Post by realeagle on May 28, 2009 13:42:17 GMT -5
El mejor del mundo
Lionel Messi saltó tan alto que llegó hasta el cielo... Su cabezazo para asegurarle la Champions al Barcelona quedará en la historia. El planeta se rinde a sus pies. Se mezclan imágenes. Messi no está con la camiseta del Barcelona. Messi es el 10 de la Selección. ¿Qué ves cuando lo ves? Dan ganas de aplaudir pero las formas no lo recomiendan en el palco de prensa. Aunque la vida de Messi podrá dividirse entre un antes y un después del 27 de mayo del 2009, el día en que comenzó su reinado como mejor entre los mejores. Nadie entre millones hace lo mismo que él en una cancha. No se trata de resultados ni simpatías personales. La alegría de Tevez también hubiera contagiado. Pero en el Olímpico de Roma, el que vio llorar a Maradona, la emoción es del 10, de los miles y miles de catalanes que no pueden creer que siempre les tenga preparada una sorpresa. Nadie debe estar preparado para ser el mejor del mundo. No se estudia, ni a Diego se le ha ocurrido escribir la fórmula. Menos se sabe cuándo será el día en que no le quede presuntuoso sentirse tal. Tanto soñar con el botín de oro para que sellara su título del mejor del mundo con la cabeza. Y es justo. Porque esta versión de Messi muestra a un jugador más completo. Su virtuosismo intacto, su físico más fresco y la inteligencia para tocar de espaldas, para no perderse entre los centrales, para ser conductor si hace falta, para ser usado por los compañeros para lavarse las marcas. A los 21 empieza a reescribir el manual del crack. Y emociona, por supuesto. Guardiola, como ante la goleada al Real Madrid, lo sacó de la derecha. Un poco para evitar a Evra (lo había marcado muy bien) otro poco quizá para aprovechar que Ferdinand no estaba al ciento por ciento. Especulaciones que se quedarían en eso si Messi no estuviera con la actitud que se necesita. Tardó 18 minutos en meterse de lleno en el partido. Un zurdazo suyo que pasó cerca despertó a la gente. Platini le hacía comentarios al oído al Rey de España señalándole la pantalla que repetía las jugadas de Messi. Y todavía faltaba lo mejor... La arenga de Xavi en el vestuario antes de salir al segundo tiempo no se pudo escuchar. Pero quedó claro que le dedicó un par de frases a Leo. Como advirtiendo que la gran obra del día estaba por venir. Callado y tímido afuera de la cancha, estaba por gritarle a todo Roma, desvergonzadamente, que era el mejor. Hace unos días, cuando festejaba el título de la Liga, rompió su molde y se animó a hablar ante 100.000 hinchas para pedirles expresamente que no se olvidaran de Gabriel Milito. Esa actitud es nada menos que otra señal de un pibe obligado por las circunstancias a crecer a la velocidad que lleva la pelota. Obligación que no le cambian los 21 años del DNI. Adentro y afuera, parece que por momentos se ausenta, pero cuando vuelve, despierta a todos. Haber conseguido que su aporte sea más continuo, lo mejoró. Actuar en función de los otros jugadores, también lo potenció. Será que Serrat tiene razón cuando dice: "Messi piensa únicamente en el fútbol y no en la peluquería". Su carácter para estos desafíos también estaba a prueba. La necesidad de rendir el día en que todos los ojos lo apuntaban no pareció ser una presión que lo agobiara. Las dudas de algunos se convierten en certezas de todos. Platini le colgó la medalla y le hizo un gesto paternal susurrándole algo. El presidente Zapatero extendió su brazo para no perderse el saludo. El otro Rey (Juan Carlos) lo abrazó. El estaba apurado. Rápido, como siempre, apenas pudo separarse del festejo general, buscó a su familia en la platea para compartir el primer día como número uno. Quizá cambie esa costumbre que tiene de no ver por televisión sus goles. En la pantalla del estadio lo repiten una y otra vez y los hinchas vuelven a gritarlo y a más de uno del United se le escapa un aplauso. Siguen mezcladas las emociones como si a la Argentina le perteneciera un pedacito de la Copa. Indiscutido, ganador, goleador. El mejor del mundo. El 10 del Barsa, el 10 de la Selección. ¿Qué ves cuando lo ves?
