Post by realeagle on Mar 2, 2009 17:58:41 GMT -5
CASLA 5 River 1
"Si no quieren más goles, que me compren"
Bergessio volvió a descoserla frente a River: asistió en el primero, hizo un golazo, fue figura y, de yapa, embocó una chicana. El es el Ogro de Núñez. El que se quema con Lavandina se quema en serio. Y River se prende fuego cada vez que se cruza con Bergessio. Y Gonzalo lo sabe, claro. Y eso lo agranda. Adentro de la cancha. Y afuera también. "Si no quieren que les haga más goles, que me compren", chicaneó el delantero, tan ocurrente como durante los 90 minutos. Una hora y media en la que volvió a plasmar su robustez y potencia, haciendo rebotar a cuanto rival se le cruzara por delante o por detrás. Bergessio volvió a romperle el arco a River, y fue un golazo, el 4-1 que esfumó todas las ilusiones de seguir puntero del Millo, como les esfumó aquel 8/5/08 los sueños de seguir viviendo en la Libertadores, cuando Lavandina jugó el mejor partido de su vida y Boedo festejó un campeonato en Núñez. Y el punta pasó a ser canonizado por los hinchas de San Lorenzo. Fieles, devotos que ayer alimentaron la fe luego de gozar otra tremenda performance. Si River quiere dejar de sufrirlo, entonces, va a tener que ponerse parece. Pero, en este caso, lo caro le va a salir barato. Seguro. Porque Bergessio (quien ya le había hecho un gol a River jugando para Racing, en el Apertura 2006, triunfo 3-1 de la Acadé), mostró sus cualidades al cuadrado en la primera jugada del partido: desbordó y mandó el centro atrás, luego aprovechado por Santana para iniciar la goleada.
Y no paró más. Fue pivote, wing, 9 de área goleador. Fue pura polenta, arrastró marcas, colaboró en defensa. Intimidó constantemente. Así como Fabbiani hace que sus marcadores se rasquen la cabeza y les dé taquicardia, Bergessio parece provocar el mismo efecto en quienes portan la banda roja. Y eso genera, además, impotencia, porque más que a nadie quieren opacar, si hasta se habló post Monumentalazo que Simeone quería a Lavandina para sus filas pero los mismos jugadores se habrían negado a avalar su llegada, luego efectivamente trunca, enojados por las peleas del canterano de Platense con Eduardo Tuzzio y compañía. Bergessio no habló antes de irse a su casa. Ya había dicho, con cara pícara, lo que había esperado decir durante toda una semana tan mediática como callada para él. No hizo declaraciones en la previa pese a ser de los personajes más buscados, pese al morbo tan instalado, aceptó la sugerencia de Russo, no entrar en polémicas, ni siquiera exponerse a quedar envuelto en alguna. El punta habló en la cancha. Y la voz del estadio lo nombró dos veces al anunciar la formación (cualquier similitud con los dos goles coperos no es mera coincidencia), la gente nuevamente lo ovacionó más que a nadie, él se supo ganador otra vez, desde el arranque del 5-1 histórico. Icono de este San Lorenzo arrasador, infalible, motivadísimo, estandarte de las ganas con mayúsculas que mostraron los 14 que jugaron. "Poné a Fabbiani", se burlaron las gradas del Ciclón aun con el Ogro en cancha. Porque el único Ogro, ayer, resultó Bergessio. Y jugó para San Lorenzo. Aunque por cómo viene la cosa, por ahí, en junio, cambia de colores. Pinta tan utópico como que se saque un aplazado en un partido contra River.
¿Baño de realidad?
