que puede peligrar hasta el tercero! El fracaso ha sido total y absoluto. No se salva absolutamente nadie, no hay la más mínima excusa. Si a estas horas algún responsable –si es que queda alguno al que se le pueda suponer que le queda responsabilidad– aún duda de que hay que fumigar el vestuario es que tampoco merece seguir en el club. Lo de ayer fue la gota que colma el vaso. Todos los jugadores saben lo importantes que son para los barcelonistas los partidos contra el Madrid. Por lo menos podían haber metido el pie, jugar con ganas, demostrar que querían ganar. Pero nada... el Barça ha sido uno de los equipos que menos oportunidades de gol ha creado en el Bernabéu. Casillas fue el héroe ante equipitos de segunda fila y ayer prácticamente no tuvo que intervenir. Fue vergonzoso. Y ante situaciones así no queda otra solución que ser implacable. Rijkaard ya era ayer un cadáver viviente en el banquillo, por lo tanto, hay que apuntar a los jugadores. A los primeros, a los que se bajaron del avión antes de hora, a los que no estaban para remar junto a sus compañeros, a los que, con su ausencia, bajaron el nivel del equipo. Y después, a muchos otros que no son dignos de llevar esta camiseta. Si algo queda claro después de la última tragedia es que este equipo no es digno del Barça. Por lo tanto, hay que cambiarlo: ¡Al loro, Laporta!
Del primero al último: Nos avergonzais Josep Capdevila
Ayer fue un día muy triste para todos los culés. Fue tan triste que lo que parecía un drama, el pasillo, quedó al final en una simple anécdota. Lo peor pasó en los 90 minutos siguientes al pasillo. Después del pasillo vino el baile. Y vaya baile. Que el árbitro colaborara, ya no es ni noticia. Casi no vale la pena ni hablarlo. Es lo que toca, aunque, en el fondo, supone otro fracaso de Joan Laporta. Tanto besarle los pies a Angel María Villar para acabar viendo como esta Liga, además de que el Barça ha sido peor, el Madrid ha seguido teniendo el beneplácito y la colaboración, incluso cuando no la necesitaba de los que ya no se visten muchas veces de negro, pero siguen siendo lo más negro del mundo del fútbol. Pero si fue un día muy triste para los culés, es por el lamentable y vergonzoso espectáculo ofrecido sobre el césped del Santiago Bernabéu. Ayer, los culés sintieron vergüenza no de serlo. Eso nunca. Sintieron vergüenza de ver a, con alguna excepción, una auténtica banda de mercenarios vistiendo una camiseta que no se merecen llevar de ninguna de las maneras. Pero eso es lo que tenemos. Eso es lo que tiene el Barça por culpa de todos, empezando por un Joan Laporta que da la impresión de no saber ni dónde está, ni qué hace, ni que tiene que hacer, acabando por el último de los jugadores, y pasando por el cuerpo técnico. Que hay que hacer limpieza en Can Barça es evidente. Pero cada vez parece más evidente que la limpieza no puede ceñirse solo al vestuario. Sería injusto. Hay muchos otros que no merecen decir que están en el Barça. Son indignos de estar en un gran club como este. El socio y el aficionado tiene la voz. Y con toda la educación y el 'seny propio' de los culés, es necesario que el domingo, en el partido contra el Mallorca, el socio y el aficionado hablen. Que cada uno señale con el dedo a todos aquellos que han llevado a los culés a estar hoy avergonzados. Y no precisamente por culpa del Madrid
Una noche inolvidable en el Bernabéu Alfredo Relaño as.com
Un Barça atónito contribuyó a los festejos del madridismo con un pésimo partido, en el que a las ausencias sumó frialdad y mal manejo por parte de su entrenador. Salió al campo temeroso y el partido tuvo en su primera fase un aire como de amistoso de verano, sin presión, sin faltas, con mejor juego del Madrid y un par de goles bastante rápidos. Sólo entonces despertó el Barça, trató de sacar algún pundonor y nervio, pero estaba desarticulado y perdido, en una fiesta que no era la suya. Y plantado en el campo con un cuatro-dos-cuatro modelo años sesenta que daba plenas facilidades al Madrid. Y el Madrid disfrutó, claro. Fue un carrusel de carreras, remates, taconazos, quites y saltos. Mejor puesto, más entusiasta, animado por un público