Post by realeagle on Sept 15, 2008 20:03:39 GMT -5
El más desequilibrante del mundo debe hacerse hombre
Por Juan Pablo Varsky Para LA NACION
Lionel Messi es el futbolista más desequilibrante del mundo. A los 21 años está "condenado al éxito". Su gambeta es la más temida por los rivales. Conduce la pelota a gran velocidad y no pierde precisión. La lleva atada a su botín izquierdo. Cambia de dirección, amaga, se frena, vuelve a arrancar. Parece que se la van a sacar, pero casi siempre la conserva. Hace muchos goles: de penal, de tiro libre y, sobre todo, de jugada. En la definición, elige el lugar. Nunca les rompe el pecho a los arqueros y, si puede, los gambetea, algo infrecuente en el fútbol de hoy, en que la moda es patear fuerte y al bulto. Tiene muchos más pases gol que cualquier otro acusado de individualista.
El sábado pasado comenzó su temporada 2008-2009 con Barcelona. Marcó un gol de penal, pero el equipo no pasó del empate de local contra Racing de Santander. Antes del estreno, había protagonizado un cruce dialéctico con Maradona. En realidad, los medios catalanes tergiversaron palabras dichas en buen tono y con "buena leche". En una entrevista con el programa 90 Minutos de fútbol por Fox Sports, Diego declaró: "Ojalá me supere. Yo hice barbaridades con mi cuerpo; no dormía cuatro días y el domingo jugaba. El se cuida mucho más que yo. Tiene todo el potencial para superarme". El analista Carlos Aimar le preguntó qué le faltaba. Y Diego dijo: "A veces juega para Deportivo Messi. Debido a la prepotencia de su juego, a veces se olvida de sus compañeros. Debe apoyarse en ellos, tenerlos como alternativa. Eso lo va a conseguir con los partidos en el Barça y en la selección".
El mensaje llegó cambiado a Cataluña. Los diarios convirtieron la valiosa reflexión de Diego en una acusación de "individualista". Maradona, ¿por qué no te callas? , tituló Sport , un diario que primero publicó la biografía de Saviola cuando brillaba en Barcelona y luego lo acusó de pesetero solamente porque Javier quería cumplir con su contrato. En su regreso a España tras el bochorno de Lima, a Messi lo pincharon con que Diego lo había criticado y lo había acusado de jugar para él solo. Contestó: "Siempre tiene algo para decir de mí y ya estoy acostumbrado, pero yo voy a seguir jugando como sé". Probablemente, si hubiera visto y escuchado el reportaje, no habría contestado con inusual arrogancia. Hasta acá, el ahora número 10 de Barcelona siempre había mostrado humildad en sus respuestas.
Maradona tiene razón y se lo dice por su propia experiencia. Diego aprendió a jugar para el equipo sin perder un gramo de su magia y lo hizo entre los 21 y los 25 años, el mismo período que Messi ahora está recorriendo. Vale la pena comparar al Maradona del Mundial de España ´82 con el de México 86. Ahí está la diferencia. Entre agosto de 1982 y junio de 1986, Maradona pasó por Barcelona, Napoli y los ciclos nacionales de Menotti y Bilardo. Más allá de los consejos de los dos seleccionadores argentinos que han marcado su carrera, Diego evolucionó como futbolista gracias a su amor por este juego, el conocimiento que le dieron los partidos, su vocación por aprender hasta en los entrenamientos y la buena actitud de saber escuchar. Hasta el Mundial de México, Diego era un genio que podía ganar un partido solo, pero no hacía mejores a sus compañeros. Desde 1986, Diego siguió siendo un genio, pero con el valor agregado de su aporte colectivo y su formidable influencia en el rendimiento de sus compañeros.