De campeón a último, de último a puntero y de puntero a goleado. ¿Cuál es el verdadero River? Ayer repitió fallas recientes y resurgieron varios fantasmas. ¿El que gusta pero no gana? ¿El que gana pero no gusta? ¿El que necesita de un árbitro que deje pasar una mano y un offside? ¿El puntero del campeonato? ¿El que dio lástima el semestre pasado? ¿El que juega su partido más importante y a los 29 segundos está 0-1, a los 5 minutos va 0-2 y a los 17, sufre el 0-3? ¿El del debut ante Colón, el que dio vuelta a Central, el que explotó al mango la localía en la Copa, al que Banfield no pudo taladrar o el que fue bailado y goleado por San, San, San Lorenzo? ¿Cuál es el verdadero River? Desde el vamos, River no es una máquina ni tampoco el flancito que se vio en el Nuevo Gasómetro. Sí es un equipo que continúa buscando su identidad y que ayer se fue por primera vez, y decididamente, a la banquina. Y que mostró rendimientos individuales para preocuparse. Porque así como hace una semana Ojeda evitó que Bertolo se diera un gustazo en el Monumental, ayer le patearon seis veces al arco (sólo en el primer tiempo) y la fue a buscar ¡cuatro veces adentro! Porque así como Cabral se gana por derecho propio ante Central ser titular, ayer quedó pagando cada vez que intentó cobrarle peaje a Bergessio. Porque así como Rosales desborda, asiste y amaga con volver a ser importante ante Colón, ayer sólo tiró centros para que Bottinelli, Aguirre y compañía despejaran sin dramas. Porque así como Falcao es un Tigre ante Colón y Banfield y se espera que devuelva con goles las (posibles) agresiones, ayer lo único que miró torcido fue el arco. Porque así como Fabbiani desequilibra a Central y a Banfield, ayer sólo le movió la estantería al Chacho Torres y en lugar de sonrisas se ganó una amarilla. Y porque así como Ferrari, Sánchez, Augusto, Abelairas, Ahumada y Buonanotte consiguen su protagónico en lo que va del Clausura, ayer pesaron igual que Maradona con las piernas de Nasuti... No desesperarse ni bajar los brazos con el partido perdido es lo rescatable. Como también es para remarcar la tranquilidad de Gorosito ante no sólo la primera derrota oficial de su ciclo en River sino también la más humillante. Y aunque en palabras Pipo pueda pasar de la sinceridad de "si digo que jugamos bien sería un mentiroso de mierda" al me-hago-el-confundido y "la verdad es que este fue un partido raro", su manera de manejarse en el banco también habla del ADN de este River. De un River que llegó al Nuevo Gasómetro confiado y que se fue del Bajo Flores tras recibir un baño de humildad. Bah, con un aguacero. Y con varios de los fantasmas que parecían haberse ido, revoloteándole otra vez. Y muy cerca.
Acá hay plantel
Tremenda paliza, sin Barrientos y sólo con un rato de Solari. El Cuervo supo potenciar el sentido colectivo. Lo madrugó primero, lo aplastó enseguida y le toqueteó la pelota de última. Es que San Lorenzo supo abrirse la puerta para ir a jugar y armar una inolvidable fiesta de goles. Un ratito de Solari, con sus exquisiteces por la izquierda hizo camino al andar. Bergessio, directamente dejó una huella con sus embestidas tipo aplanadora. Pero el Indiecito se fue pronto, lesionado, y Barrientos no está, por lo que el Cuervo se potenció con sentido colectivista. Barrientos y Solari, nada menos, quedaron afuera, pero adentro, y San Lorenzo dispuso de varias factores para consolidar su Ciclonazo: 1) la aceleración de Bergessio, junto con el oficio de Silvera; 2) la clarividencia de Ledesma para entender el rumbo y el ritmo necesario en cada circunstancia ; 3) las jugadas preparadas en tiros libres con la maestría y pegada de sus dos laterales; 4) una voluntad inquebrantable en salir de perdedor (venía de tres caídas, una de ellas en la Copa); 5) las salidas a destiempo de Cabral, que abrían un agujero por detrás, que permitían la filtración de Bergessio y la trepada por la derecha. Focos del dominio. En lo estratégico, su planteo fue apuntar a las bandas -preferentemente la izquierda- para dejar en banda al equipo de la banda. El foco estuvo ahí, al principio: soslayar el tramado por el centro, conectarse, aligerarse, profundizar por los costados. Pero con la suave desaceleración tras el 3-0, el enfoque del armado se trasladó al medio, con eje en Ledesma. En realidad, River buscaba presionar muy adelante. Perdía Cabral ante Bergessio. quien se mandaba con todo, y así había faltas y peligro de gol. En vez San Lorenzo no era tan fundamentalista en ese aspecto. Lo dejaba venir un poquito a River. Su primer límite lo ponía pasado medio campo, donde el Chaco Torres minimizaba lo que trataban de enganchar Buonanotte y después Gallardo. A su lado, Ledesma era la salida. Al principio, rápido para la disparada por los costados. Después, como eje para defenderse con la pelota. Y atrás, salvo cierta inseguridad de Orión, bastó que Bottinelli se bancara bastante bien de arriba y en general, que los dos centrales no dejaran tanto girar a Falcao. Así, San Lorenzo destrozó con sutilezas y ritmo frenético, para luego autorregularse con la pelota al pie. Y al final se dio un goce más sereno de fútbol (más allá del ritual tribunero de las gastadas), mientras el rival se desgastaba en la inoperancia, salvo algunos desbordes de Augusto en el tramo del 3-0 al 4-1 parcial. El Cuervo venía de tres derrotas seguidas y este 5-1 le resultó sanador porque le cicatrizó esa herida. Y le abrió una muy profunda a River.
