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Post by realeagle on Mar 28, 2009 23:58:39 GMT -5
Dios existe
Diego volvió a emocionar a todos. Hizo historia en su debut oficial. Explotó el Monumental como él pidió y recuperó el amor entre la Selección y la gente.
“Si tenemos un Messi así, creo que hay que entrar al estadio, volver a salir y pagar la entrada de nuevo. Cuando le di la 10 le dije: ‘Es tuya, nadie mejor que vos para llevarla’”, afirmó.
Y el tipo salta. Con lo que le queda de rodilla izquierda, el tipo salta para nunca ser inglés. Y la gente, que también salta, lo ama. Lo vuelve a amar. Todos, la gente y él, viven un día histórico. Un nacimiento. Otro más. Maradona está ahí, otra vez, al alcance del corazón. "Con tantos problemas que hay en el país, la alegría son ustedes", decía el cartel que él mismo hizo pegar en el vestuario para que a sus jugadores les corrieran ríos de sangre por las venas. Ese mensaje, tranquilamente, puede ser autobiográfico. ¿Cuántas veces Diego fue la única alegría de los argentinos? ¿Cuántas veces su felicidad fue la nuestra? No solucionó los problemas de los argentinos, por supuesto, pero ¿cuántas veces los corrió a un costado? Fue el único hombre capaz de hacer llorar a otros hombres... Por su gloria deportiva, por las milagrosas recuperaciones de cada uno de sus caídas, por su programa de TV... Y ahora ataca de nuevo con las lágrimas con este homenaje en vida que le están haciendo. Es imposible no emocionarse cuando se lo ve arengando a cada uno de sus players en el calentamiento a Monumental abierto. Eriza la piel ese "Diegooo, Diegooo" que precede al emblemático "volveremos, volveremos". Y cómo se hace para no subirse a ese tren. Cómo carajo se hace para no ilusionarse con el Mundial, con su reencarnación en Messi, con el final perfecto de una novela perfecta... Si el tipo es mágico. Si uno lo ve entrar a la cancha, vestido de entrenador, y a pesar del paso del tiempo y de la vida, espera que cruce al otro lado y cante el himno como antes, como jugador, como Dios, puteando a todo aquél que se atreva a silbar el "Oid mortales". Pero no. La imagen, debe admitirse, duele un poco: los jugadores entran y Diego no. El banco es ahora su lugar en el mundo. Y desde ahí, entonces, sufre, grita, indica, disfruta. Espera en vano, cual mortal, que Messi vaya a abrazarlo después de su golazo. Lo ve venir a Tevez, en la carrera loca del 3-0, pero tampoco el regalo es para él (fue para el Rolfi, que cumplía años). No importa, ya habrá tiempo para tributos. Diego cierra el puño, con ganas, tras el gol de su yerno y mira hacia donde está la bandera de sus hijas y de Benja, quien también debutó oficialmente como nieto. Enfrente hay otra bandera, la de Vero, su pareja. Hay amor para todos. Ahí está, seguramente, el secreto de su renacimiento.
En esta nueva vida, su sueño es ser una mezcla perfecta de Menotti y Bilardo. Del Flaco tiene la búsqueda y la generosidad. Del Narigón, la flexibilidad táctica y algunos gestos: dar órdenes en el festejo y, ante un gol errado, agarrarse la cabeza y peinarse.
Es capaz de romperse las manos por una apilada de Messi como por un quite de Mascherano. No es una contradicción, aunque su historia, como la Argentina, esté llena de contradicciones. Dios existe. Y por suerte, es argentino.
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Post by realeagle on Mar 29, 2009 0:09:53 GMT -5
La Selección del 10 El equipo de Maradona fue de Messi. Con la renuncia de Riquelme, se optó por jugar al ritmo del Pulga, que se adueñó de todo. La doble refundación.Marcelo Sottile |
La renuncia de Riquelme le adelantó la decisión a Maradona, su propio debate sobre la velocidad de la Selección. Aunque el enganche le da más volumen de juego, después de ganarle a Francia el técnico pensó que Román le tiraba un ancla en los pies a Messi. Más allá de gustos y exageraciones, tarde o temprano iba a optar por armar el equipo alrededor de Lionel, en jugarse la plata por quien considera el mejor del mundo. Y ya se percibió contra Venezuela. Fue la Selección del 10 por Diego, sí, pero fundamentalmente por Messi.
