Post by realeagle on Dec 15, 2009 8:46:03 GMT -5
¡Boomfield!
La historia lo estaba esperando al Taladro. Sus 113 años se detuvieron como por arte de magia. El grito, en La Boca, fue de todos: de los que están y los que ya no... Pasión. Lujuria. Delirio. Amor. Sufrimiento. ¿Con qué palabra arrancar la crónica? ¿Y cómo tipear las miles de emociones de esa tercera bandeja? ¿Y cuál es la fórmula para abreviar lo que pasa en la media vuelta olímpica? ¿Y qué decir de lo que ocurre allá lejos, por el barrio? No. No hay respuesta posible. Ni conciencia. Ni registro. Si lo que está ocurriendo a las 19.22 se trata del minuto más esperado durante 113 años. Si esto, para algunos, es más que los treinta y pico del otro o que la Libertadores de aquél. Si en la Bombonera se reivindican los pesares de la leyenda de 1951 y unos cuantos descensos. Si esto es un verdadero ¡Boomfield! Si Banfield puede pellizcarse, al fin, como campeón...Esta nota, entonces, se escribe sola. Se traza con las lágrimas con que el Emperador Julio César y su ayudante Sanguinetti riegan la épica. Se edita con la copa que levanta Lucchetti. Se continúa con los besos que cada jugador le estampa al oro del Apertura. Se expresa con esos códigos que le dieron identidad a un grupo ganador. Se redacta con la bandera de Colombia que abraza a James y con la Celeste que une el mate a mate de Silva y Papelito Fernández. Y se entiende con el festejo al que aplaude de pie la gente de Boca. El "dale campeón" llega con bises. La copla del "vamos a dar la vuelta en la Bombonera/para que llore el grana y la gente muera", ídem. Todos cantan. El Gallego Méndez igual que el peladito del último escalón, que de chico quería ser Pedrito Molina o el Pibe Benítez. El Mencho Bustos como ese melenudo que dice que dice que aprendió a emocionarse con lágrimas de un gol de Pico Hernández que valió un pase a Primera en el 87. Y Erviti lo hace de la misma manera que ese tipo que debía estar en Abu Dhabi pero que debió quedarse por un destino del corazón: Alá no hubiese entendido las plegarias de esta religión que hasta ayer sabía poco de milagros y mucho de abnegaciones. Nadie quiere dejar la cancha. Ni los 5.000 privilegiados que consiguieron su ticket ni los nuevos gladiadores que pasan a desplazar del Olimpo a los Mouriño y Converti. En la intimidad del vestuario sigue la alegría. Aparece la maquinita para pelar a los campeones. Y el champán para brindar la gloria. Y los cánticos que remiten al duelo que habita dos estaciones más para el lado de Constitución ("un minuto de silencio, para el Grana que está muerto"). Y algunas palabras del capitán Lucchetti que llegan hasta las entrañas. Y el intento de despedida de Méndez con su consiguiente respuesta: "El Gallego no se va, el Gallego no se va"... Así fue la salida, recordando a ese abuelo que nunca pudo ver lo que se ve ahora, evocando a los Garrafas que también lo quisieron y pidiendo que la historia se detenga en el año 113. Bah, todos dicen que valió la pena aguantar tanto para esto: la gloria.
El campeón de los goles for export
De los 25 tantos a favor, 20 fueron convertidos por jugadores foráneos; Silva, Fernández y James Rodríguez, los artilleros de un Taladro sin fronteras Goles son amores. Y, si son en buena cantidad, pueden significar un campeonato. El caso de Banfield confirma la regla, aunque con una curiosidad que se fue agigantando con el pasar del Apertura 2009: 20 de los 25 tantos a favor del Taladro fueron anotados por jugadores extranjeros, y si se tienen en cuenta los últimos 41, 32 fueron anotados por futbolistas foráneos. Ayer, el Sur existe (y es campeón) gracias a los festejos de exportación, y, en tren de un fútbol globalizado, Montevideo podría ser la capital del gol. Santiago Martín Silva Olivera (29 años) es el nombre del máximo artillero. Con 14 gritos lideró la tabla de goleadores y llevó a Banfield a la gloria, a una vuelta olímpica que rompió con la sequía Sebastián Bruno Fernández Miglierina nació en la capital charrúa el 29 de mayo de 1985 y debutó en Miramar Misiones. "Papelito", quien está en los planes del seleccionador uruguayo de cara al Mundial, casi se va a mitad de año. Con pocos minutos, el técnico Julio César Falcioni fue quien lo rescató del ostracismo y lo convenció. "Estoy muy bien y ojalá pueda quedarme para pelear arriba el torneo que viene" se ilusionó en la previa de un Apertura que Banfield peleó y ganó. Él, sumó tres tantos y debe estar agradecido por el convencimiento del entrenador James David Rodríguez Rubio nació en Tolima, Colombia, hace 18 años. Con sus tres goles, fue parte del trío goleador. La joyita cafetera tiene en su currículum la condición de ser el jugador extranjero más joven en debutar y marcar un gol en la primera division del fútbol argentino, con tan solo 17 primaveras. En total, entre los uruguayos y el joven James, sumaron el 80 por ciento de las celebraciones. Los otros tantos corresponden a Walter Erviti (1), Cristian García (2), Víctor López y Lucas Mareque (Independiente) -en contra-. Cuando el invicto no tenía límites. Hasta la duodécima fecha, era la primera vez en la historia que un equipo se mantenía invicto con todos goles convertidos por jugadores extranjeros (de 15 tantos, 11 correspondían a Santiago Silva, dos a Seba Fernández y un par al colombiano Rodríguez). Pero el decimosexto lo anotó Walter Erviti, para ponerle el sello de industria nacional al campeón.