5 errores gol por gol
1-0: un cierre mal coordinado colectivamente. Bergessio recibió sobre la raya izquierda y Cabral salió a cruzarlo al lateral derecho: el 2 perdió el mano a mano. Nico Sánchez se metió al área para cubrirlo y Villagra se cerró bien con Silvera, pero Abelairas descuidó a Santana, se pasó de largo y el centro atrás de Bergessio le quedó servido al volante. 2-0: ¡golazo! Ni siquiera fue una falta evitable (Torres venía a la carrera y Cabral se lo chocó) y era lejos. Adrián González le pegó con tanta perfección que no le dio chances a Ojeda. 3-0: una pifia y muchas miradas pasivas. Aureliano metió un tiro libre desde la izquierda en el área, Augusto quiso rechazar y le erró el derechazo. La pelota quedó entre Bottinelli y Ahumada y el 5 de River se cayó. Además, Ojeda tardó en reaccionar y el 6 del Ciclón definió casi en el área chica. 4-1: nadie puede con Bergessio. San Lorenzo inició una contra y Gómez recibió sólo delante de Cabral y Ferrari en tres cuartos de cancha. El 2 de River (camiseta 24) le salió al Papu mientras Bergessio picaba a su espalda. El 4 no dio el paso adelante y habilitó a Lavandina, que encaró hacia el área. Nico Sánchez lo alcanzó pero no lo desacomodó, y encima Ojeda tardó en salir a achicar.5-1: casi un blooper. Ojeda cortó un tiro libre cerrado cerca del punto penal, pero su puñetazo quedó flotando en el área y él se volvió al arco en lugar de ir por la pelota. Cabral perdió en el salto con Bergessio y la bola le cayó a Archubi, quien intentó rechazar de derecha al borde del área chica y pifió. Silvera aprovechó el conjunto de horrores y cerró la goleada. Conclusión: Hay caras que ninguna careta puede tapar. La imagen del Ogro y de tres victorias consecutivas maquillaron un poco los horrores defensivos crónicos de River, pero parece imposible cambiar ese rostro sin cirugía mayor. Ayer, salvo en el impecable golazo de Adrián González de tiro libre, hubo colaboración de los jugadores de River en todos los festejos de San Lorenzo. Gorosito dijo que "nos patearon cinco veces y nos hicieron cuatro goles". ¿Eso es mérito del Ciclón o cada pelota que va para el arco termina en la red? Es una pregunta que Pipo tendrá que resolver, porque más allá de su incondicional apoyo a JM Ojeda (incluso figura ante Banfield), es evidente que el arco de River es muy permeable. ¿Lo verá de esa manera Pipo? ¿Pensará en un cambio de arquero o modificaciones en el fondo? Por ahora, el titular es Ojeda. Vega y Barbosa esperan una chance.
1, 2, 3, 4, 5DIEGO GANDARA | dgandara@ole.com.ar Periodista hincha de San Lorenzo
Aclaremos de entrada, para no ser exitista, que no existen cuatro goles de diferencia entre San Lorenzo y el último del Apertura: ¡hay más! Ayer San Lorenzo salió con actitud, a comerse al rival, a jugar y no a pelear y convirtió lo que generó. Esta primera media hora resultó demasiado para un River humillado en su pequeña autoestima inflada por resultados generados por errores de los árbitros. Tampoco hay que agrandarse porque se le ganó a un rival sin arquero, sin centrales que marcan, con volantes para la foto, que juega sin delanteros y con refuerzos de la MLS que acogotan jugadores en amistosos. No puedo evitar recordar que nueve contra 11 hubiera sido empate. Entonces, con este razonamiento, no es descabellado explicar que en igualdad numérica la victoria estaba decretada. Jaja, ¡qué baile! Pensar que antes nos ganaban con la camiseta y hasta tenían ídolos importantes. Lo único para lamentar de la soberbia actuación colectiva fue la lesión de Solari, la tonta expulsión del Papu y los rebotes de Orión. ¡Gracias por la magia Ciclón!
