Post by realeagle on Mar 11, 2010 13:51:21 GMT -5
El fracaso que no cesa JM Trueba as.com
El Lyon se clasificó con justicia. Cristiano marcó a los cinco minutos. Pero el Madrid desapareció en la segunda parte. No hubo reacción al gol de Pjanic La realidad es desoladora: dos de los tres objetivos del Madrid para la presente temporada se han frustrado contra el Alcorcón y el Olympique de Lyon, en ambos casos en octavos de final. Ese dato es más concluyente que las estadísticas de las que presume Pellegrini ("somos el mejor Madrid en quince años") para demostrarnos que el juego es bueno. Lo es a veces. Y en ocasiones es malo, como ayer, sin que el entrenador parezca tener control sobre lo bueno y lo malo. Para no ser apocalíptico evitaré decir que se le acaba el tiempo; sólo señalaré que se le acaban los torneos. Lo sé. Las culpas son colectivas y conviene ser justo en el reparto de responsabilidades. Sin embargo, es imposible obviar que anoche, al margen de la pelea sobre el campo, se planteó una batalla estratégica que declaró vencedor al entrenador francés. Sucedió tras el descanso, cuando Puel modificó el sistema, pasando del 4-3-3 al 4-4-2. Esa corrección, acompañada de dos cambios y un ajuste (Toulalan pasó de centrocampista a central), tuvo el efecto de voltear el partido. Desde ese instante, estimulado por su superioridad en el mediocampo, dominó el Lyon y se acabó el Madrid. Pellegrini no encontró respuesta. Es verdad que la primera parte fue enteramente del Madrid y es cierto que el equipo cumplió con el protocolo de los anfitriones feroces: Kaká dispuso de una ocasión a los 18 segundos y Cristiano marcó a los cinco minutos. Luego, antes de cumplirse la media hora, Higuaín desperdició la oportunidad más lamentada en estos instantes de contricción: pase de Granero en profundidad, control de Higuaín, regate al portero y, liberado de obstáculos, cuando toca marcar, poste. Quien quiera consolarse podrá lamer ese hueso y soñar con lo que hubiera sucedido de haberse puesto el partido 2-0. Pero cuando no se convierte lo que se intenta una vez sólo cabe intentarlo más veces, cinco, diez, cien. Y no sumamos tanto. Si acaso una mano de Lloris a disparo de Higuaín y un penalti al mismo protagonista que bien pudo ser, pero que no fue. Después, ya digo, cambió el mundo. Ese Lyon que creímos timorato domó al león sin que advirtiéramos ni el látigo ni la silla. Y los avisos se sucedieron antes del gol asesino: Gonalons, Govou, Lisandro... Pjanic. Fantasmas de perfil bajo, ogros de sobremesa, lección de humildad. Suficiente contra un grupo sin coreografía. Soledad. Aceptarán que la impotencia es mayor si en tus filas está Cristiano. Un Cristiano pletórico, además, en plena forma, absolutamente involucrado e interesado, capaz de marcar por puro empeño, así fue el primer gol. Pero ni el mejor jugador compone un equipo. Según pasaban los minutos y crecían las dificultades, Cristiano quedó atrapado entre defensas y jugadores propios, con ideas, pero sin espacios. Nadie le ayudó. Volvió a fracasar Kaká, Granero se quedó corto y Guti sin aire. Pero tanto como a ellos se echó en falta un entrenador y un plan, A o B. El desastre es insondable. No es sólo perder: es ser peor. Es la sensación de vivir engañado, es morir de autocomplacencia. Otra vez, otro año.