Julio César sigue dando la vuelta
Falcioni, DT del campeón, protagoniza el raid mediático que se merece. No podía ser de otra manera: hoy el mundo del fútbol habla de su Banfield. "El club dejó una virginidad de lado", dijo el entrenador, sin pelos en la lengua. De un medio a otro, de un programa de TV, a una radio, a una nota pautado con algún diario, a medio partidario y así sigue el día de Julio César Falcioni, DT del campeón. Después de que sus dirigidos se consagren en la Bombonera, el blanco y verde inundó las pantallas y las páginas. El logro del Taladro es histórico, y él entrenador lo tiene bien en claro: "El club dejó una virginidad de lado". Los jugadores, seguramente, también divagarán por el periodismo, pero es el entrenador que tomó la posta en primer lugar. "Es un orgullo haber dirigido este plantel, estar al frente de este grupo de hombres, que hicieron todo bien para salir campeón", explicó Falcioni en la Red, donde lo estaban esperando, porque antes tenía un compromiso con el programa AM, de Leo Montero y Verónica Lozano. "Fuimos los más efectivos, los más seguros, el más contundente. Salvo ayer, ganamos en todas las canchas", declaró el entrendor, que trató de explicar el tropezón de la última fecha: "Nos preocupamos más de lo que pasaba en la otra cancha que en la nuestra". Sin embargo, eso ya es anecdótico. Nadie le va a sacar el título de campeón, el mismo que lo lleva a recorrer el mundo mediático. Todos quieren su palabra, todos la tienen...
Te Taladra la cabeza
Recorrida por una tarde que quedará incrustada en el corazón de los hinchas de Banfield. Fotitos que, con el paso del tiempo, se convertirán en pósters del alma. Tarde inolvidable. Nohe inolvidable. Madrugada inolvidable. Los jugadores se fueron de la Bombonera hasta el Florencio Sola, llegaron en un descapotable, escoltados por dos cochebombas. El estadio explotaba, cerca de 35.000 personas, como nunca. Una locura. Es más, muchos entraron al campo de juego, por eso se hizo algo desordenado y no pudieron dar la vuelta. Hubo dedicatorias para todos los archirrivales. empezando por Lanús, siguiendo por Los Andes y por Tallere de remedios de Escalda. Fiesta total en Banfield. En todo el barrio, como nunca. Con Falcioni cantando, los jugadores también, con sus familias. Del estadio, la locura recorrió todo un barrio. Era el día más esperado. Un día que se hizo largo, hasta la madrugada. Inolvidable para todos.
La vuelta más esperada
Unos 35 mil fanáticos deliraron con el campeón, al que esperaron hasta las 22.30, en Peña y Arenales. Hubo vuelta olímpica, hasta que la gente desbordó de alegría. Ahora sí, hermano, pará un poco la moto. Frená aunque sea un segundo. Relajá que ya está, todo lo que está pasando es real. Sacate la angustia, secate las lágrimas, descargá tanta ansiedad acumulada y, dale, gozá. Si vos sabías que estas horas durarían como los 113 años que cuenta la historia del club. Porque nadie dijo que esto sería una bicoca pero, por favor, pibe, dejá de llorar, librate del adoquín que te apuñala la garganta y gritá, gritalo con todas las ganas, gritá como para que te lleven al Borda(garay), gritá ese segundo gol de San Lorenzo que no es del Taladro pero es tuyo y, vamos, date el gusto, gritá... "¡Dale campeón! ¡Dale campeón! ¡Dale campeón!". ¡Uff! Mirá que costó hacer aflojar a la gente que llegó desde tempranito al Florencio Sola. Cuánto sufrimiento a la distancia, tan lejos del fútbol y tan cerca de la gloria. La pantalla gigante proyectaba una película de terror, la radio qué más era sino una bendición. Recién al segundo baldazo en Rosario se desató la fiesta en Banfield. Todos abrazados con todos, agradeciendo al cielo, arrodillados, soltando ese cántico prohibitivo y el infaltable recuerdo de los vecinos del Sur, claro. Unos 15.000 hinchas hicieron el aguante en el Lencho y a medida que entraba la noche se fueron topando con tantos otros que se sumaron para el gran-festejo-gran. Casi 35.000 fanáticos hicieron explotar el Sola. Era la vuelta más esperada, la llegada de los héroes. Bienvenido a casa, campeón. Mirá que ahí viene el campeón... Porque sí, los gladiadores de Julio César se hicieron desear casi tanto como este primer título. Hubo tiempo para una celebración íntima en el vestuario de la Bombonera y también en el micro que los esperaba. Ahí pintaron la batucada y los cantos del tablón. Era un bondi común, de ésos de dos pisos, abajo Falcioni con su cuerpo técnico y arriba los jugadores. Bustamante, Silva y Salmerón, los más bullangueros, que se mueve para acá, que se mueve para allá; Lucchetti, Méndez y Erviti, la vieja guardia, pleno regocijo al fondo y con la Copa. El Laucha la ligó igual. "Hasta Tinelli y el Maipo no paro", le cantaron porque dicen que el arquero, coqueto él, se quiere parecer a Zulma Lobato. En fin... La fiesta sin fin. Bustos, rengo y mimado. Todos desencajados. "¡Sa-ca-le el techo, la p... que lo parió!", entonaron medio en broma hasta llevarse tamaña sorpresa al notar que otro micro, éste sí descapotable, los estaba esperando en el cruce de Camino Negro y Colombres. La mancha, desagradable, fue que el trasbordo se realizó en una lluvia de piedras que tiró gente de Los Andes. No frenó la caravana del campeón, que pasadas las 22.30 llegó a Peña y Arenales. Aunque los jugadores apenas si pudieron dar una vuelta olímpica por la cantidad de gente que había en el campo. Una pena. Se fueron rápido entre fuegos artificiales. Los esperaba una larga noche. ¡Salud!
