Post by realeagle on May 16, 2009 23:58:29 GMT -5
Huracán le pegó a River
Huracán le pegó a River un baile inolvidable con un Pastore genial, que hizo dos goles. El Globo quedó a dos del líder y sueña. Para Pipo & Cía., una pesadilla.
Pezzotta pecó de piadoso. O quizá haya sentido infinita vergüenza ajena. Por eso lo terminó antes. No sólo no dio descuento, sino que paró su reloj a los 44 minutos 53 segundos. Como estaba River, en siete segundos podía pasarle cualquier cosa. Ya le estaba pasando la peor goleada de la la historia desde que Toranzo (sí, Toranzo, descartado por los dirigentes y prestado a Huracán) clavó a los 42 un 4-0 humillante. A los hinchas de Huracán, a sus jugadores, a su técnico, el árbitro les debe esos siete segundos de goce. Hubieran sido siete toques, o seis y un caño, o dos cambios de frente al pecho. Había tiempo para una pisada más de Bolatti, para un caño de De Federico, para una gambeta de Araujo, para una corrida de Arano, para un pase sereno entre Filipetto y Cura. Hubieran sido siete segundos más de orgullo, de pecho inflado, de baile. Pastore ya estaba en el banco desde hacía cuatro minutos, se había dado una ducha caliente de gritos de afecto y de admiración, de aplausos, de alguna lágrima de esos plateístas viejos que se rajaban los dedos contra el alambrado. Ya le había hecho comer pasto a River de todas las formas imaginables, con un balazo o un toque sutil, con una mentira impiadosa como la del tercer gol, con un tubo (un cañoncito de dulce de leche) a Ahumada...
Hay una imagen, en el final del partido, que resume casi todo: Toranzo pide entrar y Pezzotta se lo niega. ¿Favoritismo hacia River? ¿Era afano y el juez prefería dejarlos 10 contra 10? No, el Pato había salido a ponerse el botín, que se había sacado para festejar el 4-0, estuvo tres minutos afuera y terminó sin ingresar. No fue castigo: Huracán entretuvo la pelota los tres minutos, la paseó por todo el Palacio, la cuidó, no la dejó ir. Sin interrupciones, el juez no podía darle el pase. Tres minutos puede parecer nada, pero no lo es. Pregúntenle a un boxeador cuánto son tres minutos: un round comiéndose piñas. No es fácil en la Argentina tener tres minutos la pelota. En algunos equipos no es fácil ver tres pases seguidos. Le pasa a River. Le pasa a Boca.
A ver: Huracán no es el mejor equipo del mundo. En el PT sufrió porque Bolatti tuvo que trabajar de 5 con tres tipos queriendo comerle la espalda y no pudo conducir, lo que obligó a salir del fondo a los pelotazos, palabra fuera de manual. Y se fue 1-0 al entretiempo sin haber creado una situación de gol.
Sí es, este Huracán, el mejor equipo que puede ser. El futbolista es un bicho de confianza y Cappa tiene un postgrado en aquello que el Toto Lorenzo definía hace 30 años como inflador psicológico. El DT le inyectó fútbol en el alma y, cuando la mayoría exige solidaridad para correr, él pide que sean solidarios para jugar. Entonces, todos se animan a tocar sin resignar solidez ni responsabilidad. Y sueñan con los Angelitos (Cappa). Con vueltas y cosas por el estilo.
¿River? El fútbol es contagio, sí, pero no se transmite por el aire, así que no pudo contagiarse ni un poquito del virus de Huracán. Había que verlo a Rosales persiguiendo a patadas a Arano. O a Fabbiani corriendo rivales ("aparenta correr", diría JC Cáceres), aunque no le dé el physique du role, y comiéndose ole y ole. ¿Qué más puede decirse de este River que no haya sido ya escrito en sus propias banderas?
Pezzotta estuvo bien...
Seamos hinchas de Huracán
LEO FARINELLA | lfarinella@ole.com.ar (Periodista, hincha de River)
Hay muchos fanas de River que se resisten a abandonar al equipo a su suerte y militan con una fe que no se entiende... Semana a semana observan perplejos la degradación de un fantasma con banda roja que alguna vez supo ser River. Huracán, que pasó por mil tormentos, que se codeó y se codea con la necesidad, que cuenta las monedas para llegar a fin de mes, ese Huracán hoy tiene un equipo que juega al fútbol que nos gusta y que nos dio una lección. Seamos hinchas del Huracán que hoy sonríe de la mano de Angel Cappa, y vuela con Pastore, Bolatti, Defederico y también con Toranzo, un pibe de cuna riverplatense que, para variar, nos embocó y lo festejó. Eso hemos generado: espíritu de revancha. Hoy oramos para que no sean eternas las miserias que supimos conseguir.
Pese al doloroso 0-4 hay que bancar a Gorosito y sus muchachos. Esta campaña sigue siendo un éxito. Todavía está lejos del último puesto del torneo pasado y, viendo cómo está manejado River, es un gran mérito. Finalmente, es probable que tengamos que apelar a poner a Gerlo de 9, pero estando al 100% de sus valencias físicas. Restando cinco fechas, habría que ponerse como objetivo sumar cinco empates que nos permitieran llegar a los 25 puntos, muy superior a los 14 del Apertura. Si llegamos a hacer 28, lo que sería duplicar aquel puntaje, Maradona debería preocuparse por Pipo y la actual honorable comisión directiva podría aspirar con ganas a la re-reelección.