Se jugó como le gusta a Messi, al uno contra uno permanente, al cara o ceca con el rival en la banda. El fútbol horizontal fastidia al zurdo, parece sacarlo del partido. Esta vez, en el segundo tiempo se pasó rápido entre líneas, más a lo Bielsa que a lo Basile, y Messi jugó su mejor partido en el Monumental. El no es de estar en contacto con la pelota los 90 minutos en Barcelona, aunque sus explosiones son continuas. Como ayer. Por eso por primera vez lo ovacionaron. Fue el dueño del equipo y hasta de la camiseta que era de Román.
La mirada inconforme planteará que el rival fue Venezuela, un papelito que se voló con la pequeña brisa de la tarde. Igual, nunca es fácil meter cuatro goles. Y son los propios jugadores los que repiten que este módulo táctico, o el 4-4-2 que se utilizó en Marsella y se piensa para La Paz, son más acordes para competir en el Mundial. En todo caso, la clave en Sudáfrica no pasará por la disposición geográfica sino por tener encendido a Messi. Como diría Cappa, el DT de moda hoy en día, en su gol definió con la suavidad con la que se debe cerrar la puerta de un Rolls-Royce.
Como ningún equipo, la Selección permite la sentencia, sacar conclusiones tajantes de un partido. Mascherano juega siempre bien, es irremplazable, el único que en vez de marcar, ataca al rival que tiene la pelota. Carrizo, pese a lo que digan en Lazio, es un arquero de Selección grande; de los pocos calificados con siete puntos atajando tres pelotas en un 4-0. Agüero deberá combatir con sus características para ser el 9 soñado; rebotó mucho y mal de espaldas hasta que le dio un gran pase a Maxi en el tercero y metió el cuarto con un espanto del arquero. Gago intentó disimular a Riquelme en el inicio y no pudo, preso de su imprecisión, pero no perdió la agresividad de sus partidos con Diego. Maxi Rodríguez casi no sale en los diarios, en el Atlético ha estado mejor, aunque hay pocos volantes argentinos con tanto gol como él. Y patea de lejos, ya lo comprobó La Volpe en Alemania 2006.
Maradona se refundó él mismo, volvió a sentir el endiosamiento de la gente, a cantar contra los ingleses. Pero su mejor gestión será refundar la Selección. Por ahora el plus de Diego consiguió el plus de Messi. Argentina fue más que nunca de ellos. De los 10.
"Para Riquelme que lo mira por TV... "Román no estuvo en River pero sí en las gargantas maradonianas le dedicaron el 4-0. Gago y Messi condujeron a un equipo sin enganche.HERNAN CLAUS | hclaus@ole.com.ar
En la cancha sobrevoló su nombre. En banderas, en canciones y en movimientos tácticos. Después de su segundo "no", con la 10 en otra espalda, él no estuvo ausente: la dedicatoria de cuatro hits al hilo cuando el 3-0 ya era aburrido fue una muestra unánime de que Maradona asistió a su nuevo templo, el Monumental. Y que Román tiene a la mitad más uno a favor (la Bombonera ya se pronunció) y a buena parte del resto en contra.
Con el rumor instalado en el estadio de que el enganche de Boca estaba en Miami, la Selección no lo extrañó. Nadie ocupó su lugar, no hay espacio para enganches ni tampoco pausa en el equipo del Diez. Y los jóvenes cracks que la rompen en Europa se sintieron muy a gusto con el fútbol vertical, con las jugadas a mil, con el sello de la generación PlayStation.