La historia, de rodillas CARLOS CARPANETO | carpaneto@ole.com.ar Periodista e Hincha de Banfield
Estoy llorando. Estoy llorando como un chico en el mismo lugar donde una noche de diciembre de 1985 entendí cómo era ser de Banfield. Fue en esta Bombonera, contra Racing, por el octogonal de la B: ellos eran muchos más, perdimos. No importó, nos fuimos cantando igual. Y me enamoré para siempre del Taladro Ahora, 24 años más tarde, cantan estos 6.000 y los ecos inmortales de 113 años de historia. Los llantos se multiplican, como los abrazos. Lo abrazo a Seba Fraquelli, compañero de las mil batallas. Seguro pensamos en su viejo, que descansa en el mismo césped del Lencho y nos desborda la felicidad cuando analizamos que a nosotros nos llegó a los 30 y pico, sí, pero que Valentín y Manuel tendrán más suerte: cuando pisen por primera vez Peña y Arenales, ya lo harán con la estrella bordada en el pecho. Me abrazo con mi hermano Wady, con mi primo Dani y sentimos que Ernesto estará loco de la alegría. Me abrazo con el Negro José y abrazo a todos los Abd, me abrazo con Pelo Lacoste, con Edu, con Fede, con Martín. Y le digo a mi papá, que acaba de cumplir 74: "¡Viste que ibas a tener revancha por lo del 51, Viejo!". ¡Qué delirio! Y no sólo acá. El barrio ya es una fiesta interminable. Como cada rinconcito del planeta donde late un corazón albiverde: allá está celebrando mi hermano Santiago en Lima. "¡Somos champagne!", me gritan los pibes del foro, usando la palabra elegida durante estas semanas para ahuyentar la mufa. Dicen que instantes antes de morirte, la película de tu vida se te pasa por la cabeza. Yo me siento más vivo que nunca, y me aparecen como un flash tantos recuerdos... El tiki tiki del 86/87, el 1-0 contra Independiente en Huracán, el milagro ante Belgrano... ¡Qué inmensos el Pampa Orte, Pico Hernández, Marcelito Benítez, Aquino! Las lágrimas en Liniers por el descenso... Otra vez a patear por todos lados... Cachetazo en Córdoba en el 91, pero el fútbol que da revancha, y dos años más tarde fue éxtasis total en el mismo Chateau. El equipazo de López-Cavallero: el Pupi, Patrulla, el Chueco Delfino, Wensel, Julito Cruz... El centenario, la agonía de otro descenso, la crisis institucional... Otra vez la B: Patricio, ilusión y frustración, los años oscuros... El equipo del 2001: fútbol, huevo y amistad. ¡Garrafa! El Laucha, el Archu, el Loco, el Rioja, el Gatito, el Yagui... ¡Qué noche la de Instituto! Y así, poniéndole el pecho a la mala, nos quedamos en Primera de la mano del Gordo Garisto, alcanzamos las copas, capeamos tormentas y llegamos a esto. Veo la vuelta y es tan perfecta como la soñé. La merecen símbolos como Lucchetti y Sanguinetti. La merece Falcioni, en una consagración que hace justicia. La merece, sí, Cvitanich, que la rompió para valer esos millones que armaron este equipo. La merece el Gallego Méndez, que en pocos meses nos ganó el corazón. Todos: el Mencho Bustos, James, el crack Erviti, los enormes charrúas... La súper merece el Fefi, símbolo de los hinchas. Cada integrante del plantel y del cuerpo técnico. Gracias eternas. El Taladro siempre fue el más grande en nuestros corazones pero hacía falta esto. Ya está. La historia está de rodillas: ¡Banfield es campeón!
Falcioni cerró su propio círculo Por Juan Pablo Varsky
En junio de 2005, Julio Falcioni soñaba con salir campeón en la Bombonera. Después de una impresionante campaña con Banfield, que incluyó los cuartos de final de la Libertadores 05, Boca Juniors lo había elegido para el cargo de entrenador. La temporada del Xentenario había sido un fiasco. Los dirigentes querían un DT con fuerte personalidad para poner en caja a un plantel aburguesado, que se había cargado a Miguel Brindisi y a Chino Benítez. Y él era el elegido. Ya había acordado las condiciones económicas y profesionales con el vicepresidente Pedro Pompilio. Sólo faltaba la firma del contrato, pero apareció Maradona, con quien ya había protagonizado un episodio importante en su carrera. En 1980, le había atajado dos penales en el mismo partido, un Vélez 1-Argentinos 0. Veinticinco años después, Diego se vistió de verdugo. Como flamante responsable del fútbol profesional del club, puso condiciones y un límite: "Mi técnico es Basile. Si viene Falcioni, me vuelvo a mi palco". Lo dijo por Fox Sports durante la transmisión de Argentina-Colombia por el Mundial Juvenil de Holanda. Yo fui testigo, diría Arturo Bonín. Esa misma tarde, Julio iba a ser presentado como entrenador de Boca. Días después, Coco dio su primera conferencia de prensa en la Bombonera. Pero el candidato original no tardó mucho tiempo en conseguir trabajo. Fue contratado por Independiente con el objetivo de clasificarse para la Copa Libertadores. Aún sufría pesadillas por aquella jugada de Diego Ceballos en el Monumental. La recuerdan, ¿no? Cuartos de final, Banfield 2-River 3. Tras el 1 a 1 en la ida, si Ceballos hubiera acertado ese toque sencillo, el Taladro habría eliminado al millonario. Pero el delantero falló y ahí terminó ese notable ciclo 2003-2005. El equipo presentó jugadores como Bilos, Palacio, Dátolo, Paletta, San Martín, Sanguinetti y el inolvidable José Luis "Garrafa" Sánchez, fallecido en enero de 2006 después de un choque con su moto. Mientras el club confiaba en Carlos Leeb, Julio asumía en el Rojo. Volvieron a verse en octubre de aquel 2005. Banfield e Independiente empataron 2 a 2, pero la noticia más importante pasó por la fría recepción del público hacia el entrenador. Entre la indiferencia y algunos silbidos, solamente una bandera expresó gratitud: "¡Bienvenido Emperador, ésta es tu casa!". Había terminado