arrebatado, podría decirse que hasta la lluvia le favorecía. Le faltó, cosas de la fatiga tras la celebración, un puntito de precisión en el tramo final para haber llegado a ese quinto gol que la afición soñaba y pedía, esa manita que periódicamente se intercambian Madrid y Barça, en esos momentos de la historia en que uno va y otro viene, en que el uno está fuerte y el otro postrado. No llegó, y sólo eso empaña un poco el tremendo jolgorio del Madrid. Pero, aun sin el quinto (que en realidad lo marcó Henry, en un descuido de los locales) la fiesta fue tremenda y permitió que todo el mundo alcance el fin de temporada con buenas notas. Triunfó Marcelo, ante el dificilísimo examen de Messi; entusiasmaron Diarra y Gago, que habían empezado el curso con dudas; Higuaín marcó un gol soberbio, y ya es el octavo, una barbaridad para lo poco que ha jugado; Sneijder volvió a gustar. El Madrid tiene otra Liga, y jugadores para aspirar a más. El Barça, noble en el pasillo, desajustado luego, tiene ya inalcanzable el segundo puesto. Felicidades al Villarreal.
Dios salve al Madrid! Tomás Roncero
El Barça ya está a 17 puntos. Es el final de un miniciclo que ahora apunta hacia el Madrid de Schuster. Etoo lo vio por televisión y el Bernabéu vibró. Hasta las chicas del patrocinador del Real Madrid (Bwin) sumaron su belleza a una noche perfecta. La excelencia. El Bernabéu en éxtasis, 85.000 almas coreando el "campeones, campeones", el personal levitando ante la mayor exhibición de fútbol que se haya registrado este año en Europa, Raúl enviando por correo certificado una carta a Luis que rubrican orgullosos el 80% de los españoles, Iker Zamora haciéndole a Messi la parada imposible que no supo firmar Víctor Valdés al 7 de España, Arjen metiendo goles de cabeza y jugando como Robben por su casa, Juanito Higuaín demostrando que es mejor goleador que Messi (el Pipita lleva 8 'limpios' jugando mucho menos, y Lionel sólo seis, porque sus otros cuatro fueron de penalti), Marcelo volando como el mejor Roberto Carlos, Pepenbauer dejando claro que salió barato, Heinze abrumando a Henry hasta justificar el apodo del francés (Titi), Ramos demostrando que el Etna es un volcán activo se diga lo que se diga, Sneijder volviendo a hacer un homenaje al héroe de la Séptima, Gago demostrando que acabará siendo mejor que Redondo, Diarra honrando a sus compañeros tras la fiesta del Buddha ("Diarra se queda, Diarra no se vende"), Guti cosiendo una regla y un cartabón a su bota izquierda, Robinho inventando las bicicletas de agua y Van Nistelrooy conjugando de nuevo su verbo favorito: golear. La vida es blanca. Y la Liga. Todo fue tan perfecto que hasta el 'pasillo fantástico' se convirtió en una preciosa lección del Bernabéu. Ovación y señorío. Happy Bus. El madridismo asiste a un espectacular cambio de ciclo, que aventura varios años de blancas cosechas cimentadas en la juventud de un vestuario modélico y unido como el pegamento Imedio. Me cuentan que el autobús que desplazó a los chicos de Schuster al Bernabéu desde el hotel Mirasierra Suites fue una fiesta escolar. Bromas, cánticos, palmadas, jolgorio sano... En la calle Concha Espina la afición bloqueó la guagua de los campeones y los muchachos casi se bajan a abrazarse con ese pueblo que ha enterrado para siempre esos años de barbecho futbolístico y atontamiento galáctico. Estos tipos se toman las cañas juntos, como en los tiempos del Chiquifrú, y disfrutan de su profesión por encima de cualquier otra tentación. Son cancheros. Son ganadores. Por eso cayeron cuatro. Si Messi pudiese soñar despierto, pediría a su papá que pagase la cláusula para venir al Madrid. Aquí, al menos, ganaría algún título... Afición. El impecable final de curso se gestó en el cocido galáctico del Bar Palacín, en la fe de mis amigos de Oropesa del Mar, La Palma, Cala Ratjada, Hermandad de Madridistas de Badajoz en El Rocío, Abarán, El 17 Blanco de Tenerife, Almorox, Los Vegueros, Balbino de Brujas, el Schuster de Viladecans y hasta Lorenzo Sanz, que envió un telegrama a Ramón Calderón para que felicitase a los jugadores por la Liga 31. El madridismo vuelve a estar unido. ¡Dios salve al Madrid!