Au revoir a la Champions
•El Madrid arrolló en el primer tiempo a su rival pero Higuaín perdonó en exceso • Ronaldo, siempre cumplidor, marcó el gol merengue • El Lyon despertó en el segundo tiempo • Pjanic marcó tras una gran jugada colectiva El Madrid consumó el enésimo fracaso europeo, otra vez en octavos, tras empatar (1-1) con el Olympique de Lyon. El vendaval de juego y ocasiones merengues de la primera mitad sólo concedieron una ventaja mínima a los de Pellegrini, merced al tanto de Cristiano Ronaldo, que el Lyon se encargó de neutralizar merecidamente con el gol de Pjanic. Tanto que confirmó otra decepción, la sexta seguida, en la competición continental. Analizada la eliminatoria con frialdad, es justo reconocer el mérito francés. Y dentro de ese elenco de virtudes que reunieron los galos está el de la humildad y el respeto. Cualidades que quizá le faltaron al conjunto blanco en su doble enfrentamiento con el Lyon. Ya adolecieron de ese exceso de confianza en temporadas pasadas, y en todas (las cinco), el grandilocuente cuerpo merengue se dio de bruces con los octavos. Quizá en esta ocasión, el Madrid no subestimó a su rival, pero sí le dio ciertas concesiones que en esta competición (esto no es la Liga) resultan tan dolorosas como decisivas. Cayó en su juego en Gerland y permitió su reacción aquí, en el escenario de la final de la próxima Champions. Y dejó despertar a los de Claude Puel porque el Lyon estuvo muerto en el primer tiempo. El Madrid salió en tromba recordando lo que implica visitar Chamartín. Arrinconó a los franceses desde el primer minuto, en el que Kaká se encontró con uno de los grandes porteros de la actualidad. La sobriedad, elasticidad, valentía en las salidas y rapidez de Lloris mostraron la tremenda capacidad de un portero casi perfecto. Apoyados en la claridad de Guti, el tímido despertar de Kaká y el insultante físico de Ronaldo, el Madrid condenó el choque a una previsible remontada. El primer indicio llegó a los seis minutos, cuando un pase largo del de Torrejón lo finalizó Cristiano con un disparo raso que se coló entre las piernas de Lloris. Quedaba todo el partido por delante y el Madrid ya había igualado la eliminatoria. No fue el día de Higuaín, ese delantero que deslumbra en casa pero se apaga en Europa. El 'Pipa' reanimó al conjunto galo en dos minutos con dos oportunidades inmejorables de poner patas arriba el Bernabéu La superioridad era patente, y las ocasiones claras, muy claras.
Pero no fue el día de Higuaín, ese delantero que deslumbra en casa pero se apaga en Europa. El 'Pipa' reanimó al conjunto galo en dos minutos con dos oportunidades inmejorables de poner patas arriba el Bernabéu. Primero se encontró con el palo de una portería vacía tras superar a Lloris y más tarde se encontró con la mano providencial del meta francés. El paso por vestuarios dejó atrás otro cabezazo del argentino y varios intentos fallidos de Cristiano, a lo que se añadieron un par de inocentes aproximaciones del Lyon. Todo hacía indicar que el Madrid acabaría superando la resistencia de los de Puel, pero el técnico dio con la tecla adecuada para frenar la sangría. Retrasó a Toulalan al centro de la defensa y situó a Kallstrom en la zona ancha, lugar en la que se vieron desbordados en el primer acto. Un poco de aquí y otro de allá (Gonalons entró por Makoun), y vuelta a empezar. Pjanic prolonga el maleficio El Lyon se hizo con el mando del partido, comenzó a llegar y relegó a los de Pellegrini al contraataque, ese estilo que tan buenos resultados le dio en otros partidos. Pero el equipo francés, que nadie lo dude, defiende como pocos. Un cabezazo de Gonalons, un disparo de Lisandro...las oportunidades no eran una gran amenaza pero indicaban el cambio de rumbo. Intentó Pellegrini reajustar a los suyos, pero el tardío cambio de Van der Vaart por un desafortunado Granero no alteró el cariz que había tomado el asunto. El miedo latente en las gradas se convirtió en terror cuando Pjanic aprovechó una cesión de Lisandro para fusilar a Casillas. El Madrid se volcó pero terminó dando gracias al propio Lisandro y a Delgado por su misericordia. Fue el golpe de gracia a una muerte, una vez más, prematura de un equipo construido para mucho más. Europa volvió a dar la espalda al Madrid que, y eso es lo grave, comienza a acostumbrarse a decepciones de este tipo.
La pesadilla continúa...Tomas Roncero