en pésima relación con Carlos Portell, un presidente de manejo personalista que con frecuencia cree ser el dueño del club. En el poder desde 1998, sus malas administraciones (seis balances negativos en sus primeros siete años de gestión) casi lo sacan del cargo en las elecciones de octubre de 2008. Le ganó por apenas 24 votos al candidato opositor Eduardo Spinosa. En abril de este año, la barra brava copó el club y tuvo una activa participación en la Asamblea que aprobó la última memoria y balance. Los dirigentes opositores temen que el Banfield de Portell se parezca al Newell’s de Eduardo López, por la estrecha relación entre los barras y el presidente. Este club es mucho más grande e importante que sus actuales autoridades. Fue fundado en 1896, durante una concurrida reunión de los residentes británicos de la ciudad. Apellidos como Woodwell, Morgan, Burton y Chamberlain quedan en la historia. Eran los tiempos del crecimiento del ferrocarril, con estaciones de trenes hacia La Plata y hacia el suroeste de la provincia. Avellaneda, Lanús, Remedios de Escalada, Banfield, Lomas de Zamora, Temperley y más allá… Inauguró su cancha en 1930 y, al año siguiente, fue uno de los invitados para fundar el profesionalismo. Sus dirigentes creyeron que el fútbol rentado no tendría futuro y el equipo jugó torneos amateurs durante unos años. Finalmente, en 1939 ascendió a la primera división. En su imprescindible libro El nacimiento de una pasión, Alejandro Fabbri rescata el origen del apodo "El Taladro". A principios de los cuarenta, el diario filo-nazi El Pampero tituló en su sección deportes: "Banfield, el Taladro de Sud, se apresta a agujerear a Gimnasia…". El periodista José Luis Navarro, jefe de la sección, insistió en usar esas palabras y el apodo se instaló para siempre. Evita quiso ver campeón a ese equipazo del 51, pero Mario Boyé tuvo otros planes y le dio el tricampeonato a Racing. Descendió en 1954, volvió en 1962, se fue a la B en 1972 y subió al año siguiente. En la temporada 92-93, le ganó una final para el infarto a Colón para regresar a la máxima categoría. Vive en la elite desde 2001.
Pero su lugar corrió peligro en la temporada pasada por culpa de su bajo promedio. Después de la salida de Falcioni en 2005, había tenido un solo buen campeonato: el Apertura 2007, ganado por… Lanús, su clásico rival. Carlos Leeb, Raúl Wensel, Pablo Sánchez, Luis Jerez, Juan Manuel Llop y Jorge Burruchaga desfilaron por el banco hasta que en marzo de 2009, Falcioni y Portell dejaron de lado sus diferencias personales y pusieron al club por encima de todo A Banfield le había ido mal sin Falcioni y a Falcioni le había ido mal sin Banfield. Su experiencia en Independiente duró una sola temporada. A pesar de contar con Ustari y con Agüero, no pudo clasificarse para las copas y Comparada no le renovó el contrato. En la sexta fecha del Apertura 2006, asumió en Colón. No pasó nada. En agosto de 2007, tomó Gimnasia y Esgrima La Plata. Se fue a fin de ese mismo año Segundas partes nunca fueron buenas, dice un refrán de dudosa reputación. El 4 de abril de 2009, Falcioni volvió a sentarse en el banco de Banfield. Su equipo perdió por 2 a 1 ante el campeón del certamen, Vélez Sarsfield. En la primera formación del ciclo, aparecieron Lucchetti, Barraza, Víctor López, Bustamante, Erviti y Silva. Durante el partido, ingresaron el colombiano James Rodríguez y el uruguayo Sebastián Fernández. Aquí ya tenemos ocho titulares. Esa noche también jugó Maxi Bustos, baluarte de esta campaña hasta que se lastimó. Una goleada ante Independiente certificó la permanencia en primera. Con una sensata política de compras, suplió sus bajas. Méndez reemplazó a Nasuti en la defensa y Quinteros ocupó el lugar de Bertolo en el centro del campo. Sumó a Battión para reforzar la mitad de la cancha, pero ya había armado la base en el torneo anterior. Se hizo fuerte desde la intensidad defensiva y el orden Cada uno siempre supo lo que tenía que hacer dentro de la cancha. Explotaron los uruguayos Silva y Fernández. Erviti le dejó el costado izquierdo a Rodríguez y mostró su calidad para manejar al equipo desde el centro. A punto de retirarse después de su paso por San Lorenzo, Méndez volvió a disfrutar del fútbol y se dio cuenta de que él no era el problema. Señores, este equipo, cuyo todo fue más que la suma de sus partes, tiene el título que se merecía. Falcioni los convenció a todos de su idea y de su ejecución. Recibido de periodista en la década del noventa, planificó el escándalo mediático previo al partido frente a Boca para desviar la atención y quitarles presión a sus futbolistas. No es la primera vez que vuelca con sus palabras. "Falcioni juega la Copa y Griguol está en Gimnasia", dijo en junio de 1999, cuando se clasificaba con Vélez para la Libertadores y se mencionaba a Timoteo como su sucesor en el Fortín. Antes del ya famoso duelo de vuelta contra River por la Libertadores 2005, instaló una sospecha sobre el árbitro Brazenas, porque tenía un hermano trabajando en el área de seguridad de River No necesita de estas declaraciones. Le quitan grandeza a su muy buen currículum. Es el entrenador del Banfield que reescribe la historia del club. Es el primer arquero que termina ganando un título como DT en la máxima categoría del fútbol argentino. Le pone una faja de clausura al "y… qué querés, es arquero", frase modelo Maradona. En su duelo personal con el Pelusa más famoso, acaba de atajarle el tercer penal. El tierno abuelo, antes celoso padre, cierra su propio círculo. Cuatro años y medio después, Julio Falcioni cumplió su sueño y al final salió campeón en la Bombonera.