Gago, el primero que al minuto ya había bajado a buscar la pelota a la defensa, se plantó como el conductor porque el llevador es necesario. Parado en el lugar de siempre, al lado de Mascherano, arrancó bien, con pases entrelíneas, cortando el camino para que Messi y Tevez tuvieran una llegada más directa al área. Pero el paso de los minutos transformaron una buena idea en mucha imprecisión. Pintita perdió confianza en sus pases y, entonces, la posta pasó al nuevo 10. Y claro que Lionel no tiene el plano de la cancha en la cabeza como Román pero juega tan bien al fútbol que puede hacer olvidar a un gran enganche. Y dos pases pueden mostrar un repertorio de enlace en el rosarino: uno riquelmeano para su amigo Agüero en el final del primer tiempo (a Kun se la sacaron en la línea) y otro para limpiar la jugada del tercer gol, el de Maxi Rodríguez.
Con el 3-0, Messi descansó. Y la gente recordó la renuncia. "Para Riquelme que lo mira por TV"; "Riquelme se cagó"; "Pecho frío" y "El que no salta abandonó". Mientras el público dejaba claro de qué lado estaba, Maradona ponía a Verón a jugar geográficamente en una posición que tiende a desaparecer. Y entre silbidos primero y ovaciones después, la Brujita se paseó a un toque, mostrándose como una opción más.
Los tiempos cambiaron y el fútbol también. Sin una generación de enganches posterior a Román, el tiempo de la Selección será sin un futbolista específico en ese puesto. Maradona apuesta a que Gago empiece la conducción y Messi la termine. A otro ritmo, con pocos pases laterales y con tenencia a otra velocidad. Jugando a otra cosa...
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Post by realeagle on Mar 29, 2009 0:31:17 GMT -5
Los mandamientos del 10 El día que Maradona le dio el mítico número, Messi jugó su mejor partido en el Monumental. Es fundamental ahora que se siente el dueño de la Selección...MARTIN EULA | meula@ole.com.ar
Uno. Al fin se siente dueño de la Selección y actúa en consecuencia.
Dos. En cualquier equipo del mundo pueden convivir dos grandes jugadores, sería una herejía lo contrario. Pero a ningún futbolista de este seleccionado le sirve tanto el resonante no de Román. Ahora, espera y sabe que va a recibir la pelota y no terminará con cara de niño al que le sacaron su mejor juguete. Sus compañeros lo buscan y así lo agrandan. Los venezolanos todavía lo deben estár buscando.
Tres. Parece en otra y está en otra. Se para a un costado de la cancha, ahí desde donde conmueve al fútbol en Barcelona, y entonces parece distraído. De pronto recibe, cambia de ritmo como nadie en el mundo y muestra que su dimensión es otra... Es una especie de rayo en medio de un día despejado.
Cuatro. Mezcla un cierto desprecio y una enorme calidad en la definición del gol. Toca de zurda como si fuera un pase en mitad de cancha; engaño puro, resulta una daga genial.
Cinco. Más allá de que sea el rey del uno contra uno, le agrega sentido colectivo a su modus operandi. Así, advierte que a un partido tan cerrado sólo lo puede abrir él y lo abre; le sirve un gol a Tevez, quien pifia el cabezazo; le sirve otro gol a Tevez, quien esta vez no falla; limpia la jugada para el 3-0 con un pase sencillo y efectivo a Zanetti.
Seis. Es posible que haya sido el más comprometido con la causa, pero hay dos muestras públicas en esta goleada que realmente lo demuestran: la manera de festejar el segundo gol, un grito desaforado casi contra los carteles de publicidad; y cómo protestó un offside, marcándole a un línea que Tevez había picado desde el campo argentino.
Siete. (Si metía la última había que hacer lo que dijo Maradona: cerrar la cancha, pagar otra vez la entrada y volver). La gente se rompe las manos y le entrega la primera cuota de esa ovación que pidió Diego. Para consolidar el vínculo hay fecha y rival ideales: 5 de septiembre con Brasil.