Lo del Alcorcón fue una broma al lado de esto. El Madrid de Pellegrini se salió de la carretera y dejó el coche a cuatro ruedas, con la afición hundida y resignada a esa maldición que no termina. Este palo terrible traerá consecuencias..Siniestro total. Moví mis hilos a última hora para que mi padre, que ha sido testigo directo en el Bernabéu de las seis Copas de Europa en blanco y negro, asistiera a eso que ingenuamente imaginaba que sería el regreso del gran Madrid. Así rezaba el gran tifo del Fondo Sur: "Volveremos". En realidad fueron proféticos, dado que el verbo conjugado en futuro ya avisaba que ahora no estamos para fastos ni para poner fecha de caducidad a maldiciones de octavos que ya empiezan a ser hirientes. Desde 2005 el Madrid arrastra su linaje y su honor por los campos del continente. Existe una peña maravillosa que se llama Reyes de Europa que no merece este castigo tan cruel. Se van a la basura 252 millones de euros, las ilusiones depositadas en esta temporada que iba a ser la del cambio y que nos deja donde siempre. En octavos y con cara de mastuerzos. Llega la hora de dejar de mirarse al ombligo y de entender que algo se está haciendo mal estos años. Han pasado cuatro presidentes (Florentino, Fernando Martín, Montejano, Calderón y otra vez Florentino) y nadie ha conseguido tapar esta hemorragia que está desangrando el orgullo vikingo del madridismo fiel y honesto que ya no sabe dónde buscar respuestas. El Maracanazo de anoche con el Lyon tardará en cicatrizar...La Décima de la afición. Lo digo alto y claro. El caviar del mejor club de todos los tiempos es su afición. El Bernabéu cumplió con su parte del trato. Metió el primer gol. Su aliento fiero y ruidoso en el inicio habilitó a Cristiano para firmar el 1-0 en plena efervescencia colectiva, alimentada por una grada entregada a la causa que deseaba darse por fin una fiesta después de tantos años de frustraciones y cortes de digestión. El Bernabéu cumplió con la coreografía de una remontada mal parida de antemano. Si para superar un simple 1-0 con el Lyon tienes que invocar a todos los espíritus e iconos históricos del club es que no te fías de tu fútbol ni de tu capacidad para hacerte respetar con el argumento más importante de este invento: la pelota. Viví antes del partido una comida maravillosa en D'Pandelo, junto a los madridistas entusiastas de Albox, que se subieron al autobús a las siete de la mañana y anoche regresaban 650 kilómetros abajo para rumiar su profunda decepción. Los vikingos de Huelva (Kiko me hizo llorar con su versión del himno del Madrid por soleares), los chistes de Paco de Entrevías, los fieles de Olaf el Vikingo, Barajas, Chelle, Picassent, Puertollano, Picaña, La Estrada y La Granja no merecían este castigo tan cruel. Lloro en nombre de todos vosotros...¿Dónde está Kaká? Lo siento, pero mi paciencia con él se ha terminado. Un futbolista que ha costado 68 millones de euros no puede comportarse como un becario en prácticas. Insiste en su jugadita individual y como no le sale, no hay manera de que aporte nada a la causa. Tuvo un mano a mano con Lloris a los 18 segundos. Y lo falló. Para variar... Cristiano, sálvanos. La culpa del desastre no puede recaer en el portugués, que metió el 1-0 de la esperanza y firmó las mejores acciones del partido. Pero no es un ser superior aunque su mentalidad sea la que necesita este club para recuperar la grandeza extraviada en estos años de ignominia y aturdimiento. Esperanza. Me resisto a arrojar la toalla. El Madrid siempre vuelve y la Liga está a tiro. Pero veo a Cibeles tan lejos...El proyecto más ambicioso del Real Madrid se desmoronó en el partido ante el Olympique de Lyon. Los blancos estuvieron notables en la primera y desastrosos tras el descanso.
Uno x uno
CASILLAS (5): No tuvo mucho trabajo hasta que Pjanic apareció para marcar el gol que les dejó sin Champions. SERGIO RAMOS (6): No se cansó de subir la banda derecha en la primera parte. En la segunda, sin noticias del sevillano. ALBIOL (7): Magnífico al corte acabó siendo el mejor del equipo apagando fuego tras fuego. GARAY (6): Sin fisuras atrás, no se complicó hasta que los franceses les apretaron muy arriba y sufrieron ante la avalancha del Lyon. ARBELOA (4): Sufrió con Govou y apenas subió la banda. Su aportación fue nula en ataque. LASS (4): Superado por el empuje de los franceses, le faltan muchas cosas para ser el mediocentro del Real Madrid. GUTI (5): Hipermotivado, jugó y corrió hasta que se quedó sin oxígeno en el descanso. Otro que desapareció en la segunda parte. GRANERO (3): El menos participativo en el mediocampo. Mucha pelea y poco juego. Sustituido por Van der Vaart. KAKA (3): Empezó bien, pero se fue apagando hasta convertirse en un bulto sospechoso. Encima se marchó enfadado por el cambio. HIGUAÍN (3): Tuvo tres ocasiones claras antes del descanso, en especial el remate al poste a puerta vacía. Sigue sin responder en las grandes ocasiones. CRISTIANO RONALDO (7): Tardó seis minutos en igualar la eliminatoria. Rápido, eléctrico y vertical, poco pudo hacer cuando el equipo se desmoronó. VAN DER VAART (5): Lo intentó sin acierto. El Madrid no tenía el balón y el holandés poco o nada aportó. RAÚL (5): Salió a la desesperada y le echó casta a falta de otra cosa. DIARRA (-): Sin minutos. PELLEGRINI (2): Un entrenador que es incapaz de sacar partido a esta plantilla no merece seguir sentado en el banquillo del Bernabéu. Caer con el Lyon en octavos es un fracaso con mayúsculas.