La historia lo estaba esperando al Taladro. Sus 113 años se detuvieron como por arte de magia. El grito, en La Boca, fue de todos: de los que están y los que ya no... Pasión. Lujuria. Delirio. Amor. Sufrimiento. ¿Con qué palabra arrancar la crónica? ¿Y cómo tipear las miles de emociones de esa tercera bandeja? ¿Y cuál es la fórmula para abreviar lo que pasa en la media vuelta olímpica? ¿Y qué decir de lo que ocurre allá lejos, por el barrio? No. No hay respuesta posible. Ni conciencia. Ni registro. Si lo que está ocurriendo a las 19.22 se trata del minuto más esperado durante 113 años. Si esto, para algunos, es más que los treinta y pico del otro o que la Libertadores de aquél. Si en la Bombonera se reivindican los pesares de la leyenda de 1951 y unos cuantos descensos. Si esto es un verdadero ¡Boomfield! Si Banfield puede pellizcarse, al fin, como campeón...Esta nota, entonces, se escribe sola. Se traza con las lágrimas con que el Emperador Julio César y su ayudante Sanguinetti riegan la épica. Se edita con la copa que levanta Lucchetti. Se continúa con los besos que cada jugador le estampa al oro del Apertura. Se expresa con esos códigos que le dieron identidad a un grupo ganador. Se redacta con la bandera de Colombia que abraza a James y con la Celeste que une el mate a mate de Silva y Papelito Fernández. Y se entiende con el festejo al que aplaude de pie la gente de Boca. El "dale campeón" llega con bises. La copla del "vamos a dar la vuelta en la Bombonera/para que llore el grana y la gente muera", ídem. Todos cantan. El Gallego Méndez igual que el peladito del último escalón, que de chico quería ser Pedrito Molina o el Pibe Benítez. El Mencho Bustos como ese melenudo que dice que dice que aprendió a emocionarse con lágrimas de un gol de Pico Hernández que valió un pase a Primera en el 87. Y Erviti lo hace de la misma manera que ese tipo que debía estar en Abu Dhabi pero que debió quedarse por un destino del corazón: Alá no hubiese entendido las plegarias de esta religión que hasta ayer sabía poco de milagros y mucho de abnegaciones. Nadie quiere dejar la cancha. Ni los 5.000 privilegiados que consiguieron su ticket ni los nuevos gladiadores que pasan a desplazar del Olimpo a los Mouriño y Converti. En la intimidad del vestuario sigue la alegría. Aparece la maquinita para pelar a los campeones. Y el champán para brindar la gloria. Y los cánticos que remiten al duelo que habita dos estaciones más para el lado de Constitución ("un minuto de silencio, para el Grana que está muerto"). Y algunas palabras del capitán Lucchetti que llegan hasta las entrañas. Y el intento de despedida de Méndez con su consiguiente respuesta: "El Gallego no se va, el Gallego no se va"... Así fue la salida, recordando a ese abuelo que nunca pudo ver lo que se ve ahora, evocando a los Garrafas que también lo quisieron y pidiendo que la historia se detenga en el año 113. Bah, todos dicen que valió la pena aguantar tanto para esto: la gloria.
El campeón de los goles for export
De los 25 tantos a favor, 20 fueron convertidos por jugadores foráneos; Silva, Fernández y James Rodríguez, los artilleros de un Taladro sin fronteras Goles son amores. Y, si son en buena cantidad, pueden significar un campeonato. El caso de Banfield confirma la regla, aunque con una curiosidad que se fue agigantando con el pasar del Apertura 2009: 20 de los 25 tantos a favor del Taladro fueron anotados por jugadores extranjeros, y si se tienen en cuenta los últimos 41, 32 fueron anotados por futbolistas foráneos. Ayer, el Sur existe (y es campeón) gracias a los festejos de exportación, y, en tren de un fútbol globalizado, Montevideo podría ser la capital del gol. Santiago Martín Silva Olivera (29 años) es el nombre del máximo artillero. Con 14 gritos lideró la tabla de goleadores y llevó a Banfield a la gloria, a una vuelta olímpica que rompió con la sequía Sebastián Bruno Fernández Miglierina nació en la capital charrúa el 29 de mayo de 1985 y debutó en Miramar Misiones. "Papelito", quien está en los planes del seleccionador uruguayo de cara al Mundial, casi se va a mitad de año. Con pocos minutos, el técnico Julio César Falcioni fue quien lo rescató del ostracismo y lo convenció. "Estoy muy bien y ojalá pueda quedarme para pelear arriba el torneo que viene" se ilusionó en la previa de un Apertura que Banfield peleó y ganó. Él, sumó tres tantos y debe estar agradecido por el convencimiento del entrenador James David Rodríguez Rubio nació en Tolima, Colombia, hace 18 años. Con sus tres goles, fue parte del trío goleador. La joyita cafetera tiene en su currículum la condición de ser el jugador extranjero más joven en debutar y marcar un gol en la primera division del fútbol argentino, con tan solo 17 primaveras. En total, entre los uruguayos y el joven James, sumaron el 80 por ciento de las celebraciones. Los otros tantos corresponden a Walter Erviti (1), Cristian García (2), Víctor López y Lucas Mareque (Independiente) -en contra-. Cuando el invicto no tenía límites. Hasta la duodécima fecha, era la primera vez en la historia que un equipo se mantenía invicto con todos goles convertidos por jugadores extranjeros (de 15 tantos, 11 correspondían a Santiago Silva, dos a Seba Fernández y un par al colombiano Rodríguez). Pero el decimosexto lo anotó Walter Erviti, para ponerle el sello de industria nacional al campeón.