La imaginación al poder
Manchester arrancó con furia, hasta que Barcelona, antes de los diez minutos, lo domesticó con la pelota. Xavi, Messi e Iniesta representaron lo mejor del juego. Ronaldo arrancó como el mejor del mundo. El Balón de Oro pegado en su pie izquierdo, en su pie derecho, en su cabeza. Fueron ocho minutos en los que el campeón rompió supuestos deseos de parodiar al Chelsea y salió a pisar al Barcelona. Valdés no pudo contener un tiro libre del portugués, que apareció otra vez con un remate apenas pegado al palo izquierdo. Ni Messi ni Barcelona estaban en la cancha. La inexperiencia, alguna duda o la determinación del Manchester lo dominaban. Barcelona, fundamentalista de sus principios, no se desesperó. El intento del juego con pelota al piso y la salida clara no se traicionaban con pelotazos para alejar la apretada inglesa. Hasta que Iniesta, el héroe de la semifinal, el que estuvo en duda hasta última hora, transformó un amago en el medio campo en un ataque letal. Rompió la línea y abrió para Eto'o a quien, con este gol, poco le importará esa obsesión que tenía por ser el goleador de la Liga Española. El estilo de juego tan elogiado del Barcelona no es sólo una enunciación. No es políticamente correcto hablar bien del equipo de Guardiola. Es lo más justo. Porque a partir del gol, tuvo momentos de casi baile. Messi, activo, mostró para los que lo ponen en duda que sabe jugar también sin la pelota. Tocó bien de espaldas, buscó ser pase y fue desequilibrante cuando lo jugada lo exigió. Rooney, desdibujado, gritaba desde el sector izquierda para que le llegara juego. Ferdinand movía los brazos con energía vaya a saber pidiendo qué. La fórmula del tiki taka (así le dicen los catalanes) no necesita sólo buenos pies. Si no va acompañada de inteligencia, poco serviría que Messi apilara jugadores, que Xavi recuperara mil pelotas, que Touré saliera jugando siempre. Tampoco cuenta si no se trata de un equipo solidario. ¿Correr? Y sí, todos corren en una final de la Champions League. El tema es no despreocuparse del juego cuando la pelota la tiene el compañero. Para poder jugar con pase asociado se necesitan receptores, y en Barcelona siempre hay alguien desmarcándose para ayudar. Ese concepto los hace mejores a los mejores. Carlitos Tevez amagó una recuperación. Ferguson lo había mimado el día anterior y se jugó por él en el arranque del segundo tiempo. Fue profundo cuando su equipo no lo era y generó una peligrosa para Rooney. Pero les duró menos que en el primero. Barcelona, o mejor dicho, Xavi e Iniesta les robaron la pelota y otra vez a bailar aunque hacía falta resolver la historia. Un mano a mano desperdiciado por Henry empezó a generar ese olor que anunciaba sufrimiento si Barcelona no ajustaba la definición. Se sentía esa inquietud, que se disipó cuando Xavi metió ese centro-asistencia para Messi... para el mejor del mundo.
La coronación de una filosofía
Barcelona, de la mano de su entrenador Josep Guardiola, impuso un estilo de juego al que jamás renunció y que anoche, con el éxito ante Manchester por 2-0, alcanzó el punto más alto con la conquista de la triple corona ROMA.- Suele suceder que cuando un equipo alcanza la gloria e inscribe su nombre en la historia, el espacio para el análisis queda reducido a un puñado de conceptos. Y más aún cuando las luces del estadio Olímpico encandilan y la fiesta llena los ojos hasta casi perder la noción de que en ese rectángulo se jugó un partido de fútbol. Toda la parafernalia puesta al servicio del show de la final Liga de Campeones y en el centro de la escena Barcelona, el del juego bonito, el que respeta una filosofía y no renuncia jamás. Y allí, inmediatamente resulta inevitable no detenerse en ese punto. Es imposible eludir por qué el equipo catalán llegó a la cima. El equipo de Josep Guardiola, el cerebro fuera del campo, impuso una idea, no claudicó y el fútbol premió al fútbol. Messi, Xavi, Iniesta, Eto´o, Henry... Es imposible no imaginar jugar un fúbol de alto vuelo, anoche quizá no tanto, pero Barça siempre piensa en ello. Anoche no fue ese equipo arrollador que aturde a su rival a puro toque, rotaciones constantes y una envidiable capacidad para superar la línea del balón tanto en defensa como en ataque, pero lo que intentó fue más que lo que propuso Manchester. Resultó suficiente para desactivar a un rival que cuenta con futbolistas como Cristiano Ronaldo, Rooney, Ryan Giggs, Carrick y Tevez -sólo en el segundo tiempo apareció el Apache y no pudo escapar de la apatía de los Diablos Rojos - . Barcelona tendió esa telaraña de juego asociado y a ras de piso que tan bien ejecuta. Con eso le alcanzó. Es verdad, no fue profundo, Messi apareció casi como enlace y no como extremo; Eto´o se recostó sobre un lateral para atacar y dejó el centro de la ofensiva y Xavi e Iniesta se encargaron de realizar lo de siempre: hacer prevalecer el cerebro por sobre el músculo. Una fórmula que lució más en la obtención de la Liga española y la Copa de Rey hace un par de días y que anoche fue un poco más opaca, aunque igual de efectiva. "¿Me pregunto cómo se gana sin jugar?, se cuestionó en varias oportunidades Pep Guardiola, el artesano de un equipo que es una auténtica pieza de colección. Y dejó en claro que no entiende "su" Barcelona otra forma de hacerlo.