De los polvos de mantener a Pellegrini vienen estos lodos Editorial Marca
El Real Madrid se despidió anoche de la Champions tras ser incapaz de ganar al Olympique de Lyon, cuarto clasificado de la Liga francesa y un equipo cuyo récord histórico en esta competición ha sido clasificarse para cuartos de final. Quedan todavía cerca de cuatro meses para que termine la Liga y el equipo blanco tiene serias opciones de conquistar el título. Pero ocurra lo que ocurra de aquí a mayo difícilmente se podrá evitar que la temporada sea catalogada de fracaso, rotundo fracaso. Este equipo fue construido con un único objetivo: devolver al club el prestigio internacional perdido. Y lo que ha hecho es someterle a una de las más grandes humillaciones de su historia. Algunos argumentarán que durante la primera parte el Real Madrid tuvo oportunidades de sobra para haberse ido al vestuario con una goleada a favor. Pero eso no es un atenuante. Al contrario. Lo que demuestra es que el equipo blanco tiene calidad de sobra para golear al Olympique, pero le falta un modelo de juego para controlar los partidos cuando el balón no quiere entrar. Y de eso hay un único responsable: Manuel Pellegrini. El chileno dejó claro hace mucho tiempo que es incapaz de convertir a los mejores jugadores del mundo en un equipo con personalidad y un estilo definido. Lo de anoche pudo haberse evitado si le hubieran destituido tras el Alcorconazo. ¿Acaso cabe prueba mayor de incompetencia que caer goleado ante un Segunda B? De aquellos polvos vienen estos lodos. La apuesta por la calma institucional ha fracasado. Se ha demostrado que perseverar en el error sólo puede conducir al desastre. El Madrid goza hoy de una posición privilegiada para ganar la Liga. Lo que ayer era un objetivo es hoy una obligación. Pero, ocurra lo que ocurra, el equipo blanco debe empezar a buscar un entrenador para la próxima campaña. Lo de anoche no se puede repetir jamás.
Pellegrini y el momento de la calma Por Julio Maldonado
Para hablar del Real Madrid empiezo hablando del Barcelona y de la selección, por extraño que parezca. Más allá de locuras, fanatismos, simpatías o cualquier paso intermedio en la escalera de sensaciones que produce el fútbol, es indiscutible que el Barcelona y la selección jugaron como los ángeles la temporada pasada. Los dos. Echemos la vista atrás. Los dos primeros partidos oficiales de la era Guardiola fueron una derrota en Soria ante el Numancia y un empate en casa ante el Rácing. Y más allá de un triunfo ante Lietchenstein los dos primeros del camino de España hacia el título de la Eurocopa, derrotas en Suecia y una especialmente dolorosa ante Irlanda del Norte en Belfast. Conviene no olvidar todo aquello. Y conviene porque entonces alguien con gran criterio paró la guillotina que iba a segar las cabezas de Guardiola y Luis Aragonés. Meses después el Barcelona ganó seis títulos y no solo eso, hizo el mejor fútbol que uno ha visto jamás. Meses después España ganaba la Eurocopa ante el asombro del mundo y un fútbol hermoso, brillante, del que todo el país se enorgullece. No sé quién paró esas dos guillotinas. Quien lo hizo entendió que el fútbol es un juego, en el que intervienen muchos factores. Entendió que hay un rival enfrente, que cuentan factores incontrolables a menudo. De lo contario, no sería el fenómeno de masas que tanto nos ocupa. De acuerdo que el Real Madrid ha fracasado, que al alcorconazo se une esta eliminación ante el Lyon, dolorosa como pocas. Pero nadie puede negar que el Real Madrid ha demostrado ser capaz de jugar al fútbol de maravilla. Lo hizo en Valencia, contra el Sevilla, lo seguirá haciendo. Arrancó mal, de acuerdo. Ahora lleva 67 goles en liga, va camino de batir récords. Pelea de tú a tú la liga contra un Barcelona que demostró ser invencible. No es poco, más bien me parece mucho. Cesar a Pellegrini en estas condiciones sería un error. No en otras, sí en estas. Una atrocidad de dimensiones enormes, que el Real Madrid acabaría pagando tarde o temprano. De acuerdo que es un proyecto millonario, de un enorme desembolso. Precisamente por eso un equipo así no puede depender de si Higuaín manda un balón veinte centímetros a un lado o a otro del palo. Ni es serio ni saludable. A un equipo hay que exigirle que tenga un estilo, que juegue bien, que guste. Que dé espectáculo. Que levante la mano quien no haya disfrutado con el juego en los últimos partidos. Las circunstancias que rodean al juego, el rival, el error puntual, todo eso forma parte del juego. También la decepción de los aficionados. Es la magia del fútbol, no lo olvidemos. Hay matices. Kaká está mal, es evidente. Costó más de lo que vale, de acuerdo. Faltan extremos, hay detalles por pulir. Todo es mejorable. Pero no puede ser que quienes eran fenómenos tras el partido del Sevilla ahora sean unos petardos. Barcelona y Real Madrid son los dos mejores equipos de Europa, estoy convencido. No habrá final entre ellos. Lástima. La primera piedra para que sea la final del año que viene la tiene que poner el Real Madrid manteniendo a Pellegrini. Es la única manera.