Julio César sigue dando la vuelta
Falcioni, DT del campeón, protagoniza el raid mediático que se merece. No podía ser de otra manera: hoy el mundo del fútbol habla de su Banfield. "El club dejó una virginidad de lado", dijo el entrenador, sin pelos en la lengua. De un medio a otro, de un programa de TV, a una radio, a una nota pautado con algún diario, a medio partidario y así sigue el día de Julio César Falcioni, DT del campeón. Después de que sus dirigidos se consagren en la Bombonera, el blanco y verde inundó las pantallas y las páginas. El logro del Taladro es histórico, y él entrenador lo tiene bien en claro: "El club dejó una virginidad de lado". Los jugadores, seguramente, también divagarán por el periodismo, pero es el entrenador que tomó la posta en primer lugar. "Es un orgullo haber dirigido este plantel, estar al frente de este grupo de hombres, que hicieron todo bien para salir campeón", explicó Falcioni en la Red, donde lo estaban esperando, porque antes tenía un compromiso con el programa AM, de Leo Montero y Verónica Lozano. "Fuimos los más efectivos, los más seguros, el más contundente. Salvo ayer, ganamos en todas las canchas", declaró el entrendor, que trató de explicar el tropezón de la última fecha: "Nos preocupamos más de lo que pasaba en la otra cancha que en la nuestra". Sin embargo, eso ya es anecdótico. Nadie le va a sacar el título de campeón, el mismo que lo lleva a recorrer el mundo mediático. Todos quieren su palabra, todos la tienen...
Te Taladra la cabeza
Recorrida por una tarde que quedará incrustada en el corazón de los hinchas de Banfield. Fotitos que, con el paso del tiempo, se convertirán en pósters del alma. Tarde inolvidable. Nohe inolvidable. Madrugada inolvidable. Los jugadores se fueron de la Bombonera hasta el Florencio Sola, llegaron en un descapotable, escoltados por dos cochebombas. El estadio explotaba, cerca de 35.000 personas, como nunca. Una locura. Es más, muchos entraron al campo de juego, por eso se hizo algo desordenado y no pudieron dar la vuelta. Hubo dedicatorias para todos los archirrivales. empezando por Lanús, siguiendo por Los Andes y por Tallere de remedios de Escalda. Fiesta total en Banfield. En todo el barrio, como nunca. Con Falcioni cantando, los jugadores también, con sus familias. Del estadio, la locura recorrió todo un barrio. Era el día más esperado. Un día que se hizo largo, hasta la madrugada. Inolvidable para todos.
La vuelta más esperada
Unos 35 mil fanáticos deliraron con el campeón, al que esperaron hasta las 22.30, en Peña y Arenales. Hubo vuelta olímpica, hasta que la gente desbordó de alegría. Ahora sí, hermano, pará un poco la moto. Frená aunque sea un segundo. Relajá que ya está, todo lo que está pasando es real. Sacate la angustia, secate las lágrimas, descargá tanta ansiedad acumulada y, dale, gozá. Si vos sabías que estas horas durarían como los 113 años que cuenta la historia del club. Porque nadie dijo que esto sería una bicoca pero, por favor, pibe, dejá de llorar, librate del adoquín que te apuñala la garganta y gritá, gritalo con todas las ganas, gritá como para que te lleven al Borda(garay), gritá ese segundo gol de San Lorenzo que no es del Taladro pero es tuyo y, vamos, date el gusto, gritá... "¡Dale campeón! ¡Dale campeón! ¡Dale campeón!". ¡Uff! Mirá que costó hacer aflojar a la gente que llegó desde tempranito al Florencio Sola. Cuánto sufrimiento a la distancia, tan lejos del fútbol y tan cerca de la gloria. La pantalla gigante proyectaba una película de terror, la radio qué más era sino una bendición. Recién al segundo baldazo en Rosario se desató la fiesta en Banfield. Todos abrazados con todos, agradeciendo al cielo, arrodillados, soltando ese cántico prohibitivo y el infaltable recuerdo de los vecinos del Sur, claro. Unos 15.000 hinchas hicieron el aguante en el Lencho y a medida que entraba la noche se fueron topando con tantos otros que se sumaron para el gran-festejo-gran. Casi 35.000 fanáticos hicieron explotar el Sola. Era la vuelta más esperada, la llegada de los héroes. Bienvenido a casa, campeón. Mirá que ahí viene el campeón... Porque sí, los gladiadores de Julio César se hicieron desear casi tanto como este primer título. Hubo tiempo para una celebración íntima en el vestuario de la Bombonera y también en el micro que los esperaba. Ahí pintaron la batucada y los cantos del tablón. Era un bondi común, de ésos de dos pisos, abajo Falcioni con su cuerpo técnico y arriba los jugadores. Bustamante, Silva y Salmerón, los más bullangueros, que se mueve para acá, que se mueve para allá; Lucchetti, Méndez y Erviti, la vieja guardia, pleno regocijo al fondo y con la Copa. El Laucha la ligó igual. "Hasta Tinelli y el Maipo no paro", le cantaron porque dicen que el arquero, coqueto él, se quiere parecer a Zulma Lobato. En fin... La fiesta sin fin. Bustos, rengo y mimado. Todos desencajados. "¡Sa-ca-le el techo, la p... que lo parió!", entonaron medio en broma hasta llevarse tamaña sorpresa al notar que otro micro, éste sí descapotable, los estaba esperando en el cruce de Camino Negro y Colombres. La mancha, desagradable, fue que el trasbordo se realizó en una lluvia de piedras que tiró gente de Los Andes. No frenó la caravana del campeón, que pasadas las 22.30 llegó a Peña y Arenales. Aunque los jugadores apenas si pudieron dar una vuelta olímpica por la cantidad de gente que había en el campo. Una pena. Se fueron rápido entre fuegos artificiales. Los esperaba una larga noche. ¡Salud!
