Post by realeagle on Dec 13, 2008 23:10:23 GMT -5
¡Guau! River último
Los jugadores lo hicieron: por primera vez en la historia, el club terminó en lo más bajo de la tabla. Campeones hubo muchos pero últimos, ellos solitos... mblotto@ole.com.ar
Este equipo de River hizo historia. Pero de la peor, de la más humillante, de la que ni el más pesimista hincha de River podría imaginar. Es más, sólo en la cabeza de un extraterrestre podía caber un final de campeonato con River último (y cómodo) en la tabla. Por eso, la palabra fracaso le queda muy chica a esta campaña. Como reconocen los propios jugadores, es una vergüenza.
Como si le faltara algo a este River rebasado de desgracias y colmos, terminó último por empatar uno de los pocos partidos del torneo que mereció ganar. Incluso, había concretado el triunfo esperanzador (así dependía de una derrota de Central para zafar del gran papelón). Sin embargo, el línea Ernesto Soto Pérez cobró un inexistente offside de Musacchio que anuló el posterior cabezazo salvador de Cabral. De todos modos, River no terminó en el fondo de la tabla porque un árbitro se equivocó: este River quedó en la historia porque durante todo el Apertura hizo justamente todo al revés de lo que manda la historia del club.
En La Plata, durante un gran lapso del juego, River se pareció a un equipo. Tanto que superó al ordenado, consolidado y ganador Estudiantes por la visión de juego de Abelairas, las ganas de Galmarini y las permanentes corridas de Ferrari y Augusto por la banda derecha. Sólo por esa actitud que estuvo ausente casi todo el semestre, los muchachos de Gabriel Rodríguez achicaron a Verón, no dejaron brillar al Chino Benítez, contuvieron a Angeleri y controlaron a Boselli. Encima, las paradojas parecían volverse a favor (al menos una vez) cuando Tuzzio, la imagen más representativa de este plantel perseguido por las derrotas, convirtió el parcial 1 a 0.
Aunque de repente ese River bueno que se plantó en el estadio Unico con la convicción de ganar para salvar el orgullo, le dio paso al River malo, una vez más. Volvieron los temores, los problemas para retener el balón y las desconcentraciones fatales en el área: antes de que Boselli la empujara en la boca del arco, la pelota cruzó el área dos veces enfrente de las narices de los defensores. La positiva reacción pudo terminar con el premio de la victoria. Pero los problemas crónicos de definición y el error del línea no lo permitieron. Y así se produjo el peor final, tan temido como anunciado, que pudo ser más vergonzoso aún si Vega no manoteaba un cabezazo terrible bajo de Boselli en una de las últimas jugadas.
El 2008 quedará como una mancha imborrable en la gigante historia de River. Y estos jugadores cargarán con esa pesada mochila para siempre. Es cierto que salieron campeones hace seis meses. Pero en River se festejaron 33 campeonatos locales. En cambio, último hubo uno solo. Y lo más probable es que también sea el único.
¡Guau!
Ultimas imágenes del fracaso
LEO FARINELLA | lfarinella@ole.com.ar (Periodista, hincha de River)
La vergüenza está instalada para toda la historia. River terminó último en un torneo argentino. El más campeón de todos los tiempos, el más ganador, el que más goles hizo, el que más gente lleva a las canchas incluso yendo último, el que supo ser el más grande lejos, hoy está lejos de ser el más grande. Había que hacer muchos méritos para hundir a River en este pozo que ya va llegando a Japón, no precisamente para jugar la Intercontinental. Hasta ahora parecía que ni a propósito River podía estar último, que era verdad, al menos en River, eso de que estábamos condenados al éxito. Hoy por hoy, sólo estamos condenados. La soberbia, la insistencia en fórmulas de fracaso, encerrarse y aferrarse a los que dicen sí y descalificar y hasta agredir a los que dicen que no, dividir entre leales y traidores, negarse a sumar opiniones para crecer, hicieron de River esto que es hoy, un equipo chico, un equipito que depende de que un línea no levante la bandera absurdamente para soñar con no ser último, una gestión que fue capaz de secar el mar en Aruba y provocar inundaciones en el Sahara. Todo lo malo que podía pasar pasó, pero en los laboratorios de los límites de la ley de Murphy se ríen de River a carcajadas y catástrofes peores podrán venir sin que nos deban asombrar. Ultimos, señores, últimos, ¿cuándo habrá autocrítica seria? ¿Cuándo algo de sensatez y un poquito menos de histeria? Esto no puede ser gratis. Es una linda frase. Seguro que no llegamos a esto por amor a River.