Un día para borrar del calendario LEO FARINELLA | lfarinella@ole.com.ar Periodista hincha de River
El teclado de la compu tendría que tener una tecla con la propiedad de borrar un día del mapa. Ese día, si me permiten elegir, es ayer. Se sabía que era un partido ultradifícil, porque un gran equipo que viene de tres derrotas seguidas se levanta o se levanta. Y era el caso de San Lorenzo. En cambio, River venía dulce y eso invitó a la relajación. Además, por si el gol a los pocos segundos fuera poco, a los 15 minutos estaba definido el partido y eso impone no sacar ninguna conclusión apresurada. Un día negro. Salió todo mal y punto. No hay que matar a nadie y hacer de cuenta que este domingo no existió, que en lugar de ser 1° de marzo fue 29 de febrero y de repente desapareció del calendario. Ya está. San Lorenzo ganó bien, nos goleó con un aprovechamiento llamativo de las situaciones que tuvo. River entró dormido y cuando se quiso acordar ya no había nada que hacer, pese a que Orión intentó ayudarnos un poquito. Falcao se portó bien, en un partido como éste es un mérito haber terminado con 11 en la cancha. Estaba todo tan cocinado que ni siquiera tendrían que haber entrado Fabbiani y Gallardo. No había nada que hacer y fue exponerlos, sobre todo al Ogro, que entiende el juego y se la banca sin chistar pero fue perseguido por los Cuervos y observado especialmente por el árbitro, que en la primera jugada le sacó una amarilla que para otros no hubiera sido nada. Ahora hay que agachar la cabeza, bancar la joda y seguir. La serenata es larga y todavía cantamos.
"Si no quieren más goles, que me compren"
Bergessio volvió a descoserla frente a River: asistió en el primero, hizo un golazo, fue figura y, de yapa, embocó una chicana. El es el Ogro de Núñez. El que se quema con Lavandina se quema en serio. Y River se prende fuego cada vez que se cruza con Bergessio. Y Gonzalo lo sabe, claro. Y eso lo agranda. Adentro de la cancha. Y afuera también. "Si no quieren que les haga más goles, que me compren", chicaneó el delantero, tan ocurrente como durante los 90 minutos. Una hora y media en la que volvió a plasmar su robustez y potencia, haciendo rebotar a cuanto rival se le cruzara por delante o por detrás. Bergessio volvió a romperle el arco a River, y fue un golazo, el 4-1 que esfumó todas las ilusiones de seguir puntero del Millo, como les esfumó aquel 8/5/08 los sueños de seguir viviendo en la Libertadores, cuando Lavandina jugó el mejor partido de su vida y Boedo festejó un campeonato en Núñez. Y el punta pasó a ser canonizado por los hinchas de San Lorenzo. Fieles, devotos que ayer alimentaron la fe luego de gozar otra tremenda performance. Si River quiere dejar de sufrirlo, entonces, va a tener que ponerse parece. Pero, en este caso, lo caro le va a salir barato. Seguro. Porque Bergessio (quien ya le había hecho un gol a River jugando para Racing, en el Apertura 2006, triunfo 3-1 de la Acadé), mostró sus cualidades al cuadrado en la primera jugada del partido: desbordó y mandó el centro atrás, luego aprovechado por Santana para iniciar la goleada.