La historia, de rodillas CARLOS CARPANETO | carpaneto@ole.com.ar Periodista e Hincha de Banfield
Estoy llorando. Estoy llorando como un chico en el mismo lugar donde una noche de diciembre de 1985 entendí cómo era ser de Banfield. Fue en esta Bombonera, contra Racing, por el octogonal de la B: ellos eran muchos más, perdimos. No importó, nos fuimos cantando igual. Y me enamoré para siempre del Taladro Ahora, 24 años más tarde, cantan estos 6.000 y los ecos inmortales de 113 años de historia. Los llantos se multiplican, como los abrazos. Lo abrazo a Seba Fraquelli, compañero de las mil batallas. Seguro pensamos en su viejo, que descansa en el mismo césped del Lencho y nos desborda la felicidad cuando analizamos que a nosotros nos llegó a los 30 y pico, sí, pero que Valentín y Manuel tendrán más suerte: cuando pisen por primera vez Peña y Arenales, ya lo harán con la estrella bordada en el pecho. Me abrazo con mi hermano Wady, con mi primo Dani y sentimos que Ernesto estará loco de la alegría. Me abrazo con el Negro José y abrazo a todos los Abd, me abrazo con Pelo Lacoste, con Edu, con Fede, con Martín. Y le digo a mi papá, que acaba de cumplir 74: "¡Viste que ibas a tener revancha por lo del 51, Viejo!". ¡Qué delirio! Y no sólo acá. El barrio ya es una fiesta interminable. Como cada rinconcito del planeta donde late un corazón albiverde: allá está celebrando mi hermano Santiago en Lima. "¡Somos champagne!", me gritan los pibes del foro, usando la palabra elegida durante estas semanas para ahuyentar la mufa. Dicen que instantes antes de morirte, la película de tu vida se te pasa por la cabeza. Yo me siento más vivo que nunca, y me aparecen como un flash tantos recuerdos... El tiki tiki del 86/87, el 1-0 contra Independiente en Huracán, el milagro ante Belgrano... ¡Qué inmensos el Pampa Orte, Pico Hernández, Marcelito Benítez, Aquino! Las lágrimas en Liniers por el descenso... Otra vez a patear por todos lados... Cachetazo en Córdoba en el 91, pero el fútbol que da revancha, y dos años más tarde fue éxtasis total en el mismo Chateau. El equipazo de López-Cavallero: el Pupi, Patrulla, el Chueco Delfino, Wensel, Julito Cruz... El centenario, la agonía de otro descenso, la crisis institucional... Otra vez la B: Patricio, ilusión y frustración, los años oscuros... El equipo del 2001: fútbol, huevo y amistad. ¡Garrafa! El Laucha, el Archu, el Loco, el Rioja, el Gatito, el Yagui... ¡Qué noche la de Instituto! Y así, poniéndole el pecho a la mala, nos quedamos en Primera de la mano del Gordo Garisto, alcanzamos las copas, capeamos tormentas y llegamos a esto. Veo la vuelta y es tan perfecta como la soñé. La merecen símbolos como Lucchetti y Sanguinetti. La merece Falcioni, en una consagración que hace justicia. La merece, sí, Cvitanich, que la rompió para valer esos millones que armaron este equipo. La merece el Gallego Méndez, que en pocos meses nos ganó el corazón. Todos: el Mencho Bustos, James, el crack Erviti, los enormes charrúas... La súper merece el Fefi, símbolo de los hinchas. Cada integrante del plantel y del cuerpo técnico. Gracias eternas. El Taladro siempre fue el más grande en nuestros corazones pero hacía falta esto. Ya está. La historia está de rodillas: ¡Banfield es campeón!
Falcioni cerró su propio círculo Por Juan Pablo Varsky
En junio de 2005, Julio Falcioni soñaba con salir campeón en la Bombonera. Después de una impresionante campaña con Banfield, que incluyó los cuartos de final de la Libertadores 05, Boca Juniors lo había elegido para el cargo de entrenador. La temporada del Xentenario había sido un fiasco. Los dirigentes querían un DT con fuerte personalidad para poner en caja a un plantel aburguesado, que se había cargado a Miguel Brindisi y a Chino Benítez. Y él era el elegido. Ya había acordado las condiciones económicas y profesionales con el vicepresidente Pedro Pompilio. Sólo faltaba la firma del contrato, pero apareció Maradona, con quien ya había protagonizado un episodio importante en su carrera. En 1980, le había atajado dos penales en el mismo partido, un Vélez 1-Argentinos 0. Veinticinco años después, Diego se vistió de verdugo. Como flamante responsable del fútbol profesional del club, puso condiciones y un límite: "Mi técnico es Basile. Si viene Falcioni, me vuelvo a mi palco". Lo dijo por Fox Sports durante la transmisión de Argentina-Colombia por el Mundial Juvenil de Holanda. Yo fui testigo, diría Arturo Bonín. Esa misma tarde, Julio iba a ser presentado como entrenador de Boca. Días después, Coco dio su primera conferencia de prensa en la Bombonera. Pero el candidato original no tardó mucho tiempo en conseguir trabajo. Fue contratado por Independiente con el objetivo de clasificarse para la Copa Libertadores. Aún sufría pesadillas por aquella jugada de Diego Ceballos en el Monumental. La recuerdan, ¿no? Cuartos de final, Banfield 2-River 3. Tras el 1 a 1 en la ida, si Ceballos hubiera acertado ese toque sencillo, el Taladro habría eliminado al millonario. Pero el delantero falló y ahí terminó ese notable ciclo 2003-2005. El equipo presentó jugadores como Bilos, Palacio, Dátolo, Paletta, San Martín, Sanguinetti y el inolvidable José Luis "Garrafa" Sánchez, fallecido en enero de 2006 después de un choque con su moto. Mientras el club confiaba en Carlos Leeb, Julio asumía en el Rojo. Volvieron a verse en octubre de aquel 2005. Banfield e Independiente empataron 2 a 2, pero la noticia más importante pasó por la fría recepción del público hacia el entrenador. Entre la indiferencia y algunos silbidos, solamente una bandera expresó gratitud: "¡Bienvenido Emperador, ésta es tu casa!". Había terminado