Raúl, Casillas, Guti... y el espíritu J.J. Santos.
Era una noche especial para el madridismo pero, particularmente, para los jugadores de la casa, aquellos que llevan tres lustros disfrutando de títulos y también de sinsabores. El partido, desde el minuto 12 en el que marcó el capitán, se convirtió en un homenaje a ellos. Me estoy refiriendo a Raúl, Casillas y Guti. Ellos supieron tomar las riendas el pasado año cuando Capello estaba casi liquidado y ellos son los que más han ayudado a Schuster. Haría bien Calderón en tomar nota para que ese legado no se pierda. Cuando se fichan jugadores, también hay que pensar en estas cosas. La forma en la que arrollaron al Barça estaba impregnada en su espíritu. Ellos tres también supieron ser caballeros en la victoria. El pasillo del Barça fue correspondido por la renuncia a la celebración tumultuosa cuando acabó el partido, e incluso me atrevería a decir que ellos ya no querían hacer más sangre con el 4-0. Mención especial para la temporada de Raúl. En muchas ocasiones he sido crítico con algunos gestos y determinadas formas. Hoy hay que decir que Raúl ha sido, en lo meramente deportivo, el alma de este equipo. Incluso el culpable de que el vestuario esté más unido que nunca. El clásico les hizo justicia a los tres.
Higuaín escondía un goleador Luis Nieto
No sé por qué pagaría más, si por la fórmula de la Coca-Cola o por la máquina de fabricar y promocionar nueves de River Plate. Crespo, Salas, Cruz, Saviola, Ángel, Maxi López, Cavenaghi, Figueroa, Farías y los que se me olvidan dejaron en el club gloria, primero, y plata, después, en los últimos diez años. Allí se hizo Di Stéfano y allí volvió el Madrid para comprar a Higuaín, menos que un ariete y más que un mediapunta, aún a medio hacer, porque en Argentina los talentos se venden sobre plano. El Madrid lo trajo en invierno, sin pretemporada ni ambientación, y como golpe de timón, porque la Liga se le iba a Capello. Un recluta con la misión de un marine. Fue un milagro que sobreviviera, pero le ayudaron goles oportunos. Fue el clavo ardiendo de la Cofradía del Clavo Ardiendo. Buenas maneras y mala puntería le diagnosticaron en junio pasado. Suficiente para evitar una cesión, insuficiente para ser titular. Y así, jugando a ratitos, la portería se le ha ido haciendo grande. Ocho goles en 770 minutos, uno cada 96, incluido el del alirón. Ahora es el banquillo lo que se le queda pequeño. Que se apunte otra Mijatovic. Y que le compense Schuster con la titularidad en lo que queda. P.d. Jefe George le mande unos afiches
realeagle
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