P.D. Barcelona, Inter y Man UTD fueron campeones este sabado en sus respectivas ligas.
saludos
realeagle
Huracán le pegó a River un baile inolvidable con un Pastore genial, que hizo dos goles. El Globo quedó a dos del líder y sueña. Para Pipo & Cía., una pesadilla.
Pezzotta pecó de piadoso. O quizá haya sentido infinita vergüenza ajena. Por eso lo terminó antes. No sólo no dio descuento, sino que paró su reloj a los 44 minutos 53 segundos. Como estaba River, en siete segundos podía pasarle cualquier cosa. Ya le estaba pasando la peor goleada de la la historia desde que Toranzo (sí, Toranzo, descartado por los dirigentes y prestado a Huracán) clavó a los 42 un 4-0 humillante. A los hinchas de Huracán, a sus jugadores, a su técnico, el árbitro les debe esos siete segundos de goce. Hubieran sido siete toques, o seis y un caño, o dos cambios de frente al pecho. Había tiempo para una pisada más de Bolatti, para un caño de De Federico, para una gambeta de Araujo, para una corrida de Arano, para un pase sereno entre Filipetto y Cura. Hubieran sido siete segundos más de orgullo, de pecho inflado, de baile. Pastore ya estaba en el banco desde hacía cuatro minutos, se había dado una ducha caliente de gritos de afecto y de admiración, de aplausos, de alguna lágrima de esos plateístas viejos que se rajaban los dedos contra el alambrado. Ya le había hecho comer pasto a River de todas las formas imaginables, con un balazo o un toque sutil, con una mentira impiadosa como la del tercer gol, con un tubo (un cañoncito de dulce de leche) a Ahumada...
Hay una imagen, en el final del partido, que resume casi todo: Toranzo pide entrar y Pezzotta se lo niega. ¿Favoritismo hacia River? ¿Era afano y el juez prefería dejarlos 10 contra 10? No, el Pato había salido a ponerse el botín, que se había sacado para festejar el 4-0, estuvo tres minutos afuera y terminó sin ingresar. No fue castigo: Huracán entretuvo la pelota los tres minutos, la paseó por todo el Palacio, la cuidó, no la dejó ir. Sin interrupciones, el juez no podía darle el pase. Tres minutos puede parecer nada, pero no lo es. Pregúntenle a un boxeador cuánto son tres minutos: un round comiéndose piñas. No es fácil en la Argentina tener tres minutos la pelota. En algunos equipos no es fácil ver tres pases seguidos. Le pasa a River. Le pasa a Boca.
A ver: Huracán no es el mejor equipo del mundo. En el PT sufrió porque Bolatti tuvo que trabajar de 5 con tres tipos queriendo comerle la espalda y no pudo conducir, lo que obligó a salir del fondo a los pelotazos, palabra fuera de manual. Y se fue 1-0 al entretiempo sin haber creado una situación de gol.
Sí es, este Huracán, el mejor equipo que puede ser. El futbolista es un bicho de confianza y Cappa tiene un postgrado en aquello que el Toto Lorenzo definía hace 30 años como inflador psicológico. El DT le inyectó fútbol en el alma y, cuando la mayoría exige solidaridad para correr, él pide que sean solidarios para jugar. Entonces, todos se animan a tocar sin resignar solidez ni responsabilidad. Y sueñan con los Angelitos (Cappa). Con vueltas y cosas por el estilo.
¿River? El fútbol es contagio, sí, pero no se transmite por el aire, así que no pudo contagiarse ni un poquito del virus de Huracán. Había que verlo a Rosales persiguiendo a patadas a Arano. O a Fabbiani corriendo rivales ("aparenta correr", diría JC Cáceres), aunque no le dé el physique du role, y comiéndose ole y ole. ¿Qué más puede decirse de este River que no haya sido ya escrito en sus propias banderas?
Pezzotta estuvo bien...
Seamos hinchas de Huracán
LEO FARINELLA | lfarinella@ole.com.ar (Periodista, hincha de River)
Hay muchos fanas de River que se resisten a abandonar al equipo a su suerte y militan con una fe que no se entiende... Semana a semana observan perplejos la degradación de un fantasma con banda roja que alguna vez supo ser River. Huracán, que pasó por mil tormentos, que se codeó y se codea con la necesidad, que cuenta las monedas para llegar a fin de mes, ese Huracán hoy tiene un equipo que juega al fútbol que nos gusta y que nos dio una lección. Seamos hinchas del Huracán que hoy sonríe de la mano de Angel Cappa, y vuela con Pastore, Bolatti, Defederico y también con Toranzo, un pibe de cuna riverplatense que, para variar, nos embocó y lo festejó. Eso hemos generado: espíritu de revancha. Hoy oramos para que no sean eternas las miserias que supimos conseguir.
Pese al doloroso 0-4 hay que bancar a Gorosito y sus muchachos. Esta campaña sigue siendo un éxito. Todavía está lejos del último puesto del torneo pasado y, viendo cómo está manejado River, es un gran mérito. Finalmente, es probable que tengamos que apelar a poner a Gerlo de 9, pero estando al 100% de sus valencias físicas. Restando cinco fechas, habría que ponerse como objetivo sumar cinco empates que nos permitieran llegar a los 25 puntos, muy superior a los 14 del Apertura. Si llegamos a hacer 28, lo que sería duplicar aquel puntaje, Maradona debería preocuparse por Pipo y la actual honorable comisión directiva podría aspirar con ganas a la re-reelección.
P.D. Barcelona, Inter y Man UTD fueron campeones este sabado en sus respectivas ligas.
saludos
realeagle