Y no paró más. Fue pivote, wing, 9 de área goleador. Fue pura polenta, arrastró marcas, colaboró en defensa. Intimidó constantemente. Así como Fabbiani hace que sus marcadores se rasquen la cabeza y les dé taquicardia, Bergessio parece provocar el mismo efecto en quienes portan la banda roja. Y eso genera, además, impotencia, porque más que a nadie quieren opacar, si hasta se habló post Monumentalazo que Simeone quería a Lavandina para sus filas pero los mismos jugadores se habrían negado a avalar su llegada, luego efectivamente trunca, enojados por las peleas del canterano de Platense con Eduardo Tuzzio y compañía. Bergessio no habló antes de irse a su casa. Ya había dicho, con cara pícara, lo que había esperado decir durante toda una semana tan mediática como callada para él. No hizo declaraciones en la previa pese a ser de los personajes más buscados, pese al morbo tan instalado, aceptó la sugerencia de Russo, no entrar en polémicas, ni siquiera exponerse a quedar envuelto en alguna. El punta habló en la cancha. Y la voz del estadio lo nombró dos veces al anunciar la formación (cualquier similitud con los dos goles coperos no es mera coincidencia), la gente nuevamente lo ovacionó más que a nadie, él se supo ganador otra vez, desde el arranque del 5-1 histórico. Icono de este San Lorenzo arrasador, infalible, motivadísimo, estandarte de las ganas con mayúsculas que mostraron los 14 que jugaron. "Poné a Fabbiani", se burlaron las gradas del Ciclón aun con el Ogro en cancha. Porque el único Ogro, ayer, resultó Bergessio. Y jugó para San Lorenzo. Aunque por cómo viene la cosa, por ahí, en junio, cambia de colores. Pinta tan utópico como que se saque un aplazado en un partido contra River.
¿Baño de realidad?
De campeón a último, de último a puntero y de puntero a goleado. ¿Cuál es el verdadero River? Ayer repitió fallas recientes y resurgieron varios fantasmas. ¿El que gusta pero no gana? ¿El que gana pero no gusta? ¿El que necesita de un árbitro que deje pasar una mano y un offside? ¿El puntero del campeonato? ¿El que dio lástima el semestre pasado? ¿El que juega su partido más importante y a los 29 segundos está 0-1, a los 5 minutos va 0-2 y a los 17, sufre el 0-3? ¿El del debut ante Colón, el que dio vuelta a Central, el que explotó al mango la localía en la Copa, al que Banfield no pudo taladrar o el que fue bailado y goleado por San, San, San Lorenzo? ¿Cuál es el verdadero River? Desde el vamos, River no es una máquina ni tampoco el flancito que se vio en el Nuevo Gasómetro. Sí es un equipo que continúa buscando su identidad y que ayer se fue por primera vez, y decididamente, a la banquina. Y que mostró rendimientos individuales para preocuparse. Porque así como hace una semana Ojeda evitó que Bertolo se diera un gustazo en el Monumental, ayer le patearon seis veces al arco (sólo en el primer tiempo) y la fue a buscar ¡cuatro veces adentro! Porque así como Cabral se gana por derecho propio ante Central ser titular, ayer quedó pagando cada vez que intentó cobrarle peaje a Bergessio. Porque así como Rosales desborda, asiste y amaga con volver a ser importante ante Colón, ayer sólo tiró centros para que Bottinelli, Aguirre y compañía despejaran sin dramas. Porque así como Falcao es un Tigre ante Colón y Banfield y se espera que devuelva con goles las (posibles) agresiones, ayer lo único que miró torcido fue el arco. Porque así como Fabbiani desequilibra a Central y a Banfield, ayer sólo le movió la estantería al Chacho Torres y en lugar de sonrisas se ganó una amarilla. Y porque así como Ferrari, Sánchez, Augusto, Abelairas, Ahumada y Buonanotte consiguen su protagónico en lo que va del Clausura, ayer pesaron igual que Maradona con las piernas de Nasuti... No desesperarse ni bajar los brazos con el partido perdido es lo rescatable. Como también es para remarcar la tranquilidad de Gorosito ante no sólo la primera derrota oficial de su ciclo en River sino también la más humillante. Y aunque en palabras Pipo pueda pasar de la sinceridad de "si digo que jugamos bien sería un mentiroso de mierda" al me-hago-el-confundido y "la verdad es que este fue un partido raro", su manera de manejarse en el banco también habla del ADN de este River. De un River que llegó al Nuevo Gasómetro confiado y que se fue del Bajo Flores tras recibir un baño de humildad. Bah, con un aguacero. Y con varios de los fantasmas que parecían haberse ido, revoloteándole otra vez. Y muy cerca.