Los goles de Eto´o y de Messi, que mostró una asombrosa capacidad para elevarse y conectar de cabeza, también son consecuencia de un plan de juego. El delantero camerunés abrió el marcador con un clásico de su repertorio: potencia, velocidad y buena cintura, tres ingredientes que componen la esencia de la fórmula que emplea Guardiola. Y el tanto del Pulga , también respeta esa idea. Porque más allá de la virtud de Messi para saltar y cabecear, existe una buena lectura de todo el equipo para presionar sobre la salida del rival, lo que permitió que Xavi tuviera libertad para sacar un centro perfecto hacia un espacio sin cobertura, encontrar a Messi, como centro delantero, solo ante Van der Sar y en medio de dos torres, Ferdinand y Vidic. Otra buena muestra de que, para jugar bien, no hace falta hacer circular el balón con 15 o 20 toques. Ah, también fue la noche en que el duelo Ronaldo-Messi tuvo un final feliz. Aun cuando no fue la noche mágica del rosarino, fue el partido en que marcó el gol que consolidó la conquista de la triple corona y la que le permitió al Pulga subirse al escalón más alto del fútbol mundial. Fue la coronación para una idea, que tuvo a Pep Guardiola como su cultor, que practicó con jugadores como Leo Messi y que, lógicamente, disfruta Barcelona.
Lionel Messi saltó tan alto que llegó hasta el cielo... Su cabezazo para asegurarle la Champions al Barcelona quedará en la historia. El planeta se rinde a sus pies. Se mezclan imágenes. Messi no está con la camiseta del Barcelona. Messi es el 10 de la Selección. ¿Qué ves cuando lo ves? Dan ganas de aplaudir pero las formas no lo recomiendan en el palco de prensa. Aunque la vida de Messi podrá dividirse entre un antes y un después del 27 de mayo del 2009, el día en que comenzó su reinado como mejor entre los mejores. Nadie entre millones hace lo mismo que él en una cancha. No se trata de resultados ni simpatías personales. La alegría de Tevez también hubiera contagiado. Pero en el Olímpico de Roma, el que vio llorar a Maradona, la emoción es del 10, de los miles y miles de catalanes que no pueden creer que siempre les tenga preparada una sorpresa. Nadie debe estar preparado para ser el mejor del mundo. No se estudia, ni a Diego se le ha ocurrido escribir la fórmula. Menos se sabe cuándo será el día en que no le quede presuntuoso sentirse tal. Tanto soñar con el botín de oro para que sellara su título del mejor del mundo con la cabeza. Y es justo. Porque esta versión de Messi muestra a un jugador más completo. Su virtuosismo intacto, su físico más fresco y la inteligencia para tocar de espaldas, para no perderse entre los centrales, para ser conductor si hace falta, para ser usado por los compañeros para lavarse las marcas. A los 21 empieza a reescribir el manual del crack. Y emociona, por supuesto. Guardiola, como ante la goleada al Real Madrid, lo sacó de la derecha. Un poco para evitar a Evra (lo había marcado muy bien) otro poco quizá para aprovechar que Ferdinand no estaba al ciento por ciento. Especulaciones que se quedarían en eso si Messi no estuviera con la actitud que se necesita. Tardó 18 minutos en meterse de lleno en el partido. Un zurdazo suyo que pasó cerca despertó a la gente. Platini le hacía comentarios al oído al Rey de España señalándole la pantalla que repetía las jugadas de Messi. Y todavía faltaba lo mejor... La arenga de Xavi en el vestuario antes de salir al segundo tiempo no se pudo escuchar. Pero quedó claro que le dedicó un par de frases a Leo. Como advirtiendo que la gran obra del día estaba por venir. Callado y tímido afuera de la cancha, estaba por gritarle a todo Roma, desvergonzadamente, que era el mejor. Hace unos días, cuando festejaba el título de la Liga, rompió su molde y se animó a hablar ante 100.000 hinchas para pedirles expresamente que no se olvidaran de Gabriel Milito. Esa actitud es nada menos que otra señal de un pibe obligado por las circunstancias a crecer a la velocidad que lleva la pelota. Obligación que no le cambian los 21 años del DNI. Adentro y afuera, parece que por momentos se ausenta, pero cuando vuelve, despierta a