Post by realeagle on Jun 5, 2009 8:51:56 GMT -5
El sueño de ganarle a México por Daniel Herrera El Grafico
En 1981, el gol de Ever Hernández apenas y lo recuerdo; en 1993, abracé casi llorando a mi sobrino con el gol de Renderos Iraheta.
Me encanta la comida mexicana tanto como Galilea Montijo (¡qué envidia, Cuauhtémoc!), me río con Cantinflas, me clavo con el Santos y las momias de Guanajuato, me llega Pedro Infante, Chente y los Tigres del Norte, y me gustaría vivir en Guadalajara...
Pero cuando es de fútbol, disculpen, manitos, pero neles.
Odio la arrogancia de David Faitelson tanto como al presentador queriendo defender al federativo. No soporto la liga inglesa narrada por Raúl Orvañanos, es como tomar sopa de pescado en ayunas. José Ramón Fernández se cree el Roberto Águila mexicano (ni a los tobillos) y me @#$! que ESPN crea que a Latinoamérica le importan lo que hacen los atletas mexicanos.
No le voy al Madrid porque ahí jugó Hugo Sánchez y ahora zoco porque el Almería sea el próximo descendido. La eliminación de México para los Olímpicos la disfruté y me eché un tequila cuando a Hugol lo sacaron de la selección. Tampoco me gustaría que al Águila alguna vez le llamen "las Aguilas" como al América.
No es ningún sentimiento xenófobo ni nada que se le parezca; no me complací con la epidemia de la gripe A H1N1 ni con el terremoto del 19 de septiembre de 1985, tampoco desee una guerra civil en Chiapas como la que vivimos nosotros por una década en nuestro país.
Pero es que entiendan, no hay nada mejor que ganarles. Vibro viendo al Mago dejando mexicanos en el Tiburcio Carías, lloré por el 2-1 en 1993, zoqué en la tanda de penaltis para la medalla de oro de los Centroamericanos y del Caribe de 2002 y me dio gusto que Mauricio Cienfuegos se despidiera con 2-1 en Los Ángeles. Es odio jarocho, pero sólo en el fútbol.
En 1981, el gol de Ever Hernández apenas y lo recuerdo; en 1993, abracé casi llorando a mi sobrino con el gol de Renderos Iraheta.
Me encanta la comida mexicana tanto como Galilea Montijo (¡qué envidia, Cuauhtémoc!), me río con Cantinflas, me clavo con el Santos y las momias de Guanajuato, me llega Pedro Infante, Chente y los Tigres del Norte, y me gustaría vivir en Guadalajara...
Pero cuando es de fútbol, disculpen, manitos, pero neles.
Odio la arrogancia de David Faitelson tanto como al presentador queriendo defender al federativo. No soporto la liga inglesa narrada por Raúl Orvañanos, es como tomar sopa de pescado en ayunas. José Ramón Fernández se cree el Roberto Águila mexicano (ni a los tobillos) y me @#$! que ESPN crea que a Latinoamérica le importan lo que hacen los atletas mexicanos.
No le voy al Madrid porque ahí jugó Hugo Sánchez y ahora zoco porque el Almería sea el próximo descendido. La eliminación de México para los Olímpicos la disfruté y me eché un tequila cuando a Hugol lo sacaron de la selección. Tampoco me gustaría que al Águila alguna vez le llamen "las Aguilas" como al América.
No es ningún sentimiento xenófobo ni nada que se le parezca; no me complací con la epidemia de la gripe A H1N1 ni con el terremoto del 19 de septiembre de 1985, tampoco desee una guerra civil en Chiapas como la que vivimos nosotros por una década en nuestro país.
Pero es que entiendan, no hay nada mejor que ganarles. Vibro viendo al Mago dejando mexicanos en el Tiburcio Carías, lloré por el 2-1 en 1993, zoqué en la tanda de penaltis para la medalla de oro de los Centroamericanos y del Caribe de 2002 y me dio gusto que Mauricio Cienfuegos se despidiera con 2-1 en Los Ángeles. Es odio jarocho, pero sólo en el fútbol.