El Lyon se clasificó con justicia. Cristiano marcó a los cinco minutos. Pero el Madrid desapareció en la segunda parte. No hubo reacción al gol de Pjanic La realidad es desoladora: dos de los tres objetivos del Madrid para la presente temporada se han frustrado contra el Alcorcón y el Olympique de Lyon, en ambos casos en octavos de final. Ese dato es más concluyente que las estadísticas de las que presume Pellegrini ("somos el mejor Madrid en quince años") para demostrarnos que el juego es bueno. Lo es a veces. Y en ocasiones es malo, como ayer, sin que el entrenador parezca tener control sobre lo bueno y lo malo. Para no ser apocalíptico evitaré decir que se le acaba el tiempo; sólo señalaré que se le acaban los torneos. Lo sé. Las culpas son colectivas y conviene ser justo en el reparto de responsabilidades. Sin embargo, es imposible obviar que anoche, al margen de la pelea sobre el campo, se planteó una batalla estratégica que declaró vencedor al entrenador francés. Sucedió tras el descanso, cuando Puel modificó el sistema, pasando del 4-3-3 al 4-4-2. Esa corrección, acompañada de dos cambios y un ajuste (Toulalan pasó de centrocampista a central), tuvo el efecto de voltear el partido. Desde ese instante, estimulado por su superioridad en el mediocampo, dominó el Lyon y se acabó el Madrid. Pellegrini no encontró respuesta. Es verdad que la primera parte fue enteramente del Madrid y es cierto que el equipo cumplió con el protocolo de los anfitriones feroces: Kaká dispuso de una ocasión a los 18 segundos y Cristiano marcó a los cinco minutos. Luego, antes de cumplirse la media hora, Higuaín desperdició la oportunidad más lamentada en estos instantes de contricción: pase de Granero en profundidad, control de Higuaín, regate al portero y, liberado de obstáculos, cuando toca marcar, poste. Quien quiera consolarse podrá lamer ese hueso y soñar con lo que hubiera sucedido de haberse puesto el partido 2-0. Pero cuando no se convierte lo que se intenta una vez sólo cabe intentarlo más veces, cinco, diez, cien. Y no sumamos tanto. Si acaso una mano de Lloris a disparo de Higuaín y un penalti al mismo protagonista que bien pudo ser, pero que no fue. Después, ya digo, cambió el mundo. Ese Lyon que creímos timorato domó al león sin que advirtiéramos ni el látigo ni la silla. Y los avisos se sucedieron antes del gol asesino: Gonalons, Govou, Lisandro... Pjanic. Fantasmas de perfil bajo, ogros de sobremesa, lección de humildad. Suficiente contra un grupo sin coreografía. Soledad. Aceptarán que la impotencia es mayor si en tus filas está Cristiano. Un Cristiano pletórico, además, en plena forma, absolutamente involucrado e interesado, capaz de marcar por puro empeño, así fue el primer gol. Pero ni el mejor jugador compone un equipo. Según pasaban los minutos y crecían las dificultades, Cristiano quedó atrapado entre defensas y jugadores propios, con ideas, pero sin espacios. Nadie le ayudó. Volvió a fracasar Kaká, Granero se quedó corto y Guti sin aire. Pero tanto como a ellos se echó en falta un entrenador y un plan, A o B. El desastre es insondable. No es sólo perder: es ser peor. Es la sensación de vivir engañado, es morir de autocomplacencia. Otra vez, otro año.
Au revoir a la Champions
•El Madrid arrolló en el primer tiempo a su rival pero Higuaín perdonó en exceso • Ronaldo, siempre cumplidor, marcó el gol merengue • El Lyon despertó en el segundo tiempo • Pjanic marcó tras una gran jugada colectiva El Madrid consumó el enésimo fracaso europeo, otra vez en octavos, tras empatar (1-1) con el Olympique de Lyon. El vendaval de juego y ocasiones merengues de la primera mitad sólo concedieron una ventaja mínima a los de Pellegrini, merced al tanto de Cristiano Ronaldo, que el Lyon se encargó de neutralizar merecidamente con el gol de Pjanic. Tanto que confirmó otra decepción, la sexta seguida, en la competición continental. Analizada la eliminatoria con frialdad, es justo reconocer el mérito francés. Y dentro de ese elenco de virtudes que reunieron los galos está el de la humildad y el respeto. Cualidades que quizá le faltaron al conjunto blanco en su doble enfrentamiento con el Lyon. Ya adolecieron de ese exceso de confianza en temporadas pasadas, y en todas (las cinco), el grandilocuente cuerpo merengue se dio de bruces con los octavos. Quizá en esta ocasión, el Madrid no subestimó a su rival, pero sí le dio ciertas concesiones que en esta competición (esto no es la Liga) resultan tan dolorosas como decisivas. Cayó en su juego en Gerland y permitió su reacción aquí, en el escenario de la final de la próxima Champions. Y dejó despertar a los de Claude Puel porque el Lyon estuvo muerto en el primer tiempo. El Madrid salió en tromba recordando lo que implica visitar Chamartín. Arrinconó a los franceses desde el primer minuto, en el que Kaká se encontró con uno de los grandes porteros de la actualidad. La sobriedad, elasticidad, valentía en las salidas y rapidez de Lloris mostraron la tremenda capacidad de un portero casi perfecto. Apoyados en la claridad de Guti, el tímido despertar de Kaká y el insultante físico de Ronaldo, el Madrid condenó el choque a una previsible remontada. El primer indicio llegó a los seis minutos, cuando un pase largo del de Torrejón lo finalizó Cristiano con un disparo raso que se coló entre las piernas de Lloris. Quedaba todo el partido por delante y el Madrid ya había igualado la eliminatoria. No fue el día de Higuaín, ese delantero que deslumbra en casa pero se apaga en Europa. El 'Pipa' reanimó al conjunto galo en dos minutos con dos oportunidades inmejorables de poner patas arriba el Bernabéu La superioridad era patente, y las ocasiones claras, muy claras.