Ocho. Pasa que para esa misma gente todavía es un ídolo lejano, hasta virtual, y eso lo provoca no haber jugado en clubes argentinos. Le sacan fotos, lo admiran antes de mirarlo, le sacan más fotos y los ojos se abren como sólo se abren ante celebridades intocables. Tevez surge como la contracara perfecta.
Nueve. Para hacer más cinematográfica la comparación permanente con Maradona, Diego es su entrenador y quien le sirve la 10 en bandeja. Zurda, pegada, gambeta, velocidad, cambio de ritmo, jerarquía y definición son sus armas únicas, y que lo hermanan a Maradona. No emerge como un líder natural, aunque esa carencia la aplasta con su categoría. Le faltan el ángel maradoniano y una obviedad tan gigante como ganar un título del mundo. Pero recién durante el Mundial de Sudáfrica cumplirá 23 años.
Diez. Es Lionel Messi. El 10 del 10. El día que Maradona le dio el mítico número, Messi jugó su mejor partido en el Monumental. Es fundamental ahora que se siente el dueño de la Selección..
Uno. Al fin se siente dueño de la Selección y actúa en consecuencia.
Dos. En cualquier equipo del mundo pueden convivir dos grandes jugadores, sería una herejía lo contrario. Pero a ningún futbolista de este seleccionado le sirve tanto el resonante no de Román. Ahora, espera y sabe que va a recibir la pelota y no terminará con cara de niño al que le sacaron su mejor juguete. Sus compañeros lo buscan y así lo agrandan. Los venezolanos todavía lo deben estár buscando.
Tres. Parece en otra y está en otra. Se para a un costado de la cancha, ahí desde donde conmueve al fútbol en Barcelona, y entonces parece distraído. De pronto recibe, cambia de ritmo como nadie en el mundo y muestra que su dimensión es otra... Es una especie de rayo en medio de un día despejado.
Cuatro. Mezcla un cierto desprecio y una enorme calidad en la definición del gol. Toca de zurda como si fuera un pase en mitad de cancha; engaño puro, resulta una daga genial.
Cinco. Más allá de que sea el rey del uno contra uno, le agrega sentido colectivo a su modus operandi. Así, advierte que a un partido tan cerrado sólo lo puede abrir él y lo abre; le sirve un gol a Tevez, quien pifia el cabezazo; le sirve otro gol a Tevez, quien esta vez no falla; limpia la jugada para el 3-0 con un pase sencillo y efectivo a Zanetti.
Seis. Es posible que haya sido el más comprometido con la causa, pero hay dos muestras públicas en esta goleada que realmente lo demuestran: la manera de festejar el segundo gol, un grito desaforado casi contra los carteles de publicidad; y cómo protestó un offside, marcándole a un línea que Tevez había picado desde el campo argentino.
Siete. (Si metía la última había que hacer lo que dijo Maradona: cerrar la cancha, pagar otra vez la entrada y volver). La gente se rompe las manos y le entrega la primera cuota de esa ovación que pidió Diego. Para consolidar el vínculo hay fecha y rival ideales: 5 de septiembre con Brasil.
Ocho. Pasa que para esa misma gente todavía es un ídolo lejano, hasta virtual, y eso lo provoca no haber jugado en clubes argentinos. Le sacan fotos, lo admiran antes de mirarlo, le sacan más fotos y los ojos se abren como sólo se abren ante celebridades intocables. Tevez surge como la contracara perfecta.
Nueve. Para hacer más cinematográfica la comparación permanente con Maradona, Diego es su entrenador y quien le sirve la 10 en bandeja. Zurda, pegada, gambeta, velocidad, cambio de ritmo, jerarquía y definición son sus armas únicas, y que lo hermanan a Maradona. No emerge como un líder natural, aunque esa carencia la aplasta con su categoría. Le faltan el ángel maradoniano y una obviedad tan gigante como ganar un título del mundo. Pero recién durante el Mundial de Sudáfrica cumplirá 23 años.
Diez. Es Lionel Messi. El 10 del 10.
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