Cualquier similitud con Messi no es mera coincidencia. Leo debe escuchar a los que saben porque aún puede aprender e incorporarle cosas a su juego. Hoy es el Maradona de Argentinos o el de Boca. Y es exactamente esto lo que quiso decirle Diego. Cuando juega bien Messi, juega bien Messi y punto. Influye en el resultado y en el desarrollo de un partido, pero no en sus compañeros. ¿Qué significa ser "individualista"? ¿Gambetearse a cinco y no largarla? No. Van ejemplos. Si un compañero maneja el balón y, como posible receptor, no te ofrecés como alternativa de pase y te quedás mirando qué hace. Si perdés la pelota y no intentás ser el primer obstáculo para el tipo que te la quitó. Cuando la jugada te pide un pase y vos gambeteás. O si en un contraataque, tenés cinco compañeros desmarcados y pateás al arco desde 35 metros. Aunque te salga bien, estás jugando para vos y no para el equipo. No acuso a Leo de cometer estos "delitos" futbolísticos. Simplemente intento contextualizar las tergiversadas declaraciones de Maradona. Cuando Diego habla del De portivo Messi, se refiere a su desinterés del partido cuando el juego y la pelota no pasan por él.
Esta temporada será clave en la formación futbolística de Messi. Por primera vez todos los reflectores le apuntan a él. Ya no está Ronaldinho, su "hermano mayor" y paraguas protector. El mismo al que los medios catalanes primero le elogiaron su diversión y luego le acusaron de fiestero. Así funciona la picadora de carne. Ningún ídolo se fue bien del club: ni Romario, ni Rivaldo, ni Ronaldinho ni Maradona, quien también podría contarle a Leo como se da vuelta la tortilla cuando el equipo no gana.
Messi tiene una ventaja sobre ellos: se formó futbolísticamente en el club. Llegó desde Rosario a los 13 años y, tras brillar en infantiles, cadetes, juveniles, Barça C y Barça B, debutó profesionalmente el 16 de octubre de 2004 ante Espanyol. Usó el número 30, luego el 19 y ahora le toca el 10 que dejó la nueva figura de Milan. Este profundo vínculo con el Barça le ha quitado identidad con el fútbol argentino. Messi es el único jugador de la selección que no tiene hinchada que lo respalde. En caso de cuestionamientos, a Riquelme lo protegerá la de Boca, a Agüero la de Independiente y a Mascherano la de River, por citar ejemplos. ¿Y a Messi? Ninguna. Es el único futbolista de la historia del seleccionado que no ha jugado minuto alguno en un club argentino.
Asimismo, es la cara del seleccionado más vista en comerciales y campañas publicitarias. Nunca jugó en el campeonato de nuestro país, aún no ha marcado un gol en la cancha de River con la Argentina y lo vemos por todos lados en afiches, revistas y en la tele. Esta insalvable asimetría de origen provoca que algunos hinchas lo apunten como problema y no como solución. Y la referencia a su protagonismo mediático aparece automáticamente. Cuelo mi opinión aquí: para mí tiene condiciones extraordinarias y el equipo debería girar en torno a él. Y él debe asumir ese liderazgo futbolístico con carácter y autoridad.
En Barcelona, Messi integró planteles campeones pero sin un rol protagónico. Ganó ligas en 2005 y 2006, pero en la primera jugó muy poco y en la segunda se desgarró justo cuando le había quitado el puesto al francés Giuly. Su titularidad indiscutida desde la temporada 06-07 coincidió con la declinación de Ronaldinho y de otros jugadores importantes como el portugués Deco. Sus excelentes desempeños, manchados con lesiones musculares, no pudieron rescatar al Barça de un mediocre final de ciclo que en junio pasado determinó la salida de Rijkaard, Ronaldinho y Deco, decisivos en los títulos. Hoy es el actor estelar, la piedra fundamental del proyecto Guardiola, como quedó demostrado en la discusión por su presencia en los Olímpicos de Pekín. Está mucho más expuesto. Si al Barça le va bien, será el gran responsable. Si le va mal, también. Poniéndolo en otras palabras de Maradona: a los 21 años en la mayoría de edad, Lionel Messi, el futbolista más desequilibrante del mundo, tiene que hacerse hombre.