Pero no fue el día de Higuaín, ese delantero que deslumbra en casa pero se apaga en Europa. El 'Pipa' reanimó al conjunto galo en dos minutos con dos oportunidades inmejorables de poner patas arriba el Bernabéu. Primero se encontró con el palo de una portería vacía tras superar a Lloris y más tarde se encontró con la mano providencial del meta francés. El paso por vestuarios dejó atrás otro cabezazo del argentino y varios intentos fallidos de Cristiano, a lo que se añadieron un par de inocentes aproximaciones del Lyon. Todo hacía indicar que el Madrid acabaría superando la resistencia de los de Puel, pero el técnico dio con la tecla adecuada para frenar la sangría. Retrasó a Toulalan al centro de la defensa y situó a Kallstrom en la zona ancha, lugar en la que se vieron desbordados en el primer acto. Un poco de aquí y otro de allá (Gonalons entró por Makoun), y vuelta a empezar. Pjanic prolonga el maleficio El Lyon se hizo con el mando del partido, comenzó a llegar y relegó a los de Pellegrini al contraataque, ese estilo que tan buenos resultados le dio en otros partidos. Pero el equipo francés, que nadie lo dude, defiende como pocos. Un cabezazo de Gonalons, un disparo de Lisandro...las oportunidades no eran una gran amenaza pero indicaban el cambio de rumbo. Intentó Pellegrini reajustar a los suyos, pero el tardío cambio de Van der Vaart por un desafortunado Granero no alteró el cariz que había tomado el asunto. El miedo latente en las gradas se convirtió en terror cuando Pjanic aprovechó una cesión de Lisandro para fusilar a Casillas. El Madrid se volcó pero terminó dando gracias al propio Lisandro y a Delgado por su misericordia. Fue el golpe de gracia a una muerte, una vez más, prematura de un equipo construido para mucho más. Europa volvió a dar la espalda al Madrid que, y eso es lo grave, comienza a acostumbrarse a decepciones de este tipo.
La pesadilla continúa...Tomas Roncero
Lo del Alcorcón fue una broma al lado de esto. El Madrid de Pellegrini se salió de la carretera y dejó el coche a cuatro ruedas, con la afición hundida y resignada a esa maldición que no termina. Este palo terrible traerá consecuencias..Siniestro total. Moví mis hilos a última hora para que mi padre, que ha sido testigo directo en el Bernabéu de las seis Copas de Europa en blanco y negro, asistiera a eso que ingenuamente imaginaba que sería el regreso del gran Madrid. Así rezaba el gran tifo del Fondo Sur: "Volveremos". En realidad fueron proféticos, dado que el verbo conjugado en futuro ya avisaba que ahora no estamos para fastos ni para poner fecha de caducidad a maldiciones de octavos que ya empiezan a ser hirientes. Desde 2005 el Madrid arrastra su linaje y su honor por los campos del continente. Existe una peña maravillosa que se llama Reyes de Europa que no merece este castigo tan cruel. Se van a la basura 252 millones de euros, las ilusiones depositadas en esta temporada que iba a ser la del cambio y que nos deja donde siempre. En octavos y con cara de mastuerzos. Llega la hora de dejar de mirarse al ombligo y de entender que algo se está haciendo mal estos años. Han pasado cuatro presidentes (Florentino, Fernando Martín, Montejano, Calderón y otra vez Florentino) y nadie ha conseguido tapar esta hemorragia que está desangrando el orgullo vikingo del madridismo fiel y honesto que ya no sabe dónde buscar respuestas. El Maracanazo de anoche con el Lyon tardará en cicatrizar...La Décima de la afición. Lo digo alto y claro. El caviar del mejor club de todos los tiempos es su afición. El Bernabéu cumplió con su parte del trato. Metió el primer gol. Su aliento fiero y ruidoso en el inicio habilitó a Cristiano para firmar el 1-0 en plena efervescencia