Los jugadores lo hicieron: por primera vez en la historia, el club terminó en lo más bajo de la tabla. Campeones hubo muchos pero últimos, ellos solitos... mblotto@ole.com.ar
Este equipo de River hizo historia. Pero de la peor, de la más humillante, de la que ni el más pesimista hincha de River podría imaginar. Es más, sólo en la cabeza de un extraterrestre podía caber un final de campeonato con River último (y cómodo) en la tabla. Por eso, la palabra fracaso le queda muy chica a esta campaña. Como reconocen los propios jugadores, es una vergüenza.
Como si le faltara algo a este River rebasado de desgracias y colmos, terminó último por empatar uno de los pocos partidos del torneo que mereció ganar. Incluso, había concretado el triunfo esperanzador (así dependía de una derrota de Central para zafar del gran papelón). Sin embargo, el línea Ernesto Soto Pérez cobró un inexistente offside de Musacchio que anuló el posterior cabezazo salvador de Cabral. De todos modos, River no terminó en el fondo de la tabla porque un árbitro se equivocó: este River quedó en la historia porque durante todo el Apertura hizo justamente todo al revés de lo que manda la historia del club.
En La Plata, durante un gran lapso del juego, River se pareció a un equipo. Tanto que superó al ordenado, consolidado y ganador Estudiantes por la visión de juego de Abelairas, las ganas de Galmarini y las permanentes corridas de Ferrari y Augusto por la banda derecha. Sólo por esa actitud que estuvo ausente casi todo el semestre, los muchachos de Gabriel Rodríguez achicaron a Verón, no dejaron brillar al Chino Benítez, contuvieron a Angeleri y controlaron a Boselli. Encima, las paradojas parecían volverse a favor (al menos una vez) cuando Tuzzio, la imagen más representativa de este plantel perseguido por las derrotas, convirtió el parcial 1 a 0.
Aunque de repente ese River bueno que se plantó en el estadio Unico con la convicción de ganar para salvar el orgullo, le dio paso al River malo, una vez más. Volvieron los temores, los problemas para retener el balón y las desconcentraciones fatales en el área: antes de que Boselli la empujara en la boca del arco, la pelota cruzó el área dos veces enfrente de las narices de los defensores. La positiva reacción pudo terminar con el premio de la victoria. Pero los problemas crónicos de definición y el error del línea no lo permitieron. Y así se produjo el peor final, tan temido como anunciado, que pudo ser más vergonzoso aún si Vega no manoteaba un cabezazo terrible bajo de Boselli en una de las últimas jugadas.
El 2008 quedará como una mancha imborrable en la gigante historia de River. Y estos jugadores cargarán con esa pesada mochila para siempre. Es cierto que salieron campeones hace seis meses. Pero en River se festejaron 33 campeonatos locales. En cambio, último hubo uno solo. Y lo más probable es que también sea el único.
¡Guau!
Ultimas imágenes del fracaso
LEO FARINELLA | lfarinella@ole.com.ar (Periodista, hincha de River)
La vergüenza está instalada para toda la historia. River terminó último en un torneo argentino. El más campeón de todos los tiempos, el más ganador, el que más goles hizo, el que más gente lleva a las canchas incluso yendo último, el que supo ser el más grande lejos, hoy está lejos de ser el más grande. Había que hacer muchos méritos para hundir a River en este pozo que ya va llegando a Japón, no precisamente para jugar la Intercontinental. Hasta ahora parecía que ni a propósito River podía estar último, que era verdad, al menos en River, eso de que estábamos condenados al éxito. Hoy por hoy, sólo estamos condenados. La soberbia, la insistencia en fórmulas de fracaso, encerrarse y aferrarse a los que dicen sí y descalificar y hasta agredir a los que dicen que no, dividir entre leales y traidores, negarse a sumar opiniones para crecer, hicieron de River esto que es hoy, un equipo chico, un equipito que depende de que un línea no levante la bandera absurdamente para soñar con no ser último, una gestión que fue capaz de secar el mar en Aruba y provocar inundaciones en el Sahara. Todo lo malo que podía pasar pasó, pero en los laboratorios de los límites de la ley de Murphy se ríen de River a carcajadas y catástrofes peores podrán venir sin que nos deban asombrar. Ultimos, señores, últimos, ¿cuándo habrá autocrítica seria? ¿Cuándo algo de sensatez y un poquito menos de histeria? Esto no puede ser gratis. Es una linda frase. Seguro que no llegamos a esto por amor a River.