Acá hay plantel
Tremenda paliza, sin Barrientos y sólo con un rato de Solari. El Cuervo supo potenciar el sentido colectivo. Lo madrugó primero, lo aplastó enseguida y le toqueteó la pelota de última. Es que San Lorenzo supo abrirse la puerta para ir a jugar y armar una inolvidable fiesta de goles. Un ratito de Solari, con sus exquisiteces por la izquierda hizo camino al andar. Bergessio, directamente dejó una huella con sus embestidas tipo aplanadora. Pero el Indiecito se fue pronto, lesionado, y Barrientos no está, por lo que el Cuervo se potenció con sentido colectivista. Barrientos y Solari, nada menos, quedaron afuera, pero adentro, y San Lorenzo dispuso de varias factores para consolidar su Ciclonazo: 1) la aceleración de Bergessio, junto con el oficio de Silvera; 2) la clarividencia de Ledesma para entender el rumbo y el ritmo necesario en cada circunstancia ; 3) las jugadas preparadas en tiros libres con la maestría y pegada de sus dos laterales; 4) una voluntad inquebrantable en salir de perdedor (venía de tres caídas, una de ellas en la Copa); 5) las salidas a destiempo de Cabral, que abrían un agujero por detrás, que permitían la filtración de Bergessio y la trepada por la derecha. Focos del dominio. En lo estratégico, su planteo fue apuntar a las bandas -preferentemente la izquierda- para dejar en banda al equipo de la banda. El foco estuvo ahí, al principio: soslayar el tramado por el centro, conectarse, aligerarse, profundizar por los costados. Pero con la suave desaceleración tras el 3-0, el enfoque del armado se trasladó al medio, con eje en Ledesma. En realidad, River buscaba presionar muy adelante. Perdía Cabral ante Bergessio. quien se mandaba con todo, y así había faltas y peligro de gol. En vez San Lorenzo no era tan fundamentalista en ese aspecto. Lo dejaba venir un poquito a River. Su primer límite lo ponía pasado medio campo, donde el Chaco Torres minimizaba lo que trataban de enganchar Buonanotte y después Gallardo. A su lado, Ledesma era la salida. Al principio, rápido para la disparada por los costados. Después, como eje para defenderse con la pelota. Y atrás, salvo cierta inseguridad de Orión, bastó que Bottinelli se bancara bastante bien de arriba y en general, que los dos centrales no dejaran tanto girar a Falcao. Así, San Lorenzo destrozó con sutilezas y ritmo frenético, para luego autorregularse con la pelota al pie. Y al final se dio un goce más sereno de fútbol (más allá del ritual tribunero de las gastadas), mientras el rival se desgastaba en la inoperancia, salvo algunos desbordes de Augusto en el tramo del 3-0 al 4-1 parcial. El Cuervo venía de tres derrotas seguidas y este 5-1 le resultó sanador porque le cicatrizó esa herida. Y le abrió una muy profunda a River.
5 errores gol por gol
1-0: un cierre mal coordinado colectivamente. Bergessio recibió sobre la raya izquierda y Cabral salió a cruzarlo al lateral derecho: el 2 perdió el mano a mano. Nico Sánchez se metió al área para cubrirlo y Villagra se cerró bien con Silvera, pero Abelairas descuidó a Santana, se pasó de largo y el centro atrás de Bergessio le quedó servido al volante. 2-0: ¡golazo! Ni siquiera fue una falta evitable (Torres venía a la carrera y Cabral se lo chocó) y era lejos. Adrián González le pegó con tanta perfección que no le dio chances a Ojeda. 3-0: una pifia y muchas miradas pasivas. Aureliano metió un tiro libre desde la izquierda en el área, Augusto quiso rechazar y le erró el derechazo. La pelota quedó entre Bottinelli y Ahumada y el 5 de River se cayó. Además, Ojeda tardó en reaccionar y el 6 del Ciclón definió casi en el área chica. 