colectiva, alimentada por una grada entregada a la causa que deseaba darse por fin una fiesta después de tantos años de frustraciones y cortes de digestión. El Bernabéu cumplió con la coreografía de una remontada mal parida de antemano. Si para superar un simple 1-0 con el Lyon tienes que invocar a todos los espíritus e iconos históricos del club es que no te fías de tu fútbol ni de tu capacidad para hacerte respetar con el argumento más importante de este invento: la pelota. Viví antes del partido una comida maravillosa en D'Pandelo, junto a los madridistas entusiastas de Albox, que se subieron al autobús a las siete de la mañana y anoche regresaban 650 kilómetros abajo para rumiar su profunda decepción. Los vikingos de Huelva (Kiko me hizo llorar con su versión del himno del Madrid por soleares), los chistes de Paco de Entrevías, los fieles de Olaf el Vikingo, Barajas, Chelle, Picassent, Puertollano, Picaña, La Estrada y La Granja no merecían este castigo tan cruel. Lloro en nombre de todos vosotros...¿Dónde está Kaká? Lo siento, pero mi paciencia con él se ha terminado. Un futbolista que ha costado 68 millones de euros no puede comportarse como un becario en prácticas. Insiste en su jugadita individual y como no le sale, no hay manera de que aporte nada a la causa. Tuvo un mano a mano con Lloris a los 18 segundos. Y lo falló. Para variar... Cristiano, sálvanos. La culpa del desastre no puede recaer en el portugués, que metió el 1-0 de la esperanza y firmó las mejores acciones del partido. Pero no es un ser superior aunque su mentalidad sea la que necesita este club para recuperar la grandeza extraviada en estos años de ignominia y aturdimiento. Esperanza. Me resisto a arrojar la toalla. El Madrid siempre vuelve y la Liga está a tiro. Pero veo a Cibeles tan lejos...El proyecto más ambicioso del Real Madrid se desmoronó en el partido ante el Olympique de Lyon. Los blancos estuvieron notables en la primera y desastrosos tras el descanso.
Uno x uno
CASILLAS (5): No tuvo mucho trabajo hasta que Pjanic apareció para marcar el gol que les dejó sin Champions. SERGIO RAMOS (6): No se cansó de subir la banda derecha en la primera parte. En la segunda, sin noticias del sevillano. ALBIOL (7): Magnífico al corte acabó siendo el mejor del equipo apagando fuego tras fuego. GARAY (6): Sin fisuras atrás, no se complicó hasta que los franceses les apretaron muy arriba y sufrieron ante la avalancha del Lyon. ARBELOA (4): Sufrió con Govou y apenas subió la banda. Su aportación fue nula en ataque. LASS (4): Superado por el empuje de los franceses, le faltan muchas cosas para ser el mediocentro del Real Madrid. GUTI (5): Hipermotivado, jugó y corrió hasta que se quedó sin oxígeno en el descanso. Otro que desapareció en la segunda parte. GRANERO (3): El menos participativo en el mediocampo. Mucha pelea y poco juego. Sustituido por Van der Vaart. KAKA (3): Empezó bien, pero se fue apagando hasta convertirse en un bulto sospechoso. Encima se marchó enfadado por el cambio. HIGUAÍN (3): Tuvo tres ocasiones claras antes del descanso, en especial el remate al poste a puerta vacía. Sigue sin responder en las grandes ocasiones. CRISTIANO RONALDO (7): Tardó seis minutos en igualar la eliminatoria. Rápido, eléctrico y vertical, poco pudo hacer cuando el equipo se desmoronó. VAN DER VAART (5): Lo intentó sin acierto. El Madrid no tenía el balón y el holandés poco o nada aportó. RAÚL (5): Salió a la desesperada y le echó casta a falta de otra cosa. DIARRA (-): Sin minutos. PELLEGRINI (2): Un entrenador que es incapaz de sacar partido a esta plantilla no merece seguir sentado en el banquillo del Bernabéu. Caer con el Lyon en octavos es un fracaso con mayúsculas.