todos. Haber conseguido que su aporte sea más continuo, lo mejoró. Actuar en función de los otros jugadores, también lo potenció. Será que Serrat tiene razón cuando dice: "Messi piensa únicamente en el fútbol y no en la peluquería". Su carácter para estos desafíos también estaba a prueba. La necesidad de rendir el día en que todos los ojos lo apuntaban no pareció ser una presión que lo agobiara. Las dudas de algunos se convierten en certezas de todos. Platini le colgó la medalla y le hizo un gesto paternal susurrándole algo. El presidente Zapatero extendió su brazo para no perderse el saludo. El otro Rey (Juan Carlos) lo abrazó. El estaba apurado. Rápido, como siempre, apenas pudo separarse del festejo general, buscó a su familia en la platea para compartir el primer día como número uno. Quizá cambie esa costumbre que tiene de no ver por televisión sus goles. En la pantalla del estadio lo repiten una y otra vez y los hinchas vuelven a gritarlo y a más de uno del United se le escapa un aplauso. Siguen mezcladas las emociones como si a la Argentina le perteneciera un pedacito de la Copa. Indiscutido, ganador, goleador. El mejor del mundo. El 10 del Barsa, el 10 de la Selección. ¿Qué ves cuando lo ves?
La imaginación al poder
Manchester arrancó con furia, hasta que Barcelona, antes de los diez minutos, lo domesticó con la pelota. Xavi, Messi e Iniesta representaron lo mejor del juego. Ronaldo arrancó como el mejor del mundo. El Balón de Oro pegado en su pie izquierdo, en su pie derecho, en su cabeza. Fueron ocho minutos en los que el campeón rompió supuestos deseos de parodiar al Chelsea y salió a pisar al Barcelona. Valdés no pudo contener un tiro libre del portugués, que apareció otra vez con un remate apenas pegado al palo izquierdo. Ni Messi ni Barcelona estaban en la cancha. La inexperiencia, alguna duda o la determinación del Manchester lo dominaban. Barcelona, fundamentalista de sus principios, no se desesperó. El intento del juego con pelota al piso y la salida clara no se traicionaban con pelotazos para alejar la apretada inglesa. Hasta que Iniesta, el héroe de la semifinal, el que estuvo en duda hasta última hora, transformó un amago en el medio campo en un ataque letal. Rompió la línea y abrió para Eto'o a quien, con este gol, poco le importará esa obsesión que tenía por ser el goleador de la Liga Española. El estilo de juego tan elogiado del Barcelona no es sólo una enunciación. No es políticamente correcto hablar bien del equipo de Guardiola. Es lo más justo. Porque a partir del gol, tuvo momentos de casi baile. Messi, activo, mostró para los que lo ponen en duda que sabe jugar también sin la pelota. Tocó bien de espaldas, buscó ser pase y fue desequilibrante cuando lo jugada lo exigió. Rooney, desdibujado, gritaba desde el sector izquierda para que le llegara juego. Ferdinand movía los brazos con energía vaya a saber pidiendo qué. La fórmula del tiki taka (así le dicen los catalanes) no necesita sólo buenos pies. Si no va acompañada de inteligencia, poco serviría que Messi apilara jugadores, que Xavi recuperara mil pelotas, que Touré saliera jugando siempre. Tampoco cuenta si no se trata de un equipo solidario. ¿Correr? Y sí, todos corren en una final de la Champions League. El tema es no despreocuparse del juego cuando la pelota la tiene el compañero. Para poder jugar con pase asociado se necesitan receptores, y en Barcelona siempre hay alguien desmarcándose para ayudar. Ese concepto los hace mejores a los mejores. Carlitos Tevez amagó una recuperación. Ferguson lo había mimado el día anterior y se jugó por él en el arranque del segundo tiempo. Fue profundo cuando su equipo no lo era y generó una peligrosa para Rooney. Pero les duró menos que en el primero. Barcelona, o mejor dicho, Xavi e Iniesta les robaron la pelota y otra vez a bailar aunque hacía falta resolver la historia. Un mano a mano desperdiciado por Henry empezó a generar ese olor que anunciaba sufrimiento si Barcelona no ajustaba la definición. Se sentía esa inquietud, que se disipó cuando Xavi metió ese centro-asistencia para Messi... para el mejor del mundo.