Por Juan Pablo Varsky Para LA NACION
Lionel Messi es el futbolista más desequilibrante del mundo. A los 21 años está "condenado al éxito". Su gambeta es la más temida por los rivales. Conduce la pelota a gran velocidad y no pierde precisión. La lleva atada a su botín izquierdo. Cambia de dirección, amaga, se frena, vuelve a arrancar. Parece que se la van a sacar, pero casi siempre la conserva. Hace muchos goles: de penal, de tiro libre y, sobre todo, de jugada. En la definición, elige el lugar. Nunca les rompe el pecho a los arqueros y, si puede, los gambetea, algo infrecuente en el fútbol de hoy, en que la moda es patear fuerte y al bulto. Tiene muchos más pases gol que cualquier otro acusado de individualista.
El sábado pasado comenzó su temporada 2008-2009 con Barcelona. Marcó un gol de penal, pero el equipo no pasó del empate de local contra Racing de Santander. Antes del estreno, había protagonizado un cruce dialéctico con Maradona. En realidad, los medios catalanes tergiversaron palabras dichas en buen tono y con "buena leche". En una entrevista con el programa 90 Minutos de fútbol por Fox Sports, Diego declaró: "Ojalá me supere. Yo hice barbaridades con mi cuerpo; no dormía cuatro días y el domingo jugaba. El se cuida mucho más que yo. Tiene todo el potencial para superarme". El analista Carlos Aimar le preguntó qué le faltaba. Y Diego dijo: "A veces juega para Deportivo Messi. Debido a la prepotencia de su juego, a veces se olvida de sus compañeros. Debe apoyarse en ellos, tenerlos como alternativa. Eso lo va a conseguir con los partidos en el Barça y en la selección".
El mensaje llegó cambiado a Cataluña. Los diarios convirtieron la valiosa reflexión de Diego en una acusación de "individualista". Maradona, ¿por qué no te callas? , tituló Sport , un diario que primero publicó la biografía de Saviola cuando brillaba en Barcelona y luego lo acusó de pesetero solamente porque Javier quería cumplir con su contrato. En su regreso a España tras el bochorno de Lima, a Messi lo pincharon con que Diego lo había criticado y lo había acusado de jugar para él solo. Contestó: "Siempre tiene algo para decir de mí y ya estoy acostumbrado, pero yo voy a seguir jugando como sé". Probablemente, si hubiera visto y escuchado el reportaje, no habría contestado con inusual arrogancia. Hasta acá, el ahora número 10 de Barcelona siempre había mostrado humildad en sus respuestas.
Maradona tiene razón y se lo dice por su propia experiencia. Diego aprendió a jugar para el equipo sin perder un gramo de su magia y lo hizo entre los 21 y los 25 años, el mismo período que Messi ahora está recorriendo. Vale la pena comparar al Maradona del Mundial de España ´82 con el de México 86. Ahí está la diferencia. Entre agosto de 1982 y junio de 1986, Maradona pasó por Barcelona, Napoli y los ciclos nacionales de Menotti y Bilardo. Más allá de los consejos de los dos seleccionadores argentinos que han marcado su carrera, Diego evolucionó como futbolista gracias a su amor por este juego, el conocimiento que le dieron los partidos, su vocación por aprender hasta en los entrenamientos y la buena actitud de saber escuchar. Hasta el Mundial de México, Diego era un genio que podía ganar un partido solo, pero no hacía mejores a sus compañeros. Desde 1986, Diego siguió siendo un genio, pero con el valor agregado de su aporte colectivo y su formidable influencia en el rendimiento de sus compañeros.