De los polvos de mantener a Pellegrini vienen estos lodos Editorial Marca
El Real Madrid se despidió anoche de la Champions tras ser incapaz de ganar al Olympique de Lyon, cuarto clasificado de la Liga francesa y un equipo cuyo récord histórico en esta competición ha sido clasificarse para cuartos de final. Quedan todavía cerca de cuatro meses para que termine la Liga y el equipo blanco tiene serias opciones de conquistar el título. Pero ocurra lo que ocurra de aquí a mayo difícilmente se podrá evitar que la temporada sea catalogada de fracaso, rotundo fracaso. Este equipo fue construido con un único objetivo: devolver al club el prestigio internacional perdido. Y lo que ha hecho es someterle a una de las más grandes humillaciones de su historia. Algunos argumentarán que durante la primera parte el Real Madrid tuvo oportunidades de sobra para haberse ido al vestuario con una goleada a favor. Pero eso no es un atenuante. Al contrario. Lo que demuestra es que el equipo blanco tiene calidad de sobra para golear al Olympique, pero le falta un modelo de juego para controlar los partidos cuando el balón no quiere entrar. Y de eso hay un único responsable: Manuel Pellegrini. El chileno dejó claro hace mucho tiempo que es incapaz de convertir a los mejores jugadores del mundo en un equipo con personalidad y un estilo definido. Lo de anoche pudo haberse evitado si le hubieran destituido tras el Alcorconazo. ¿Acaso cabe prueba mayor de incompetencia que caer goleado ante un Segunda B? De aquellos polvos vienen estos lodos. La apuesta por la calma institucional ha fracasado. Se ha demostrado que perseverar en el error sólo puede conducir al desastre. El Madrid goza hoy de una posición privilegiada para ganar la Liga. Lo que ayer era un objetivo es hoy una obligación. Pero, ocurra lo que ocurra, el equipo blanco debe empezar a buscar un entrenador para la próxima campaña. Lo de anoche no se puede repetir jamás.
Pellegrini y el momento de la calma Por Julio Maldonado
Para hablar del Real Madrid empiezo hablando del Barcelona y de la selección, por extraño que parezca. Más allá de locuras, fanatismos, simpatías o cualquier paso intermedio en la escalera de sensaciones que produce el fútbol, es indiscutible que el Barcelona y la selección jugaron como los ángeles la temporada pasada. Los dos. Echemos la vista atrás. Los dos primeros partidos oficiales de la era Guardiola fueron una derrota en Soria ante el Numancia y un empate en casa ante el Rácing. Y más allá de un triunfo ante Lietchenstein los dos primeros del camino de España hacia el título de la Eurocopa, derrotas en Suecia y una especialmente dolorosa ante Irlanda del Norte en Belfast. Conviene no olvidar todo aquello. Y conviene porque entonces alguien con gran criterio paró la guillotina que iba a segar las cabezas de Guardiola y Luis Aragonés. Meses después el Barcelona ganó seis títulos y no solo eso, hizo el mejor fútbol que uno ha visto jamás. Meses después España ganaba la Eurocopa ante el asombro del mundo y un fútbol hermoso, brillante, del que todo el país se enorgullece. No sé quién paró esas dos guillotinas. Quien lo hizo entendió que el fútbol es un juego, en el que intervienen muchos factores. Entendió que hay un rival enfrente, que cuentan factores incontrolables a menudo. De lo contario, no sería el fenómeno de masas que tanto nos ocupa. De acuerdo que el Real Madrid ha fracasado, que al alcorconazo se une esta eliminación ante el Lyon, dolorosa como pocas. Pero nadie puede negar que el Real Madrid ha demostrado ser capaz de jugar al fútbol de maravilla. Lo hizo en Valencia, contra el Sevilla, lo seguirá haciendo. Arrancó mal, de acuerdo. Ahora lleva 67 goles en liga, va camino de batir récords. Pelea de tú a tú la liga contra un Barcelona que demostró ser invencible. No es poco, más bien me parece mucho. Cesar a Pellegrini en estas condiciones sería un error. No en otras, sí en estas. Una atrocidad de dimensiones enormes, que el Real Madrid acabaría pagando tarde o temprano. De acuerdo que es un proyecto millonario, de un enorme desembolso. Precisamente por eso un equipo así no puede depender de si Higuaín manda un balón veinte centímetros a un lado o a otro del palo. Ni es serio ni saludable. A un equipo hay que exigirle que tenga un estilo, que juegue bien, que guste. Que dé espectáculo. Que levante la mano quien no haya disfrutado con el juego en los últimos partidos. Las circunstancias que rodean al juego, el rival, el error puntual, todo eso forma parte del juego. También la decepción de los aficionados. Es la magia del fútbol, no lo olvidemos. Hay matices. Kaká está mal, es evidente. Costó más de lo que vale, de acuerdo. Faltan extremos, hay detalles por pulir. Todo es mejorable. Pero no puede ser que quienes eran fenómenos tras el partido del Sevilla ahora sean unos petardos. Barcelona y Real Madrid son los dos mejores equipos de Europa, estoy convencido. No habrá final entre ellos. Lástima. La primera piedra para que sea la final del año que viene la tiene que poner el Real Madrid manteniendo a Pellegrini. Es la única manera.