4-1: nadie puede con Bergessio. San Lorenzo inició una contra y Gómez recibió sólo delante de Cabral y Ferrari en tres cuartos de cancha. El 2 de River (camiseta 24) le salió al Papu mientras Bergessio picaba a su espalda. El 4 no dio el paso adelante y habilitó a Lavandina, que encaró hacia el área. Nico Sánchez lo alcanzó pero no lo desacomodó, y encima Ojeda tardó en salir a achicar.5-1: casi un blooper. Ojeda cortó un tiro libre cerrado cerca del punto penal, pero su puñetazo quedó flotando en el área y él se volvió al arco en lugar de ir por la pelota. Cabral perdió en el salto con Bergessio y la bola le cayó a Archubi, quien intentó rechazar de derecha al borde del área chica y pifió. Silvera aprovechó el conjunto de horrores y cerró la goleada. Conclusión: Hay caras que ninguna careta puede tapar. La imagen del Ogro y de tres victorias consecutivas maquillaron un poco los horrores defensivos crónicos de River, pero parece imposible cambiar ese rostro sin cirugía mayor. Ayer, salvo en el impecable golazo de Adrián González de tiro libre, hubo colaboración de los jugadores de River en todos los festejos de San Lorenzo. Gorosito dijo que "nos patearon cinco veces y nos hicieron cuatro goles". ¿Eso es mérito del Ciclón o cada pelota que va para el arco termina en la red? Es una pregunta que Pipo tendrá que resolver, porque más allá de su incondicional apoyo a JM Ojeda (incluso figura ante Banfield), es evidente que el arco de River es muy permeable. ¿Lo verá de esa manera Pipo? ¿Pensará en un cambio de arquero o modificaciones en el fondo? Por ahora, el titular es Ojeda. Vega y Barbosa esperan una chance.
1, 2, 3, 4, 5DIEGO GANDARA | dgandara@ole.com.ar Periodista hincha de San Lorenzo
Aclaremos de entrada, para no ser exitista, que no existen cuatro goles de diferencia entre San Lorenzo y el último del Apertura: ¡hay más! Ayer San Lorenzo salió con actitud, a comerse al rival, a jugar y no a pelear y convirtió lo que generó. Esta primera media hora resultó demasiado para un River humillado en su pequeña autoestima inflada por resultados generados por errores de los árbitros. Tampoco hay que agrandarse porque se le ganó a un rival sin arquero, sin centrales que marcan, con volantes para la foto, que juega sin delanteros y con refuerzos de la MLS que acogotan jugadores en amistosos. No puedo evitar recordar que nueve contra 11 hubiera sido empate. Entonces, con este razonamiento, no es descabellado explicar que en igualdad numérica la victoria estaba decretada. Jaja, ¡qué baile! Pensar que antes nos ganaban con la camiseta y hasta tenían ídolos importantes. Lo único para lamentar de la soberbia actuación colectiva fue la lesión de Solari, la tonta expulsión del Papu y los rebotes de Orión. ¡Gracias por la magia Ciclón!
Un día para borrar del calendario LEO FARINELLA | lfarinella@ole.com.ar Periodista hincha de River
El teclado de la compu tendría que tener una tecla con la propiedad de borrar un día del mapa. Ese día, si me permiten elegir, es ayer. Se sabía que era un partido ultradifícil, porque un gran equipo que viene de tres derrotas seguidas se levanta o se levanta. Y era el caso de San Lorenzo. En cambio, River venía dulce y eso invitó a la relajación. Además, por si el gol a los pocos segundos fuera poco, a los 15 minutos estaba definido el partido y eso impone no sacar ninguna conclusión apresurada. Un día negro. Salió todo mal y punto. No hay que matar a nadie y hacer de cuenta que este domingo no existió, que en lugar de ser 1° de marzo fue 29 de febrero y de repente desapareció del calendario. Ya está. San Lorenzo ganó bien, nos goleó con un aprovechamiento llamativo de las situaciones que tuvo. River entró dormido y cuando se quiso acordar ya no había nada que hacer, pese a que Orión intentó ayudarnos un poquito. Falcao se portó bien, en un partido como éste es un mérito haber terminado con 11 en la cancha. Estaba todo tan cocinado que ni siquiera tendrían que haber entrado Fabbiani y Gallardo. No había nada que hacer y fue exponerlos, sobre todo al Ogro, que entiende el juego y se la banca sin chistar pero fue perseguido por los Cuervos y observado especialmente por el árbitro, que en la primera jugada le sacó una amarilla que para otros no hubiera sido nada. Ahora hay que agachar la cabeza, bancar la joda y seguir. La serenata es larga y todavía cantamos.