Cualquier similitud con Messi no es mera coincidencia. Leo debe escuchar a los que saben porque aún puede aprender e incorporarle cosas a su juego. Hoy es el Maradona de Argentinos o el de Boca. Y es exactamente esto lo que quiso decirle Diego. Cuando juega bien Messi, juega bien Messi y punto. Influye en el resultado y en el desarrollo de un partido, pero no en sus compañeros. ¿Qué significa ser "individualista"? ¿Gambetearse a cinco y no largarla? No. Van ejemplos. Si un compañero maneja el balón y, como posible receptor, no te ofrecés como alternativa de pase y te quedás mirando qué hace. Si perdés la pelota y no intentás ser el primer obstáculo para el tipo que te la quitó. Cuando la jugada te pide un pase y vos gambeteás. O si en un contraataque, tenés cinco compañeros desmarcados y pateás al arco desde 35 metros. Aunque te salga bien, estás jugando para vos y no para el equipo. No acuso a Leo de cometer estos "delitos" futbolísticos. Simplemente intento contextualizar las tergiversadas declaraciones de Maradona. Cuando Diego habla del De portivo Messi, se refiere a su desinterés del partido cuando el juego y la pelota no pasan por él.
Esta temporada será clave en la formación futbolística de Messi. Por primera vez todos los reflectores le apuntan a él. Ya no está Ronaldinho, su "hermano mayor" y paraguas protector. El mismo al que los medios catalanes primero le elogiaron su diversión y luego le acusaron de fiestero. Así funciona la picadora de carne. Ningún ídolo se fue bien del club: ni Romario, ni Rivaldo, ni Ronaldinho ni Maradona, quien también podría contarle a Leo como se da vuelta la tortilla cuando el equipo no gana.
Messi tiene una ventaja sobre ellos: se formó futbolísticamente en el club. Llegó desde Rosario a los 13 años y, tras brillar en infantiles, cadetes, juveniles, Barça C y Barça B, debutó profesionalmente el 16 de octubre de 2004 ante Espanyol. Usó el número 30, luego el 19 y ahora le toca el 10 que dejó la nueva figura de Milan. Este profundo vínculo con el Barça le ha quitado identidad con el fútbol argentino. Messi es el único jugador de la selección que no tiene hinchada que lo respalde. En caso de cuestionamientos, a Riquelme lo protegerá la de Boca, a Agüero la de Independiente y a Mascherano la de River, por citar ejemplos. ¿Y a Messi? Ninguna. Es el único futbolista de la historia del seleccionado que no ha jugado minuto alguno en un club argentino.
Asimismo, es la cara del seleccionado más vista en comerciales y campañas publicitarias. Nunca jugó en el campeonato de nuestro país, aún no ha marcado un gol en la cancha de River con la Argentina y lo vemos por todos lados en afiches, revistas y en la tele. Esta insalvable asimetría de origen provoca que algunos hinchas lo apunten como problema y no como solución. Y la referencia a su protagonismo mediático aparece automáticamente. Cuelo mi opinión aquí: para mí tiene condiciones extraordinarias y el equipo debería girar en torno a él. Y él debe asumir ese liderazgo futbolístico con carácter y autoridad.
En Barcelona, Messi integró planteles campeones pero sin un rol protagónico. Ganó ligas en 2005 y 2006, pero en la primera jugó muy poco y en la segunda se desgarró justo cuando le había quitado el puesto al francés Giuly. Su titularidad indiscutida desde la temporada 06-07 coincidió con la declinación de Ronaldinho y de otros jugadores importantes como el portugués Deco. Sus excelentes desempeños, manchados con lesiones musculares, no pudieron rescatar al Barça de un mediocre final de ciclo que en junio pasado determinó la salida de Rijkaard, Ronaldinho y Deco, decisivos en los títulos. Hoy es el actor estelar, la piedra fundamental del proyecto Guardiola, como quedó demostrado en la discusión por su presencia en los Olímpicos de Pekín. Está mucho más expuesto. Si al Barça le va bien, será el gran responsable. Si le va mal, también. Poniéndolo en otras palabras de Maradona: a los 21 años en la mayoría de edad, Lionel Messi, el futbolista más desequilibrante del mundo, tiene que hacerse hombre.