en pésima relación con Carlos Portell, un presidente de manejo personalista que con frecuencia cree ser el dueño del club. En el poder desde 1998, sus malas administraciones (seis balances negativos en sus primeros siete años de gestión) casi lo sacan del cargo en las elecciones de octubre de 2008. Le ganó por apenas 24 votos al candidato opositor Eduardo Spinosa. En abril de este año, la barra brava copó el club y tuvo una activa participación en la Asamblea que aprobó la última memoria y balance. Los dirigentes opositores temen que el Banfield de Portell se parezca al Newell’s de Eduardo López, por la estrecha relación entre los barras y el presidente. Este club es mucho más grande e importante que sus actuales autoridades. Fue fundado en 1896, durante una concurrida reunión de los residentes británicos de la ciudad. Apellidos como Woodwell, Morgan, Burton y Chamberlain quedan en la historia. Eran los tiempos del crecimiento del ferrocarril, con estaciones de trenes hacia La Plata y hacia el suroeste de la provincia. Avellaneda, Lanús, Remedios de Escalada, Banfield, Lomas de Zamora, Temperley y más allá… Inauguró su cancha en 1930 y, al año siguiente, fue uno de los invitados para fundar el profesionalismo. Sus dirigentes creyeron que el fútbol rentado no tendría futuro y el equipo jugó torneos amateurs durante unos años. Finalmente, en 1939 ascendió a la primera división. En su imprescindible libro El nacimiento de una pasión, Alejandro Fabbri rescata el origen del apodo "El Taladro". A principios de los cuarenta, el diario filo-nazi El Pampero tituló en su sección deportes: "Banfield, el Taladro de Sud, se apresta a agujerear a Gimnasia…". El periodista José Luis Navarro, jefe de la sección, insistió en usar esas palabras y el apodo se instaló para siempre. Evita quiso ver campeón a ese equipazo del 51, pero Mario Boyé tuvo otros planes y le dio el tricampeonato a Racing. Descendió en 1954, volvió en 1962, se fue a la B en 1972 y subió al año siguiente. En la temporada 92-93, le ganó una final para el infarto a Colón para regresar a la máxima categoría. Vive en la elite desde 2001.
Pero su lugar corrió peligro en la temporada pasada por culpa de su bajo promedio. Después de la salida de Falcioni en 2005, había tenido un solo buen campeonato: el Apertura 2007, ganado por… Lanús, su clásico rival. Carlos Leeb, Raúl Wensel, Pablo Sánchez, Luis Jerez, Juan Manuel Llop y Jorge Burruchaga desfilaron por el banco hasta que en marzo de 2009, Falcioni y Portell dejaron de lado sus diferencias personales y pusieron al club por encima de todo A Banfield le había ido mal sin Falcioni y a Falcioni le había ido mal sin Banfield. Su experiencia en Independiente duró una sola temporada. A pesar de contar con Ustari y con Agüero, no pudo clasificarse para las copas y Comparada no le renovó el contrato. En la sexta fecha del Apertura 2006, asumió en Colón. No pasó nada. En agosto de 2007, tomó Gimnasia y Esgrima La Plata. Se fue a fin de ese mismo año Segundas partes nunca fueron buenas, dice un refrán de dudosa reputación. El 4 de abril de 2009, Falcioni volvió a sentarse en el banco de Banfield. Su equipo perdió por 2 a 1 ante el campeón del certamen, Vélez Sarsfield. En la primera formación del ciclo, aparecieron Lucchetti, Barraza, Víctor López, Bustamante, Erviti y Silva. Durante el partido, ingresaron el colombiano James Rodríguez y el uruguayo Sebastián Fernández. Aquí ya tenemos ocho titulares. Esa noche también jugó Maxi Bustos, baluarte de esta campaña hasta que se lastimó. Una goleada ante Independiente certificó la permanencia en primera. Con una sensata política de compras, suplió sus bajas. Méndez reemplazó a Nasuti en la defensa y Quinteros ocupó el lugar de Bertolo en el centro del campo. Sumó a Battión para reforzar la mitad de la cancha, pero ya había armado la base en el torneo anterior. Se hizo fuerte desde la intensidad defensiva y el orden Cada uno siempre supo lo que tenía que hacer dentro de la cancha. Explotaron los uruguayos Silva y Fernández. Erviti le dejó el costado izquierdo a Rodríguez y mostró su calidad para manejar al equipo desde el centro. A punto de retirarse después de su paso por San Lorenzo, Méndez volvió a disfrutar del fútbol y se dio cuenta de que él no era el problema. Señores, este equipo, cuyo todo fue más que la suma de sus partes, tiene el título que se merecía. Falcioni los convenció a todos de su idea y de su ejecución. Recibido de periodista en la década del noventa, planificó el escándalo mediático previo al partido frente a Boca para desviar la atención y quitarles presión a sus futbolistas. No es la primera vez que vuelca con sus palabras. "Falcioni juega la Copa y Griguol está en Gimnasia", dijo en junio de 1999, cuando se clasificaba con Vélez para la Libertadores y se mencionaba a Timoteo como su sucesor en el Fortín. Antes del ya famoso duelo de vuelta contra River por la Libertadores 2005, instaló una sospecha sobre el árbitro Brazenas, porque tenía un hermano trabajando en el área de seguridad de River No necesita de estas declaraciones. Le quitan grandeza a su muy buen currículum. Es el entrenador del Banfield que reescribe la historia del club. Es el primer arquero que termina ganando un título como DT en la máxima categoría del fútbol argentino. Le pone una faja de clausura al "y… qué querés, es arquero", frase modelo Maradona. En su duelo personal con el Pelusa más famoso, acaba de atajarle el tercer penal. El tierno abuelo, antes celoso padre, cierra su propio círculo. Cuatro años y medio después, Julio Falcioni cumplió su sueño y al final salió campeón en la Bombonera.