La coronación de una filosofía
Barcelona, de la mano de su entrenador Josep Guardiola, impuso un estilo de juego al que jamás renunció y que anoche, con el éxito ante Manchester por 2-0, alcanzó el punto más alto con la conquista de la triple corona ROMA.- Suele suceder que cuando un equipo alcanza la gloria e inscribe su nombre en la historia, el espacio para el análisis queda reducido a un puñado de conceptos. Y más aún cuando las luces del estadio Olímpico encandilan y la fiesta llena los ojos hasta casi perder la noción de que en ese rectángulo se jugó un partido de fútbol. Toda la parafernalia puesta al servicio del show de la final Liga de Campeones y en el centro de la escena Barcelona, el del juego bonito, el que respeta una filosofía y no renuncia jamás. Y allí, inmediatamente resulta inevitable no detenerse en ese punto. Es imposible eludir por qué el equipo catalán llegó a la cima. El equipo de Josep Guardiola, el cerebro fuera del campo, impuso una idea, no claudicó y el fútbol premió al fútbol. Messi, Xavi, Iniesta, Eto´o, Henry... Es imposible no imaginar jugar un fúbol de alto vuelo, anoche quizá no tanto, pero Barça siempre piensa en ello. Anoche no fue ese equipo arrollador que aturde a su rival a puro toque, rotaciones constantes y una envidiable capacidad para superar la línea del balón tanto en defensa como en ataque, pero lo que intentó fue más que lo que propuso Manchester. Resultó suficiente para desactivar a un rival que cuenta con futbolistas como Cristiano Ronaldo, Rooney, Ryan Giggs, Carrick y Tevez -sólo en el segundo tiempo apareció el Apache y no pudo escapar de la apatía de los Diablos Rojos - . Barcelona tendió esa telaraña de juego asociado y a ras de piso que tan bien ejecuta. Con eso le alcanzó. Es verdad, no fue profundo, Messi apareció casi como enlace y no como extremo; Eto´o se recostó sobre un lateral para atacar y dejó el centro de la ofensiva y Xavi e Iniesta se encargaron de realizar lo de siempre: hacer prevalecer el cerebro por sobre el músculo. Una fórmula que lució más en la obtención de la Liga española y la Copa de Rey hace un par de días y que anoche fue un poco más opaca, aunque igual de efectiva. "¿Me pregunto cómo se gana sin jugar?, se cuestionó en varias oportunidades Pep Guardiola, el artesano de un equipo que es una auténtica pieza de colección. Y dejó en claro que no entiende "su" Barcelona otra forma de hacerlo.
Los goles de Eto´o y de Messi, que mostró una asombrosa capacidad para elevarse y conectar de cabeza, también son consecuencia de un plan de juego. El delantero camerunés abrió el marcador con un clásico de su repertorio: potencia, velocidad y buena cintura, tres ingredientes que componen la esencia de la fórmula que emplea Guardiola. Y el tanto del Pulga , también respeta esa idea. Porque más allá de la virtud de Messi para saltar y cabecear, existe una buena lectura de todo el equipo para presionar sobre la salida del rival, lo que permitió que Xavi tuviera libertad para sacar un centro perfecto hacia un espacio sin cobertura, encontrar a Messi, como centro delantero, solo ante Van der Sar y en medio de dos torres, Ferdinand y Vidic. Otra buena muestra de que, para jugar bien, no hace falta hacer circular el balón con 15 o 20 toques. Ah, también fue la noche en que el duelo Ronaldo-Messi tuvo un final feliz. Aun cuando no fue la noche mágica del rosarino, fue el partido en que marcó el gol que consolidó la conquista de la triple corona y la que le permitió al Pulga subirse al escalón más alto del fútbol mundial. Fue la coronación para una idea, que tuvo a Pep Guardiola como su cultor, que practicó con jugadores como Leo Messi y que, lógicamente, disfruta Barcelona.